Por Silvia Premat.- El brillo de su sonrisa contrasta con la gravedad de sus afirmaciones tanto como su voluminosa barba blanca sobre la oscura sotana que le llega hasta los pies. Su apariencia coincide con lo que es: un monje sabio. El psicólogo y economista alemán de la orden benedictina Anselm Grün, best seller de textos religiosos en Europa, volvió a la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires después de tres años. Lo hizo ayer y como cierre de nueve días de charlas en Tucumán, Salta y Buenos Aires, donde presentó su último libro, Víctimas y victimarios. Romper las cadenas en la Iglesia, la sociedad y la familia, publicado por cinco sellos argentinos (Agape, Bonum, Claretina, Guadalupe y San Pablo).
El volumen, en el que aborda los abusos de poder y sexuales en el interior de la Iglesia, la sociedad y el ámbito político, fue escrito, dijo Grün, especialmente para la Argentina y Chile. Inspirado en reflexiones de otros filósofos y psicólogos, Grün sugiere tres principios que podrían contribuir con la «sanación» tanto de las víctimas como de los victimarios: que estos rindan cuentas de lo que han hecho, que el mal sea llorado y lamentado y que la víctima pueda «despedirse» de ese rol.
«Si la sociedad o la Iglesia no lamentan el mal que han cometido en su seno, se solidificarán y se pondrán rígidas. No puedo juzgar la situación en la Argentina, pero me da la impresión de que aquí, como en otros países, tampoco se ha procesado todo lo que ha sucedido y sigue habiendo diferencias en la sociedad», afirmó.
Grün recordó que los abusos sexuales detectados en el seno de la Iglesia en Chile, Irlanda y otros países la sumieron en una profunda crisis y muchos perdieron la confianza en ella. Advirtió que, «lamentablemente, durante mucho tiempo la Iglesia se posicionó del lado de los victimarios, los protegió e incluso inculcó a las víctimas la idea de que eran culpables de los procesos que habían vivido. Hoy es deber de la Iglesia ponerse del lado de las víctimas y no junto a los victimarios».
Autor de cientos de títulos de espiritualidad, como La mitad de la vida y Límites sanadores, aseveró que ante una experiencia en la que alguien se reconoce como víctima, ya sea de una enfermedad, un accidente, un jefe o un familiar, «lo importante es aceptar el dolor» y poder llegar a «transformar las heridas en perlas». Para «despedirse del rol de víctimas» sugirió perdonar, bendecir y hacer rituales de reconciliación o sanación. Y se despidió con un augurio: «Que la sociedad argentina pueda sanarse de todas las desgracias que han pasado; que la Iglesia también aprenda y aproveche la oportunidad que le dan las críticas para renovarse».
Fuente: diario La Nación, Buenos Aires, 2 de mahyo de 2019.