Hoy quisiera hablar desde el corazón, contarles un poco de lo que vivimos los docentes de nuestra provincia, porque merecemos ser escuchados y, sobre todo, comprender lo que está en juego en nuestras vidas.
Nosotros, los que elegimos esta profesión y dedicamos nuestra pasión y nuestro esfuerzo a enseñar a los niños, jóvenes y adultos, estamos atravesando momentos muy difíciles. Nuestros sueldos ya no alcanzan para cubrir lo más básico: la alimentación y la protección de nuestras familias.
La pérdida significativa del poder adquisitivo limita nuestra posibilidad de acceder a una vida digna y condiciones adecuadas para desempañar nuestra tarea educativa.
Vemos cómo la inflación devora lo que ganamos con tanto sudor. Pero esa no es solo una cuestión económica: es una cuestión de dignidad. Es ver cómo nuestro trabajo, que es tan valioso, parece no ser reconocido. Cada día luchamos para que nuestros alumnos tengan un lugar en las aulas, en las mejores condiciones posibles, pero la realidad nos pone obstáculos que parecen insuperables. La política de ajuste que prioriza el equilibrio fiscal por encima de los derechos y necesidades de los que trabajamos en educación pone en riesgo la calidad educativa.
Y lo que duele aún más, es pensar en nuestros jubilados, quienes a lo largo de toda su vida entregaron sus mejores años a educar y formar a la sociedad, y que hoy en sus vidas enfrentan la incertidumbre, con jubilaciones que no alcanzan, que no reflejan su esfuerzo y dedicación. Personas que nunca fallaron y que cumplieron con sus aportes previsionales durante toda su carrera, y hoy sufren el descuento de un aporte solidario que no les corresponde… porque ya lo hicieron.
No somos solo números o nombres en una lista; somos seres humanos con historias, sueños y necesidades. Necesitamos que nos acompañen, que entiendan que detrás de cada aula hay personas que aman lo que hacen, que entregan todo, y que también tienen derecho a una vida digna.
Les pido que piensen en nosotros como sus vecinos, familiares o amigos. En aquellos que todos los días dan lo mejor de sí, con la esperanza de construir un país mejor.
No estamos pidiendo algo imposible: solo queremos lo que nos corresponde, lo que merecemos. Queremos seguir enseñando con alegría y compromiso, pero necesitamos que esa alegría no desaparezca por la tristeza de sentir que a veces la vocación y el esfuerzo no alcanzan, que la esperanza se apaga por no ser escuchados ni comprendidos por aquellos que olvidan el valor de educar.
Desde Amsafe Castellanos y como docentes queremos expresar la profunda preocupación y el sufrimiento que enfrentan nuestros colegas en el contexto actual, marcado por decisiones y medidas implementadas por el gobierno provincial y nacional que han agravado nuestra situación.
Ratificamos nuestra lucha por derechos plenos, por salarios acordes a la realidad económica, por una jubilación digna y justa, y por condiciones laborales que permitan desarrollar nuestra tarea con pasión y compromiso. Exigimos que el Gobierno escuche nuestras voces y tome medidas concretas que privilegien el bienestar de todos los docentes que sostienen a la escuela pública y la educación de nuestros niños, jóvenes y adultos.
No podemos permitir que la desidia y la indiferencia sigan socavando la educación pública, que es el pilar fundamental de nuestra sociedad. Es momento de unidad. ¡Por una educación pública digna y de calidad!