Cabe primero definir que es “la hora” y que es “el deber” para finalmente abordar eso de la “independencia” de los comunicadores. De la “tiranía” mejor no hablar, no hay tiranía que dure demasiado, es de ley que caiga.
La hora
Me gusta más decir que es “el tiempo”. Suena abarcativo, menos imperativo o exigente y deja actuar también a Dios, que no tiene reloj que marque las horas. Él es el gran aliado, el motor.
Veamos por qué creemos -los que somos política e informativamente incorrectos- que el tiempo ha llegado.
Están de moda los gobiernos de izquierda progresistas. El mundo se está plagando -viene de plaga- de dinámicos populistas mediáticos que pretenden asentarse sobre las minorías fundamentalistas y marginales para generar posibles colectivos sociales capaces de consolidar su poder.
Lo primero que deben ellos hacer según dicta la buena ciencia, es corromper la persona, debilitar a familia y destruir las instituciones. Antes, durante y después el discurso pondrá en duda o simplemente ultrajará todo aquello que contiene elementos de unidad o que permite el reconocimiento de unos con otros; reconocerse como hermanos está prohibido para esta propuesta de sociedad que, admitamos, no propone nada superador, que en realidad nada propone pues nada contiene.
Es una característica de estos gobiernos instalar temas de controversia como discurso distractivo. ¡Mal les vendría que a gente se ocupara de los males que soportan!
Valen ejemplos: El noticiero de mediodía, el de Canal 13 por nombrar uno, hace que los chicos que escuchan terminen familiarizándose con el aborto y considerándolo bueno porque es familiar.
Una vez le pedí al comisario de la seccional policial de mi domicilio que quitara las putas de la esquina. Me pregunto si era por una cuestión religiosa y le respondí que no, que simplemente era porque mis hijos salían a la calle y veían el semáforo, la panadería, la parada de colectivos, la gente común y las putas y todo les resultaba familiar y por ser familiar, bueno y entonces la educación que pretendía darles se iba al diablo… Sacó las putas, las corrió hacia la otra esquina.
Claro que después vino Mauro Viale, el fulano que más daño le hizo a la sociedad de aquella época e instaló travestis y prostitutas en la pantalla de TV y contra la TV es muy difícil luchar.
La educación sexual es otro problema serio.
Está de moda trastocar el principio de subsidiaridad tan caro a nuestra doctrina para permitir al Estado fijar currículas y contenidos y determinar qué, cómo y cuándo nuestros hijos deben aprender cosas del sexo. Pero… ¿No son de la intimidad de las personas esas cosas del sexo? Y si son de la intimidad, ¿Acaso la ropa sucia no se lava en casa? El sexo no es ropa sucia, es un don maravilloso; el goce sexual tampoco lo es, pero vale la analogía.
Por pertenecer a la intimidad de las personas debe ser contenido en los espacios íntimos y no lo hay mejor que la familia.
¿Qué hay familias incapaces de educar? Ese es otro problema y admitido que sea, hay que salir con los tapones de punta a subsanarlo con educación familiar y no con látex o pastillas.
Hace años y siendo funcionario del COMFER, puse en marcha una campaña bajo el lema “Primero la Familia, cuidala, es tuya… y tiene mucho que ver con tu futuro…” dirigida a padres y niños que se continuaba en una “escuela para padres” al estilo de “A mis hijos los educo yo”, un librito imperdible de Alzira López de la diócesis de San pablo, Brasil. Esta campaña adhería a otra lanzada desde Buenos Aires por Dr. León Ginsburg, el Interventor nacional del organismo que se llamó “Antes que el rating, primero la familia”. Logramos que en vastas regiones del país los canales de cable no bajaran señales porno y que se respetara de la mejor forma posible el horario de protección al menor.
Excursus: Triste sociedad que tiene horarios de protección a los niños, que deberían ser los únicos privilegiados y siempre protegidos… (Fin del excursus).
No éramos comehostias ni chupacirios ni orinábamos agua bendita como dijeron algunos, simplemente integrábamos un gobierno que, entre luces y sombras, apostó a la vida siguiendo la doctrina de Perón.
Dicen quienes saben o al menos que creen que saben, que un alto porcentaje de las personas tienen una experiencia homo o próxima a ello en su vida. Personalmente creo cierto o al menos posible el dato. El problema entonces adquiere gravedad cuando quienes deben educar simplemente aprueban como natural lo que no lo es.
Filmus, el progresista Ministro de Educación de Néstor Carlos Kirchner, admitió que consideraba la posibilidad de importar el manual de educación sexual de España para aplicarlo en las escuelas de la Argentina. En realidad es un manual para degenerar especialmente a las chicas y también a los chicos. No les niega diversión a los chicos con las chicas –o con los chicos-. El manual los invita a disfrutar de sus cuerpos sin limites salvo el gusto personal.
¡Epa! Eso ya lo vimos en épocas históricas de la decadencia del espíritu.
El gobierno es el primer comunicador no alternativo ni independiente. Es dependiente de su propia debilidad -y esto vale para la Argentina, para España y para muchos otros países- y debe concluirla de alguna manera. Esa debilidad que no es nada más que la ausencia de raíces comunes con su pueblo y de doctrina tiene que ser suplida con movimientos de escena vaciados de contenidos que adhieren al slogan como masificador de voluntades.
Schwarzenegger no se debilitó porque las comunidades gay o pro abortistas lo denunciasen como una amenaza a la modernidad. Baseotto no mermó porque lo crucificaron, Cristo tampoco, ¿no?
Dos paradigmas diferentes para una misma causa.
Entonces, el tiempo ha llegado, los signos lo indican y los signos son sacramentos en este caso laicos, que indican que la batalla ha comenzado. No es la final, el tiempo no es nuestro, pero hay que librarla como si lo fuera.
Este es el deber.
El deber
Lo primero, informar lo que no dice el oficialismo informativo de la forma que sea, con los pocos medios con que se cuente.
Hay que decirle a la gente lo que otros callan. Decirle que la poesía nace de un corazón enamorado y no de una calentura ocasional y que la poesía es arte, sublimación del espíritu, maduración personal.
Que la virginidad, tan demodé por esos tiempos, es algo que uno guarda para dárselo a alguien. Que no se regala ni se tira por la ventana. Que vale.
Que los hijos son la riqueza de los pobres, el gozo de los ricos y el futuro de las naciones como la nuestra, despoblada e inexplotada.
Que la política es don y tarea para todos y no provecho de algunos.
Que la religión no es opio sino almíbar que no empalaga.
Seamos duros, comprensivos y amables, duros y tiernos a la vez, pero duros en los principios, hablemos sin eufemismos, sin rebusques.
Hablemos de matar un hijo para terminar con el debate del aborto. Seamos sinceros y acabemos con la simulación.
Cuando los abortistas admitan que son capaces de matar a un hijo dejarán de ser abortistas. Asumiéndolo se verán en el espejo con espanto. Lo no asumido no redimido: cuando los asesinos admitan su condición quizá dejarán de serlo y se convertirán.
Denunciemos la mentira, que nadie tiene derecho a ser gil.
Separemos las aguas a lo Moisés: de un lado los de ese lado y del otro los otros, que no queden dudas.
Juan Pablo II decía que en estos tiempos lo que se nos pide, más que el testimonio de la sangre, es el testimonio de la fidelidad.
Creo que por aquí anda la cosa. Es fiel quien valora la causa de su fidelidad, es fiel quien se enamora de esa causa, después viene la donación hasta la de la vida si es necesario: Sacheri, Mujica, Baseotto. Los dos primeros asesinados por el extremismo, el primero siempre fiel, el segundo convertido; Baseotto sin un pestañeo, imperturbable ante el salvajismo agraviante.
La fidelidad paga precio muy caro en una sociedad que la descree y la considera fuera de moda y fundamentalista y por ello cuesta, pero lo que cuesta vale y la fidelidad entusiasma el alma.
Los comunicadores independientes
¿Puede haberlos? Creo que los hay. Somos pocos y con lomo para aguantar.
Este grupo de periodistas se refugia especialmente en Internet. La Net es peligrosa, admite tanto la mentira como la verdad, la anonimia la hace así.
Pero cuidado: Suelen llamarse independientes los comunicadores transgresores y los progresistas aunque en verdad sean esclavos de sus apetencias o ignorancia o de la conveniencia.
Auténticamente independiente es generalmente quien rema contra la corriente y cobra poco o nada por hacerlo. Es un síntoma.
Internet no es masivo por ahora como la TV y aporta un granito de arena a quienes la utilizan. Es David contra Goliat, ¡pero David ganó!
No sabemos dónde llegamos. Una nota puede ser infinitamente repetida y reenviada y el autor no sabe quién la lee al final de la lista de distribución.
Hay una aceleración en el uso de Internet y es una progresión geométrica y su instalación definitiva se producirá antes de los cinco años que sostiene Bill Gates. Recuerden los celulares, hace poco tiempo no más nadie tenía teléfonos en el bolsillo, hoy nadie existe si no tiene uno en el bolsillo.
Por Internet se tocan los temas la forma en que no se tocan en los grandes medios y hablar de los temas que no se tocan en los grandes medios y sobre todo de la forma en que no se tocan en los grandes medios es la verdadera revolución.
Por los medios nos instalan al “Che”, Maradona, el aborto, Chávez, los pectorales de Pampita, el preservativo y una marca de yogurt. Cualquier cosa.
No hace demasiado tiempo decíamos que esta era una sociedad de m….. porque todo se vendía con el trasero. Hoy se vende con el slogan.
Todo lo fácil vale, lo llamativo, lo satisfactorio.
Es la sociedad mínima, la de la autosatisfacción, del conformarse con cualquier cosa y al final, la de la apatía política. Desde ella nos pueden dominar a gusto.
Quien no aprende a valorar la vida ajena tampoco valora la propia ni la forma en que la vive, se acostumbra a la supervivencia si alcanza a ello, se reduce al pan duro, a la sopa aguada, a juntar cartones y espera la próxima elección y el electrodoméstico o el bolsón de regalo para creerse dignificado.
¿Qué hacer?
Informar la verdad, exponer todas las caras de la verdad, la verdadera y las falsas para que nadie pueda llamarnos fundamentalistas, comparar, opinar, definir y defender. Allí está la clave, pero le falta algo: educar.
Si solamente contamos lo que sucede seremos infértiles y sembraremos sobre terreno árido. Si explicamos, comparamos, instamos a la especulación y al pensamiento habremos de ser la semilla que cae donde conviene y aunque no sea mucha la que germine, siempre es suficiente porque Dios está sembrando.
Algo más por lograr: La unidad.
Unidad de concepción para la unidad de acción.
Solemos estar tan ocupados defendiendo nuestra quintita que no vemos el desierto que avanza sobre todos.
Y para terminar: ¿Saben por qué hay tiranía informativa?
Porque nos informamos por medio de los tiranos.
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Fuente: www.politicaydesarrollo.com.ar.