«Lo principal es el discernimiento, el amor a la Iglesia y a los pobres»

Es la mirada de Juan Carlos Scannone sobre el papa Francisco. Fue su maestro y amigo, teólogo reconocido, escritor y conferencista en distintos países

Por Emilio Grande (h.).- Siguiendo las huellas de Jorge Mario Bergoglio, el papa Francisco, quien hoy cumple 81 años de vida, hace unos días estuvimos en Buenos Aires (con mi papá Emilio J. y mi hermano Antonio), especialmente en algunos de los lugares donde vivió el ex arzobispo de Buenos Aires, quien fue ordenado sacerdote en la Compañía de Jesús el 13 de diciembre de 1969 por Ramón Castellano, arzobispo emérito de Córdoba.

Recorrimos el barrio porteño de Flores, llegando hasta la casa donde nació en calle Varela 270, a pocas cuadras está la casa donde vivió en calle Membrillar al 500 y cerca la basílica San José (fueron obispos auxiliares Bergoglio y el obispo diocesano Luis Fernández) en calle Rivadavia 6950.

También fuimos al Colegio Máximo San José (construido en 1931) en la ciudad de San Miguel (gran Buenos Aires), donde Bergoglio estuvo 17 años, siendo alumno, docente, provincial y rector; en la habitación donde vivió fue convertida en museo.

En la oportunidad, tuvimos un guía extraordinario: el sacerdote jesuita Juan Carlos Scannone, de 86 años, maestro y amigo de Bergoglio, teólogo reconocido, escritor (más de 200 artículos en revistas y libros) y conferencista en distintos países, quien accedió a una entrevista con este cronista.

-¿Cómo definiría al Papa por su formación jesuita y de pobreza franciscana?

-Uno de sus carismas es el discernimiento y por otro lado cuando lo hicieron obispo había elegido el lema «Miserando atque eligendo», que lo toma de san Veda el Venerable, habiendo recibido la misericordia de Dios y siendo elegido. El siempre dice «yo soy pecador», sin embargo Dios ha tenido misericordia y lo ha elegido; ese lema lo conservó luego cuando lo eligieron Papa.

-Bergoglio habla de una Iglesia pobre y para los pobres, ¿retoma las enseñanzas del papa san Juan XXIII en el Concilio Vaticano II (de 1962 a 1965)?

-Antes del Concilio, Juan XXIII había dicho que la Iglesia es de todos, pero sobre todo Iglesia de los pobres. Luego el cardenal Lercaro, arzobispo de Bolonia, promovió que se tratara como el tema fundamental la Iglesia de los pobres, citando a Juan XXIII, causando mucho impacto, pero de hecho no lo logró. Por eso Helder Cámara (arzobispo de Brasil) con un grupo de obispos europeos y latinoamericanos se reunieron para tratar este tema, publicando el «pacto de las catacumbas» (1965) y después es el manifiesto de los obispos del tercer mundo, idea retomada por el episcopado latinoamericano desde Medellín (1968) a Aparecida (2007). El Papa se hace conocer a los otros obispos en Aparecida, sobre todo cuando le confían que dirija la comisión de redacción, siendo su presidente, influyendo luego cuando lo eligieron Papa.

-En la apertura que está proponiendo Francisco de las nuevas realidades en el Sínodo de las familias con los divorciados vueltos a casar, los homosexuales, entre otros, ¿hay resistencia en algunos sectores conservadores de la Iglesia?

-Y claro hay gente que se resiste, sobre todo los divorciados vueltos a casar. El no ha cambiado en la doctrina, pero sí en la pastoral. De hecho, Benedicto XVI había hablado de que podían hacer una comunión espiritual, quiere decir que están en gracia de Dios y es un precepto disciplinar de la Iglesia; ahí viene la conciencia personal y del discernimiento. En un reciente encuentro sobre «el Papa y la filosofía» en Francia con sacerdotes y obispos, muchos estaban desorientados y algunos en contra de lo que el Papa decía; expuse sobre el tema de «la conciencia y el discernimiento», donde el Papa no cambia la doctrina pero sí la aplicación pastoral, dejando abierta la posibilidad pero hay que discernir si realmente esa persona está o no en gracia de Dios, a pesar de que esté en un segundo matrimonio. Al mismo tiempo, que esa persona no discierna sola sino con la ayuda de algún confesor o un director espiritual, pero el Papa pone ahí la posibilidad de que fuera un laico/a que ayude al discernimiento, tema que fue publicado con el título «Divorciados vueltos a casar: la novedad que trae el papa Francisco» (publicado en varios países).

-Bergoglio fue alumno, docente, provincial de los jesuitas y rector del Colegio Máximo en la ciudad de San Miguel, ¿qué huellas dejó?

-Primero fue alumno de filosofía tres años, de teología cuatro años, cuatro años fue provincial de los jesuitas y seis años rector religioso como académico, viviendo acá 17 años. Lo principal que dejó en muchos de nosotros es ese carisma del discernimiento, el amor a la Iglesia, al Papa y a los pobres. Cuando era provincial y especialmente rector fomentó mucho en los estudiantes trabajar en estos barrios pobres de San Miguel, que era el tercer cinturón de Buenos Aires. De esos estudiantes formados por Bergoglio, algunos son obispos como Jorge Lugones (presidente de pastoral social de la CEA), Ernesto Giobando (obispo auxiliar de Buenos Aires), Hugo Salaberry (obispo de Azul). Recibimos esa impronta por la pastoral, religiosidad y piedad populares. Luego el padre (Jorge) Seibold, que vive acá, escribió sobre la mística popular, que retoma Aparecida gracias al obispo de San Miguel Sergio Fenoy.

-Usted lo ve seguido al papa Bergoglio, ¿vendrá en 2018 a la Argentina?
-Estuve participando en dos reuniones en el Vaticano. No creo que pueda venir el año próximo porque tiene tantas cosas; también el país tiene que estar preparado y no querer usarlo ninguno de los partidos políticos, y él verá el momento más oportuno para el bien de la Iglesia y del pueblo argentino. Cuándo será no sé, yo nunca se lo pregunté.

-Cuando era joven, ¿tuvo cercanía a algún movimiento político, especialmente el peronismo, o hablaba con todos?

-Cuando era obispo hablaba con todo el mundo y cuando era más joven no es que fuera del partido peronista pero sí probablemente tenía cercanía con algunos dirigentes peronistas católicos.

Fuente: diario La Opinión, Rafaela, 17/12/2017.

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