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90 años de la revista Criterio: una visión cristiana y ecuménica

Por Jorge Casaretto.- Para los católicos y muchos hermanos de las confesiones cristianas, el próximo aniversario de la revista Criterio es un acontecimiento importante. No existe otra publicación de carácter cultural que haya perdurado tanto tiempo en nuestro país: en marzo del año próximo cumplirá 90 años.
Se trata de una revista dirigida por católicos, pero nunca tuvo la pretensión de ser un órgano oficial de la Iglesia, como por ejemplo L’Osservatore romano. Es, en definitiva, una publicación que expone una visión cristiana de la vida en un contexto de diálogo con otras corrientes de pensamiento.
Como tengo unos pocos años menos que la revista, puedo dar testimonio de que Criterio me acompaña desde la juventud. En la década del 50, cuando empecé a nutrirme de su sabiduría, todos los católicos, como lo seguimos haciendo ahora, recitábamos el mismo credo. Pero no todos coincidíamos a la hora de plasmar nuestras convicciones en la construcción de la sociedad. Existían dos corrientes claramente definidas: el nacionalismo católico y otra perspectiva más republicana y democrática; la primera, inspirada en una visión corporativa, y la segunda, en lo que se concretó en la Europa de las posguerra. Criterio estaba en esta línea y no por nada Jacques Maritain, entre muchos otros, figura en la larga lista de sus colaboradores.
Su director era en ese tiempo monseñor Gustavo Franceschi, hombre de pensamiento esclarecido. Sus palabras eran la columna vertebral de Criterio y nosotros las esperábamos ansiosamente. Los obispos de aquel tiempo casi no escribían cartas pastorales, y cuando lo hacían, su literatura era farragosa. Criterio exponía el pensamiento de laicos magistralmente formados que nos iluminaban el camino hacia la democracia.
En la historia reciente hubo un acontecimiento eclesial de trascendental importancia: el Concilio Vaticano II. También en ese momento aparecieron dos corrientes, una que se resistía a los cambios y otra que los propiciaba. Pero no fue nada fácil mantener la ortodoxia doctrinal y a la vez plasmar el Concilio. En ese entonces la revista era dirigida por el sacerdote Jorge Mejía, consultor en el Concilio y más tarde importante cardenal en Roma. La inteligencia y la destreza de Mejía le permitieron a la revista moldear la renovación conciliar sin desviarse de lo doctrinal y en algunos aspectos convirtiéndose en una voz profética. En el diálogo ecuménico, y poniéndose al servicio de otras tradiciones religiosas, abrió caminos que gracias a Dios pudieron consolidarse con el correr del tiempo.
Durante muchos años otro sacerdote, el recordado Rafael Braun, fallecido esta semana, continuó esta línea, y desde hace veinte años José María Poirier lleva adelante esta misión. Él es un laico, como casi todos los miembros del consejo de redacción y como su primer director, Atilio Dell’Oro Maini, y como Carlos Floria, lo cual le permite a un vasto sector del laicado argentino tener un órgano de expresión de su fe en constante diálogo con diversas corrientes de pensamiento.
El Concilio Vaticano II consagró, entre otros, dos grandes documentos: Lumen gentium, que atiende sobre todo la construcción interna de la Iglesia, y Gaudium et spes, que ilumina la constante reflexión de la Iglesia en diálogo con el mundo. Criterio ha sido un claro exponente de las orientaciones de este último documento. En la revista se encuentran opiniones bien fundamentadas sobre política, economía y ciencias sociales que ayudan a construir el bien común. Como decíamos, ha sido uno de los órganos que mejor han plasmado el espíritu ecuménico y el diálogo interreligioso. Pero también ayuda a recrearnos con interesantes críticas sobre literatura, teatro y cine.
Y, por fin, una reflexión sobre las orientaciones que nos deja el papa Francisco. Una fundamental es la de «la Iglesia en salida», llegando a las periferias. Muchas veces se interpreta este último término de un modo sólo geográfico. Y sin duda es importantísimo que los cristianos tengamos fuerte presencia en los contextos marginales y de mayor pobreza. Pero existen también periferias culturales, en el mundo del pensamiento, del arte, de las ciencias. En esas periferias siempre estuvo presente Criterio a lo largo de estos 90 años.

Obispo emérito de San Isidro y ex obispo de Rafaela. Fuente: diario La Nación, Buenos Aires, 12/10/2017.

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