A raíz de la presentación del informe realizado por la Universidad Tecnológica Nacional Regional Santa Fe y elevado por la empresa Enrique Zeni y Cia Sacifia (ex Sol de Mayo), Castellanos volvió a recorrer la zona del conflicto: avenida Roque Sáenz Peña, entre Reconquista y Triunvirato, donde de un lado de la calle la aceitera tiene su planta y del otro lado, las viviendas de los vecinos sufren constantemente desde hace décadas la polución emanada de las chimeneas de la planta.
Cuando el cronista de este medio se acercó para hablar con los vecinos, el olor característico del aceite se hizo imposible de tolerar. Así, el Dr. Luis María Bay abrió las puertas de su casa para ser entrevistado sobre su caso particular en relación con la antigua industria local. Las ventanas de su casa estaban cerradas.
«Es imposible mantener las ventanas abiertas -comentó Bay-, al rato el olor entra en la casa y no se va más. Yo no tenía asma y ahora tengo que ir a comprar un broncodilatador porque tengo asma, esto es insoportable. Inclusive mis hijos se despiertan de noche a veces sin poder respirar y me piden el broncodilatador», subrayó el médico acongojado.
«Esta planta no debería estar acá, existe un decreto provincial donde se especifica que un silo no puede estar a menos de 2,5 kilómetros de una vivienda y yo todos los días duermo a menos de 10 metros de las puertas de la fábrica. Si los empleados tienen que utilizar barbijo para trabajar por exigencias de la ART, a mí también alguien me tendría que proteger de todo esto». Las declaraciones de Bay coinciden con las de muchos vecinos entrevistados, y todos coincidieron con lo intolerable de los malos olores que la planta emite día y noche.
«Los informes de la UTN mienten, porque están pagados por la planta. Cuando ellos hicieron el informe las plantas pararon prácticamente toda la maquinaria, estaba la fábrica semi parada.
Inclusive el informe indica que sólo se trabaja de día, cuando es posible detectar actividad a las tres de la mañana inclusive», declaró otro vecino que tiene su casa en las cercanías de la fábrica aceitera.
En estos días, los vecinos reclamarán mediante una carta a la Intendencia en busca de una respuesta urgente a la problemática. Castellanos accedió al texto preliminar de la carta, donde se adjunta un detalle histórico del reclamo vecinal de los barrios Sarmiento y Alberdi durante las últimas décadas. En el texto -que aún no es definitivo- se destaca como infracciones cometidas por la aceitera el penetrante olor característico, la falta de higiene que afecta a la vía pública, la abundante proliferación de roedores, alimañas, palomas y alacranes, la presencia de malezas en la planta de estacionamiento de camiones ubicada en la misma calle.
El ruido es contaminación
«La playa llegó a contener hasta 40 camiones que en muchas oportunidades se ponen a tocar bocina todos juntos, como si estuviesen jugando. Llegan durante la noche e inclusive hasta la primera mañana, cuando estamos durmiendo, y se hace imposible descansar con ese ruido», dijo un vecino de la playa. Prueba de este problema es el cartel que se encuentra en el interior del predio, donde se lee «Sr. camionero: no haga ruidos molestos, respete la vecindad» y lo firma la empresa. Según reconoció el técnico Sebastián Russillo de la UTN Santa Fe, «el nivel de ruidos es demasiado alto para una zona residencial» y, como indica el texto de la carta que se elevará al Municipio esta semana, «el oído humano tolera hasta 70 decibeles, aunque el tope normal es 40. Por ejemplo, sobre la vereda oeste frente a la firma se constató un ruido ambiente procedente de la actividad de 62 decibeles». Con un simple vistazo pudo comprobarse que el ruido del tránsito y de trabajo de máquinas hace imposible una conversación en la vereda lindante de la fábrica, malestar acentuado por el mal olor que emana de la actividad de la misma.
Respuestas urgentes
El primer expediente sobre el tema ingresado al Municipio local data de 1977, y en 19 años de reclamos los vecinos sólo obtuvieron algunas respuestas leves.
En ese documento, el Ejecutivo Municipal clasificó de «molestias serias» a las denunciadas por los frentistas de Roque Sáenz Peña con respecto a la entonces Sol de Mayo SCA.
En casi veinte años de reclamos, la situación prácticamente no ha cambiado. Inclusive, según los documentos a los que accedió este medio, la empresa constaría ante los registros del Municipio en una habilitación transitoria encuadrada como «Uso no conforme legal», donde se considera que la empresa debería procurar que «desaparezca todo tipo de agresión al vecindario».
¿Por qué un reclamo que está por cumplir dos décadas de oficialización todavía continúa? El Poder Ejecutivo, representado por varios partidos y gobernantes de aquel tiempo a esta parte, todavía no dio una respuesta que no sólo satisfaga a los vecinos damnificados, sino que termine con la polución evidente que se detecta en la zona.
Tal vez, pensamos que algo huele mal en este tema. Y no solamente es el aceite.
Fuente: diario Castellanos, Rafaela, sábado 17 de junio de 2006.