Era el primer partido de dos equipos de la ciudad en la B Nacional y eso generaba una gran expectación. Un hecho histórico se iba a producir y por eso los simpatizantes de Atlético agotaron rápidamente las 3700 localidades y los benhurenses, debutantes en la categoría, respondieron también de manera masiva. Nada hacía prever el desenlace violento de este duelo, ya que no existían antecedentes de choques de hinchadas, a tal punto que no todos aceptaban la calificación de partido «clásico».
Por eso que quedó al margen de lo deportivo, terreno en el cual Ben Hur se imponía por 2 a 0 al termino del primer tiempo, cuando se produjeron los incidentes y el árbitro Alejandro Toia suspendió el encuentro, que se disputaba en el estadio Barrio Parque Ilollay, de Ben Hur.
Antes del comienzo del partido se produjeron algunas escaramuzas que provocaron la intervención de la policía que dividía las hinchadas. Fue un aviso. Con el ingreso de los equipos, la agresividad de los simpatizantes de Atlético aumentó y el árbitro demoró 15 minutos el comienzo del juego, medida que distendió los ánimos.
Pero en el entretiempo se potenció el vandalismo de un sector de los hinchas visitantes, que procuraba derribar los tejidos ante la mirada pasiva de la policía, ubicada en el campo de juego.
Cuando ingresaron los equipos la situación se volvió más violenta, porque los hinchas de Atlético se enfrentaron de manera feroz con la guardia de infantería que se encontraba apostada en el sector divisorio de las parcialidades.
Allí se vivió lo peor: una lluvia de proyectiles, balas de goma y, finalmente, la acción desesperada de los bomberos que arrojaban agua contra los exaltados y el público en general para calmar los ánimos.
Los jugadores y las autoridades del encuentro esperaron más de media hora a que se serenaran los violentos, pero Toia, tras el informe del comisario Jorge Negri, responsable del operativo, que dijo no poder dar garantías, decidió suspender el encuentro.
No terminó todo allí, porque la policía arremetió contra la parcialidad visitante para evacuar el sector y lo hizo de una manera un tanto violenta.
La furia siguió fuera del estadio, donde volvieron a chocar casi cuerpo a cuerpo decenas de policías y simpatizantes. Nuevamente volaron los proyectiles y los gases lacrimógenos en el marco de una batalla campal en la intersección de la avenida Irigoyen y Remedios de Escalada.
Por estos enfrentamientos resultaron heridos 28 policías y seis personas quedaron en observación en el hospital de Rafaela Jaime Ferré, ya que presentaban cortes de consideración.
En una conferencia de prensa que brindaron las autoridades de la Unidad Regional 5» se informó que ocho personas quedaron detenidas, todas de Atlético Rafaela.
Néstor Clivatti
Fuente: diario La Nación, 30 de octubre de 2005.