Se trata del editorial del programa «Sábado 100» por radio Sol Rafaela (FM 90,9) que conduce Emilio Grande (h.).- Recientemente se realizó la 108° Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Argentina, en el que fueron revisadas las «orientaciones pastorales» para el periodo 2014-2017.
En la homilía de la misa inaugural, el arzobispo de Santa Fe José María Arancedo, quien fue reelecto presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, expresó que la realidad del perdón es parte central del evangelio de la gracia. ¡Qué difícil es comprender y vivir esta dimensión del perdón sin una mirada de fe que nos introduce en la vida de Dios y nos descubre como hermanos!”.
Y agregó: “En nuestro ´Camino Hacia el Bicentenario en Justicia y Solidaridad´ decíamos que la patria necesita aún ´avanzar en la reconciliación entre sectores y en la capacidad de diálogo. Una amistad social que incluya a todos, afirmábamos es el punto de partida para proyectarnos como comunidad, desafío que no hemos logrado construir en el transcurso de nuestra vida nacional´. Trabajar al servicio del encuentro y la reconciliación de los argentinos es expresión de fidelidad al evangelio de la verdad y la vida, de la justicia y la paz. Es necesario favorecer en nuestros pueblos, recuerdo que decíamos en Aparecida: ´todos los gestos, obras y caminos de reconciliación y amistad social´”.
También se refirió a la participación de una asamblea electiva de la Conferencia Episcopal, destacando que “este hecho hace al camino institucional de nuestra responsabilidad y afecto colegial al servicio de la Iglesia en Argentina. Somos pastores que hemos recibido una misión personal al frente de nuestras Iglesias, pero también, como miembros de la Conferencia Episcopal, tenemos una tarea más amplia que reclama de nuestra presencia. ¡Qué el Espíritu del Señor oriente nuestro discernimiento en el cumplimiento de este acto al que estamos llamados a participar en nuestro servicio pastoral!”.
Todo acto electivo “en la Iglesia es un colaborar desde nuestro conocimiento y decisiones en la obra del Señor. El cuenta con nuestra libertad, nuestra disponibilidad y espíritu colegial en la búsqueda del bien de su Iglesia. Dios y nosotros, nunca nosotros y Dios. Él actúa con los dones de su Espíritu a través de nuestra inteligencia y docilidad. Somos conscientes de nuestros límites, diversidad de acentos y opiniones, pero en el mismo amor y servicio a la Iglesia. Esto enriquece nuestro camino de participación, comunión y servicio eclesial”, sostuvo.
Arancedo reconoció que «hay enfrentamientos y dificultades para el diálogo» en el país y remarcó: «No está mal lo diverso, sería muy triste que todos fuéramos iguales ¡Qué lindo cuando la diversidad nos enriquece!».