Fayt: un modelo de jurista para la crisis de Argentina

Se trata del editorial del programa «Sábado 100» por radio Sol Rafaela FM 90,9 que conduce Emilio Grande (h.).- Esta semana falleció el doctor Carlos Fayt, a los 98 años, quien había presentado su renuncia como ministro de la Corte Suprema de Justicia de la Nación el 11 de diciembre de 2015, al día siguiente de la finalización del mandato de la presidenta de Cristina Fernández de Kirchner, sector político que lo maltrató por su edad. Encarnó en su extensa trayectoria judicial de 32 años en el máximo tribunal el ideal de juez: honesto, transparente e independiente, con el temple para resistir las presiones y los ataques del poder político.
De origen salteño, Fayt provenía del socialismo de Juan B. Justo y de Alfredo Palacios, fue nombrado por el entonces presidente Raúl Alfonsín con el retorno de la democracia, en 1983. Fue el ministro decano de toda la historia del más alto tribunal y le tocó protagonizar la restauración democrática y luego convivir con los ministros de la llamada «mayoría automática» del menemismo.
No temía disentir, como ocurrió cuando defendió la irretroactividad penal y la cosa juzgada y fue disidente en los fallos en los que la Corte ratificó la ley que declaró la nulidad de la Obediencia Debida y el Punto Final.
Su arribo a la Corte antes de la reforma de la Constitución en 1994 le permitió continuar más allá de los 75 años. Pero su resistencia a todo tipo de presión lo convirtió en un obstáculo cada vez más serio e insalvable para el kirchnerismo, a medida que se perpetuaba en el gobierno y estallaban los escándalos de corrupción y la consecuente necesidad del oficialismo de manejar y sojuzgar a la prensa independiente y a la Justicia.
A ello se opuso Fayt, quien se había convertido en el guardián de la Constitución. Mientras resistía los ataques, votó siempre impartiendo lecciones de docencia republicana, en defensa de la libertad de expresión y de prensa, sin importarle hacerlo en minoría.
«Me iré cuando quiera y no cuando ellos me manden», confió Fayt a sus allegados. El kirchnerismo lo acusó de no concurrir a la Corte y de no hallarse en condiciones psicofísicas para ejercer tan importante función, pero él respondía concediendo entrevistas en las que era evidente su absoluta lucidez.
Un testimonio de resistencia, porque Fayt fue maestro no sólo desde la cátedra y sus sentencias, sino también desde sus actitudes. «Mi padre fue un luchador, contó su hija Graciela, y en algunos momentos me decía: «Si algunas personas supieran que me nutren el desafío y la pelea, no me molestarían; me están dando más energía. En lugar de lograr que me retire, están logrando que me quede».»
Fayt deja un legado que no se perderá. Las próximas generaciones encontrarán a este modelo de jurista y defensor de la libertad de expresión, en medio de una profunda crisis de la Argentina…

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