Por María Herminia Grande.- Los dichos de Elisa Carrió someten al presidente Mauricio Macri a una verdadera encrucijada. Nada hacía prever que la diputada se bajase de sus dichos en el programa de Mirtha Legrand, como parte del Gobierno supuso y algunos analistas también. De haberlo hecho hubiese quedado su imagen desdibujada, rozando el ridículo. Y Carrió sabe que del ridículo no se vuelve. Ahora bien, sus dichos son letales para Cambiemos, que según Carrió no es tan Cambiemos.
Lilita sigue afirmando que Cambiemos maneja el Poder Judicial, y tiene en el ministro Germán Garavano el mejor instrumento para que Angelici ejecute la música que el Gobierno pretende escuchar en la Justicia. Carrió ha dicho que pedirá el juicio político al ministro Garavano. Ministro confirmado por el Presidente. Carrió lo tilda de burócrata y facilitador de un Poder Judicial manejado por un hombre del riñón de Mauricio Macri: Daniel Angelici. La diputada Carrió dice estar divorciada del Presidente; cuando un cristal se quiebra, es imposible reconstruirlo. Ella cree que sí, ¿de qué manera se produciría ese milagro? El adhesivo necesario en este caso se llama confianza y hoy está en falta.
El problema mayor hoy lo tiene el presidente Macri. Si le da el gusto a Carrió y separa del cargo a su colaborador, a quien, reitero, le renovó la confianza la semana pasada tras las acusaciones gravísimas de la diputada, el Presidente se encontraría frente a dos situaciones no muy buenas. Una de ellas es convertirse en un Presidente débil, y eso no es bueno ni para él ni para la Argentina. La otra consecuencia es que reconocería como ciertos los dichos de Carrió.
Carrió además corrió el velo de la mayor molestia que la diputada y Negri sienten, que es el menosprecio que les dispensan a la hora de gobernar. Dijo: «No puede ser que Negri y yo nos enteremos por los diarios».
Insisto en algo que ya he escrito desde esta columna: Mauricio Macri cree que puede gobernar sin ellos y ellos con sus conductas le están anoticiando que no es así. Sucedió en abril cuando el gobernador Cornejo como presidente del radicalismo tuvo durísimas críticas hacia el entonces ministro de Energía, Juan José Aranguren. También con Carrió en su pulseada para desplazar al ex presidente de la Corte, Ricardo Lorenzetti, con quien Macri coincidía mucho más que lo que Lilita supone.
La socia fundadora habló de no ser cómplices y de no ocultar. ¿Ningún fiscal le pedirá a la diputada que se explaye no en sets televisivos sino en ámbitos de la Justicia, y así saber qué quiere tapar el Gobierno y qué complicidades no está dispuesta a tolerar? Es más: ¿qué alcance tiene la aseveración: «Sé más de lo que digo»?
El Gobierno sabe que Carrió tiene la carterita en la mano pero aún no se levantó de la silla. Reitero, el principal problema recae sobre el Presidente, quien además de los inconvenientes expuestos se enfrenta a otro dilema: la diputada lo emplaza para que en el término de seis meses acceda a sus peticiones para no concretar el divorcio anunciado. Claramente el período señalado coincide con lo electoral. La economía no promete ser un logro a mostrar por un presidente que ambiciona ser reelecto. Es más, el gurú menospreciado por Carrió, Jaime Durán Barba, ha manifestado el martes pasado que la campaña electoral 2019 llevará como gran título «Argentina cambio cultural», dado que se le escuchó decir: «A nadie le interesa la economía». Supongamos que esto es así, Lilita sabe que dentro de su carterita está ese cambio cultural que es ético y moral. Si terminase de pegar el portazo, con ella se llevaría el valor agregado que tiene un gobierno que en otros aspectos no puede zafar de lo que denominan la vieja política.
A propósito, la diputada Graciela Camaño le ha dicho a Luis Novaresio que se vienen los cuadernos del Gobierno en el tema energético. Irregularidades que comprometerían a Ángelo Calcaterra, Nicolás Caputo, hasta al hermano de Presidente, afirmando que es alarmante lo sucedido en el tema de energías renovables y la cancelación casi total del proyecto atómico.
A Carrió le molesta además que, después de tres años, un Cambiemos sin logros busque en CFK la mejor púgil para volver a ganar; es un secreto a voces que quieren a la ex Presidente entretenida en Comodoro Py pero no tras las rejas. La encrucijada a la que somete Carrió al Presidente no muestra a hoy una salida sin altos costos.
En cuanto al presupuesto 2019 a tratar, va una advertencia, en nombre de la necesidad de recortes, que no solo lo sufrirán las bibliotecas populares imprescindibles para los chicos más necesitados, también en el tumulto se busca eliminar un órgano de control de la unidad antilavado, la UIF. ¿Argentina puede darse ese lujo? ¿Es ignorancia o premeditación? Refiere a los artículos 119 y 122 del proyecto de ley de presupuesto. Si bien elimina el control que ejerce este organismo, al mismo tiempo se propone aumentar las facultades del titular de la UIF, Mariano Federici, quien decidirá sobre operaciones sospechosas o financiamientos oscuros, ¿tan luego en un año electoral?
Fuente: Infobae.