Por Ernesto A. O’Connor.- Antecedentes, preocupaciones y prioridades del pensamiento económico de Francisco. En su primer año de pontificado, Francisco, el papa latinoamericano, ha hecho de las urgencias económicas y sociales globales uno de sus temas centrales. En este sentido, parte de una visión de la economía desde lo social. La exhortación apostólica Evangelii Gaudium es aleccionadora y nos ayuda a organizar su pensamiento en esta materia.
La economía desde Evangelii Gaudium
El capítulo II se titula “En la crisis del compromiso comunitario”. En un prolijo listado, a modo de las bienaventuranzas de Lucas, señalando aspectos negativos, Francisco presenta sus preocupaciones centrales relacionadas con la economía. Los tres “no” se refieren a la exclusión, al dinero y la inequidad.
Ante todo, plantea un “No a una economía de la exclusión y la inequidad “(EG 53). Para el Papa, “en este contexto, algunos todavía defienden las teorías del derrame, que suponen que todo crecimiento económico, favorecido por la libertad de mercado, logra provocar por sí mismo mayor equidad e inclusión social en el mundo”. Luego advierte que “para poder sostener un estilo de vida que excluye a otros, o para poder entusiasmarse con ese ideal egoísta, se ha desarrollado una globalización de la indiferencia” (EG 54).
El segundo “no” se refiere tanto a la idolatría del dinero como a un dinero que gobierna en lugar de servir. “La crisis mundial, que afecta a las finanzas y a la economía, pone de manifiesto sus desequilibrios y, sobre todo, la grave carencia de su orientación antropológica que reduce al ser humano a una sola de sus necesidades: el consumo” (EG 55).
Para Francisco, esta situación proviene de ideologías que defienden la autonomía absoluta de los mercados y la especulación financiera. De ahí que “nieguen el derecho de control de los Estados, encargados de velar por el bien común”. A todo ello se añade “la deuda externa, una corrupción ramificada y una evasión fiscal egoísta”.
De todo lo anterior se deriva el tercer “no”: la inequidad y la exclusión. Luego, el Papa reclama una reforma financiera que no ignore la ética, y que requeriría un cambio de actitud enérgico por parte de los dirigentes políticos.
En tanto, en el capítulo IV, “La Dimensión Social de la evangelización”, la inclusión social de los pobres es un apartado central. El documento afirma que “unidos a Dios escuchamos un clamor que se fundamenta en citas bíblicas, por eso se debe fidelidad al Evangelio, que proclama: ‘Felices los misericordiosos, porque obtendrán misericordia’ (Mt 5,7)…. así como el apóstol Santiago enseña que la misericordia con los demás nos permite salir triunfantes en el juicio divino” (EG 193). Los antecedentes son inequívocos: desde el reclamo de justicia social de los profetas en el Antiguo Testamento, pasando por el mensaje de Jesús relacionado con las bienaventuranzas o el juicio final, y enfatizando la primacía de una visión eclesial en el sentido del apóstol Santiago, donde las fe se demuestra por las obras. Para Francisco, los pobres tienen un lugar privilegiado en el Pueblo de Dios: “Para la Iglesia la opción por los pobres es una categoría teológica antes que cultural, sociológica, política o filosófica” (EG 198).
Finalmente, realiza algunas reflexiones sobre economía y distribución del ingreso, donde señala, por ejemplo, que los planes asistenciales sólo deberían pensarse como respuestas pasajeras.
En cuanto a la organización de la economía, insiste en que ya no se puede confiar en las fuerzas ciegas y en la mano invisible del mercado, aunque afirma estar lejos de proponer un populismo irresponsable.
De los grandes documentos sociales y económicos de la Iglesia de los últimos 50 años, si bien se citan varios, parece haber mayor afinidad con Populorum Progressio, que, sin dudas, fue el documento marco para el desarrollo de la opción preferencial por los pobres de la Iglesia latinoamericana.
Las Conferencias Episcopales del CELAM son los mayores antecedentes del pensamiento económico de Francisco, pero en particular la Conferencia de Aparecida de 2007, donde el entonces cardenal Jorge Bergoglio fue responsable de la edición final del documento. Claramente, Evangelii Gaudium refleja en parte aspectos de la Teología del Pueblo, encarnada en la Iglesia argentina desde los años ‘60, donde se rescatan los valores del pueblo fiel y la piedad popular, en cierta contraposición a las visiones más extremas de la Teología de la Liberación donde se promovía liberar a los pobres de la opresión con diversas metodologías.
Cuestiones de énfasis y preocupaciones
Si se quisiera referenciar a algún economista, la visión de Francisco podría analizarse desde la perspectiva de John Stuart Mill, para quien la economía se dividía en la producción y la distribución. Para la primera cabían leyes económicas; para la segunda, cuestiones valorativas. En Francisco, la preocupación por la distribución parece dominar a la producción.
Habitualmente, el énfasis en lo social suele limitar las aproximaciones a otras cuestiones de la economía. No hay un énfasis en la producción, la inevitable realidad del ciclo económico, los aportes del cambio tecnológico al progreso de la humanidad o la importancia del largo plazo, si bien Evangelii Gaudiumresalta el rol del empresario en la creación de empleo.
Además, una visión de la economía desde lo social en general posterga la percepción del largo plazo, pues la exclusión siempre requiere atención urgente. Así, se plantean interrogantes en torno a la temporalidad fáctica de la erradicación de la exclusión. La solución definitiva a estas cuestiones posiblemente pueda encontrarse de manera intergeneracional, con progresos reales en la calidad educativa, la articulación con el mundo del trabajo y el acceso a una salud adecuada también para los pobres.
Con todo, el aporte a un mundo globalizado con evidentes y fuertes manifestaciones de exclusión encuentra en el mensaje económico y social de Francisco una voz resonante y esperanzada. La crisis de liderazgos, junto a la creciente preocupación por el desempleo y las causas morales de la coyuntura global han encontrado en Francisco una luz para este momento de la humanidad.
Fuente: revista Criterio, Nº 2401 marzo 2014.