Por Víctor Corcoba Herrero.- El escritor español comparte diálogos conmigo mismo a través de una evocación poética, destacando el amor, la paz, el prójimo, la unidad y no olvidarse de Dios.
Me gustaría ser el verso en el camino,
vivir en la poesía y morir en las manos
de una estrella vestida de árbol florido.
Sueño con ser un surtidor de hojas
para cobijar el silencio que yaceré,
y resguardar la soledad del tiempo.
Aspiro a crear un paraíso de amor,
que mueva y concilie corazones,
como una danza del viento en el alma.
Precisamos querer para atesorar la paz,
avivar el consuelo en nuestros pasos
y revivir los alegres campos serenos.
Hemos de contribuir al resplandor
más puro de luz de la que somos parte,
y ante estas claridades reconciliarse.
Quitémonos la lengua de víbora,
despojémonos de voces que matan,
y retornemos a caminar juntos.
Es hora de anidar el encuentro,
de que el prójimo se sienta próximo,
para ser capaces de vivir en plenitud.
Tenemos que amarnos con pasión
y con compasión, para concebir
el júbilo de trabajar por la unidad.
No dejemos de lado que somos de Dios,
y a Dios hemos de volver, con la bondad
de un espíritu radiante, abrazado al Autor.