Por María Inés Adorni.- Una obra maestra como la Gioconda, especial, sorprendente, maravillosa, en resumen cuando la contemplan quedan sin palabras, es el cuadro más visitado del mundo, y aún después de siglos de ser pintado, continúa dejando sorprendidos y paralizados a todos aquellos que se detienen a observarlo.
Cuanto más observas la obra, más deseas conocer a su creador.
Cada pincelada habla de la genialidad de su autor: Leonardo Da Vinci.
A semejanza de la Gioconda, Tú eres especial y única.
Nosotras las mujeres podemos estar pensando…¡imposible!.Esa no soy yo. Yo no soy perfecta, ni famosa ni tan admirada.
Debe haber algún error bueno, tengo que admitir que el artista de nuestros corazones aún no ha concluido su obra, porque acostumbra a trabajar sin prisa y con mucho cuidado. Pero debo remarcar que no existe nadie mejor que él. Porque en cada una de sus obras pone todo su amor. Además, puedes estar segura de que él jamás hace nada menos que aquello digno de admiración.
Este artista celestial a diferencia de Leonardo Da Vinci hará su obra a ti solamente, si tú lo dejas. Cada pincelada cada retoque, tiene como propósito de hacerte feliz y mejor, transfiriendo a tu ser un poco más de su esencia, su carácter.
Tienes una vida por delante, y quiero invitarte a entregar el pincel a este artista celestial.
Él arreglará esas manchas que no quieres recordar, y reparará hasta el lienzo de tu interior.
No olvides que es experto en arreglar vidas, y lleva siglos haciéndolo.
Confía.
La vida es una manifestación del amor de Dios. Es un talento que Dios nos ha encomendado, un talento muy precioso. Recibimos la vida de él. Él es el creador y la fuente de toda vida.
Sembrando semillas de fe…