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Un arquitecto viudo, de 70 años y abuelo, fue ordenado sacerdote

Recibió el orden sagrado junto a 11 seminaristas en una parroquia de Coghlan de Buenos Aires. Asistieron sus dos hijas y su nieta.Por Jorge Rouillon

Rolando Hugo Trinchero, arquitecto, de 70 años, viudo y padre de dos hijas, fue ordenado sacerdote ayer, al igual que otros once diáconos de entre 27 y 37 años.
El arzobispo de Buenos Aires, cardenal Jorge Mario Bergoglio, ordenó a los doce nuevos presbíteros en una misa oficiada en el colmado templo parroquial de Nuestra Señora de los Angeles, en el barrio de Coghlan.
Ya ordenado, Trinchero dio la comunión a sus dos hijas: María Paula, casada, de 32, y María Inés, soltera, de 29. Y al concluir la ceremonia, su nietita, Sofía Terreu, de tres años, sin entender demasiado lo que pasaba, se acercó al altar, para abrazar al abuelo.
Trinchero se jubiló en 2000 de su trabajo en el Banco Nación. Confesó que su vocación sacerdotal ya asomaba como deseo en los años en que militaba en la Acción Católica en el secundario del colegio La Salle. Pero sus guías espirituales le aconsejaron entrar en la Universidad y siguió Arquitectura. «La misión es llevar a Cristo a todos los ambientes donde uno está», dijo, evocando su actuación juvenil en la Acción Católica.
«A los 28 años, Dios puso en mi camino a Matilde. La afinidad con ella fue casi inmediata. Convertidos en marido y mujer, emprendimos juntos un camino pastoral familiar en la zona de Devoto. Tuvimos dos hijas, y participábamos del Movimiento Familiar Cristiano y de la Unión de Padres del Colegio del Huerto. Y en los últimos años, en la catequesis familiar, para formar a los padres, en la parroquia Santa Ana, de Villa del Parque», contó el nuevo sacerdote.
Su esposa falleció en abril de 2001. El la atendía «mañana, tarde y noche» para aliviar su dolor. Una de sus hijas comentó ayer que ella le decía: «Si yo me voy primero, vos te vas a hacer sacerdote: te abro el camino desde el cielo».

«Un camino que marca Dios»

«El Señor quiso que ella se fuera antes. Estaba convencida de que yo iba a seguir este camino», dijo él. ¿Por qué lo eligió?, le preguntó una periodista. «Es un camino que Dios te lo va marcando; uno se pone a su disposición.»

Ante otra pregunta, Trinchero dijo que Cristo «está en la familia, es el tercero en todo matrimonio cristiano y la familia tiene que defender la vida desde la concepción hasta la muerte natural». Explicó que siempre ha existido en la Iglesia «la viudez consagrada y destacó que su caso no disminuye el valor del celibato. Refiriéndose a él y a los otros ordenados, dijo: «Si queremos ser sacerdotes es porque amamos el celibato».
«Ha sido un marido y un padre ejemplar, buen amigo, muy apostólico», comentó Susana Defez, amiga del matrimonio. «Es su vocación, estoy reorgullosa, recontenta», dijo su hija María Inés, después de abrazarlo. Contó que unos meses después de morir su madre, cuando él volvió de un retiro en la Trapa y les manifestó lo que estaba pensando hacer, a ella le pareció «obvio». Ayudado por el padre Carlos Scarponi, fue buscando la voluntad de Dios sobre su vida.
El cardenal Bergoglio lo aceptó como seminarista y cursó materias en el colegio Champagnat y en la Facultad de Teología, en Villa Devoto. Pero también le dijo: «Usted va a vivir en su casa, no va romper el núcleo familiar». Y trabajó en la parroquia Santa Lucía, en Palermo. «Mi mamá desde allá debe estar recontenta», comentó, emocionada, su otra hija, María Paula, junto a su marido, Mauro Terreu.
Unos 200 sacerdotes concelebraron la misa de ordenación junto al cardenal Bergoglio, que aconsejó a los nuevos presbíteros «ser mártires cotidianos», asemejándose a Cristo en la Cruz, enseñando en su nombre, no lo que se les ocurra o esté de moda. «Dios no se cansa de perdonar -dijo-. Que el orgullo o la soberbia no los lleve a ustedes a cansarse de pedir perdón. Les pido que no se cansen de ser misericordiosos.»
Al final, tras fuertes aplausos, todos entonaron la Salve en latín ante la imagen de la Virgen de Luján. En la ceremonia también fueron ordenados Santiago Adúriz Berro (30 años, de Olivos); Martín Durán (28, de Moreno), y otros nueve diáconos de la Capital Federal: Martín Bourdieu (28 años), Francisco Martín De Chiara (30), Carlos Alberto Fernández Fandiño (32), Ernesto García Traverso (28), Santiago Giberti (31), Carlos Olivero (27), Sebastián Rivas Corigliano (30), Esteban Rafael Sacchi (37) y Mauricio Tavella (31).
El mismo día, en la catedral de Avellaneda, el obispo local, monseñor Rubén Frassia, ordenó a otros cuatro presbíteros: Diego Jesús García (30 años), nacido en Bahía Blanca; Omar Rey (28), técnico en máquinas industriales que trabajó siete años en una fábrica metalúrgica en Valentín Alsina; Marcelo Quintana (29, que vio nacer su vocación en un colegio carmelita de Wilde, y Alejandro Zelaya (34), psicólogo con estudios de posgrado en Canadá.

Jorge Rouillon

Fuente: diario La Nación, 20 de noviembre de 2005.

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