La corrupción que muchos no quieren admitir

Se trata del editorial del programa «Sábado 100» por radio Sol Rafaela FM 90,9 que conduce Emilio Grande (h.).- Nuestro país no está exento a uno de los peores males de la humanidad, que constituye la corrupción específicamente en el poder político con implicancias en gobernantes, funcionarios y empresarios ligados.
A lo que ya se conocía de los negocios muy oscuros del kirchnerismo durante 12 años en el poder, esta semana se difundieron dos hechos muy dolorosos: la evasión a la AFIP con la escandalosa suma de 8.000 millones de pesos por parte de los empresarios Cristóbal López y Fabián de Souza a través de la empresa Oil Combustibles, que ciertamente permitió o hizo la vista gorda de Ricardo Echegaray, ex titular de la AFIP.
El restante fue la difusión de las imágenes en la que muestran a Martín Báez (hijo de Lázaro Báez), el contador Daniel Pérez Gadín y su hijo Sebastián Ariel, y Fabián Rossi, entre otros, donde se los ve contando pilas de dólares y transportándolas en grandes bolsos deportivos.
Están acusados de haber lavado dinero y no podrán salir del país sin un permiso especial de la Justicia. El juez federal Sebastián Casanello, que los citó a indagatoria para el 21 de abril, les prohibió viajar al exterior y también dispuso una inhibición general sobre sus bienes.
¿No tienen ninguna vinculación directa el empresario Lázaro Báez (a quien Casanello citó también a indagatoria), Cristina Fernández y otros funcionarios en esta maniobra fraudulenta? ¿Por qué es tan lenta la Justicia argentina para investigar a los gobiernos de turno o también sufren presiones políticas para no hacerlo?
En medio de la crisis institucional que vive Brasil, también por corrupción, un juez brasileño suspendió el nombramiento del ex presidente Luiz Inacio Lula da Silva como jefe de gabinete, en otro turbulento capítulo de una crisis regada de escándalos que amenaza el mandato de Dilma Rousseff, quien podría sufrir un juicio político.
A decir verdad, la corrupción está enquistada en el poder en casi todos los niveles: políticos, económicos, empresariales, gremiales, sociales, religiosos, entre otros. La ciudadanía tiene que tomar conciencia de que no son hechos aislados sino que vienen de hace mucho tiempo y erosionan la credibilidad de las instituciones republicanas y ponen en juego a la misma democracia.
La corrupción es una enfermedad que será difícil desterrar en la medida en la que haya interesados de ambas partes: el que corrompe y el que es corrompido, es decir el que ofrece coimas y el que las recibe. Todo dinero que se destina a corrupción, nunca llegará a los servicios esenciales del Estado como educación, salud, seguridad, y habrá menores inversiones del sector privado.

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