A 25 años de los mejores recuerdos en primera persona

María Emilia "Pitu" Salerni transmitió sus emociones del 2000, donde se consagró en Wimbledon y el US Open, siendo número uno del mundo juvenil.

En un recorrido por ese 2000 inolvidable, donde le dio tantas satisfacciones al deporte rafaelino, María Emilia Salerni se emocionó hasta las lágrimas este viernes en el auditorio del Hotel Parra, donde junto a familiares, grupo de trabajo de ese entonces, sponsors y amigos transitó momentos que le permitieron entrar no solo en la galería de grandes deportistas de nuestra ciudad, sino del deporte argentino y mundial como tenista juvenil.

«Pitu», que hoy tiene 42 años, es madre de tres hijos y está radicada en San Francisco, luego de la introducción del colega Oscar Martinez se mostró muy feliz por esta velada en Rafaela, la «ciudad de sus raíces y sus mejores recuerdos, que me conecta a una época de permanente aprendizaje».

Hoy parece casi imposible para un deportista del interior del interior argentino ganar Wimbledon y el US Open, ser finalista de Roland Garros, terminar el año como número uno del mundo en su categoría, y de yapa ir a los Juegos Olímpicos con 17 años. Pero sobre todo hacerlo con un cuerpo técnico local, entrenando en infraestructura del medio y teniendo las desventajas naturales que los deportistas argentinos conviven desde siempre con los europeos o de otros países más desarrollados. Por eso cobra mayor dimensión lo logrado por María Emilia en ese año.

Justamente una de nuestras consultas apuntó a si recordaba esas preparaciones en escenarios improvisados, tratando de achicar la brecha con rivales que tenían mejores condiciones de entrenamiento. Porque en el polvo de ladrillo en 9 de Julio no había diferencias, pero distinto era cuando había que encarar Wimbledon o el US Open.

«Si, recuerdo cuando con el Colo (Sergio Ledesma, su entrenador), fuimos a prepararnos para Wimbledon en una cancha de césped sintético de fútbol 5 en Ben Hur. O en cemento en la quinta de Williner…», tiempos que hablaban también de una humildad y de una disciplina por el entrenamiento que luego se tradujo en esos grandes logros.

Con los trofeos sobre una mesita especialmente acondicionada siendo testigos de sus varias interrupciones por lágrimas de emoción, la ex tenista valoró que «todos los triunfos de ese año me dieron la posibilidad de jugar los Juegos Olímpicos, en cierto modo por ahí me sentí con esa hermosa experiencia un poco la niña mimada del tenis, como tituló en esa época un diario nacional».

Pitu, sobre cómo fue capaz de conseguir lo que hizo, lo analizó siendo cuidadosa de no caer en egoísmos, que «yo siempre fui ganadora, desde chiquita, cuando tenía cuatro años y empecé a jugar en 9 de Julio. Siempre quería ganar, desde preinfantiles hasta el 2000 gané todo».

Naturalmente, en el medio estuvieron los sacrificios que todo gran deportista de alto rendimiento debe tener, como «esperar un tren en un pueblito de Francia a las tres de la mañana para irme a jugar a otro país», entre otras cosas. Pero así fue como luego tuvo experiencias ya como profesional inolvidables, como para ella lo fue enfrentar a las hermanas Williams, o estar una semana entrenando en la casa de Martina Hingis.

En la parte final del recorrido, ya dentro de su carrera como profesional, admitió que «los resultados no fueron los mismos que como junior por diferentes motivos. No es lo mismo enfrentar a una chica de tu misma edad que a otra más grande y de mayor experiencia, aparecieron algunas lesiones, después de un tiempo sentí que por ahí me compararon demasiado rápido con Gaby Sabatini». Su retiro fue en 2009, con apenas 26 años, sobre lo que recordó que «en 2007 había tenido mi mejor ránking, 65, después de una final en Bogotá. Y al poco tiempo cuando con quien era mi entrenador Gonzalo López, en España, tuve una lesión doblándome el tobillo. Se aceleró la recuperación para estar en el US Open y no fue lo mismo. Estuve parada mucho tiempo y cuando retomé, tuve que hacerlo con ranking protegido, y me costó. Haber estado en el país unos meses hizo que empezara a analizar otras cosas, ya estaba de novio con quien hoy es mi marido, y en 2009 un día le dije a Gonzalo ‘no juego más al tenis’».

También aprovechó para agradecer «al grupo de empresarios que se subió al barco de la ilusión conmigo, me ayudaron económicamente y fue crucial: familia Parra, Williner, Limansky, Sodecar, Supermercados Pingüinos y Ricardo Peirone como intendente en aquél entonces».

Así transcurrió un lindo reencuentro de Pitu con sus amigos de Rafaela. La ciudad que siempre recordará sus títulos.

Fuente: https://www.diariolaopinion.com.ar/

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