Introducción: nos proponemos presentar la DSIC, su contenido esencial y cómo nace dentro del proceso histórico de la Iglesia Católica. Elegimos como título de esta presentación “desde la belleza de la fe a una nueva inteligencia de la realidad que nace del corazón” porque creemos que así definimos su originalidad y la novedad que aporta al mundo y a la Iglesia contemporánea.
Definición: partimos del magisterio de san Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco.
En el punto 53 de Centesimus Annus, san Juan Pablo II dice: “En los últimos 100 años la Iglesia ha manifestado repetidas veces su pensamiento, siguiendo de cerca la continua evolución de la cuestión social, y esto no lo ha hecho ciertamente para recuperar privilegios del pasado o para imponer su propia concepción. Su única finalidad ha sido la atención y la responsabilidad hacia el hombre, confiado a ella por Cristo mismo, hacia este hombre, que como el Concilio Vaticano II recuerda, es la única criatura que Dios ha querido por sí misma y sobre la cual tiene su proyecto, es decir, la participación en la salvación eterna. No se trata del hombre abstracto, sino del hombre real, concreto e histórico: se trata de cada hombre, porque a cada uno llega el misterio de la redención y con cada uno se ha unido Cristo para siempre a través de este misterio. De ahí se sigue que la Iglesia no puede abandonar al hombre y que este hombre es el primer camino que la Iglesia deber recorrer en el cumplimiento de su misión, camino trazado por Cristo mismo, vía que inmutablemente conduce a través del misterio de la encarnación y de la redención. Es esto y solamente esto lo que inspira la doctrina social de la Iglesia. Si ella ha ido elaborándola progresivamente de forma sistemática, sobre todo a partir de la fecha que estamos conmemorando, es porque toda la riqueza doctrinal de la Iglesia tiene como horizonte al hombre en su realidad concretar de pecador y de justo”.
En el punto 28 de Deus Caritas est dice Benedicto XVI “La fe permite a la razón desempeñar del mejor modo su cometido y ver más claramente lo que le es propio. En este punto se sitúa la doctrina social católica”.
En el punto 217 de Dilexit Nos, Francisco afirma “Lo expresado en este documento nos permite descubrir que lo escrito en las encíclicas sociales Laudato sí y Fratelli tutti no es ajeno a nuestro encuentro con el amor de Jesucristo, ya que bebiendo de ese amor nos volvemos capaces de tejer lazos fraternos, de reconocer la dignidad de cada ser humano y de cuidar juntos nuestra casa común”.
Ubicación en el tiempo. El tiempo es superior al espacio.
La DSIC nace con la Rerum Novarum, el 15 de mayo de 1891 y se desarrolla a través de una parábola histórica que va desde León XIII a León XIV, que, a su vez, significa un momento histórico nuevo para la Iglesia y para el mundo.
La desarrollaron, hasta ahora, siete pontífices, cuatro italianos (León XIII, Pío XI, Juan XXIII y Pablo VI), un polaco (Juan Pablo II), un alemán (Benedicto XVI) y un argentino (Francisco), que escribieron once encíclicas y dos exhortaciones apostólicas. De los 134 años que van de 1891 a 2025, en los primeros 70 años se publicaron sólo dos encíclicas, la Rerum Novarum de León XIII, en 1891, y la Quadragesimo Anno de Pío XI, en 1931. Luego en 64 años, se publican las otras nueve encíclicas y las dos exhortaciones apostólicas, además de celebrarse en Concilio Vaticano II (1962-1965). Juan XXIII con Mater et Magistra en 1961 y Pacem in Terris en 1963, Pablo VI con Popularum Progressio en 1967 y Octogesima Adveniun en 1971 (esta es exhortación apostólica), Juan Pablo II con Laborm Excersen (1981), Solicitudo rei Sociali (1987) y Centecimus Annus (1991), Benedicto XVI con Caritas in Veritate (2009) y, finalmente, Francisco con Laudato si (2015), Fratelli Tutti (2020) y Laudato Deum (2023) esta es exhortación apostólica.
La naturaleza de la DSIC. La realidad es más importante que la idea.
Yo suelo caracterizar cada uno de esos momentos históricos de la siguiente manera, León XIII y “la cuestión obrera”, Pio XI y “las Ideologías”, Pio XII y “la configuración del mundo contemporáneo”, Juan XXIII y “el Aggiornamento”, Pablo VI y “el Tercer Mundo”, Juan Pablo II “Cristo y el hombre”, Benedicto XVI “La caridad de Dios y el hombre, en el inicio de un nuevo milenio” y Francisco “la sinfonía de la fe, belleza, bondad y verdad, expresadas en gestos y palabras”.
Juan Pablo II, el 12 de octubre de 1984, caracterizó la presencia de la Iglesia en el mundo a través de tres oleadas evangelizadoras, el imperio Greco-Romano-Helenístico, Europa y América. La DSIC inaugura un cuarto período histórico que está caracterizado por la Revolución Francesa y la Revolución Industrial.
León XIII y la cuestión obrera. En sus inicios con la Rerum Novarum de León XIII da una respuesta a las consecuencias de esas dos revoluciones, una nueva organización del Estado y una nueva configuración de la economía. Aquí ya se manifiesta como juzga la realidad de su tiempo histórico de una manera totalmente nueva, en relación con el pensamiento dominante de su época, atravesando las ideologías del liberalismo y el marxismo nos ayuda a entender por dónde pase el problema propiamente humano, la “dignitas infinita”. Él nos ayuda a descubrir que “el trabajo” es la clave de la cuestión social.
Pio XI y las Ideologías. Hay un punto en el siglo XX en que las ideologías adquieren un relieve decisivo para el destino de la humanidad, ya que su pretensión de totalidad se hace manifiesta a través de uso del poder. La audacia ingenua de este Papa es descifrarlas desde dentro, mostrar su inconsistencia y proponer un camino superador. Eso hace con Mit Brennender Sorge, del 14 de marzo de 1937, en relación al nacionalsocialismo alemán, con Divis redemtoris, del 19 de marzo de 1937, con respecto al comunismo de la URSS, y en 1931 con Non abbiamo bisogno, en referencia al Fascismo italiano. Y el 15 de mayo de 1931, con la Quadragesimo anno, con respecto al imperialismo internacional del dinero, emergente en EE.UU., y proyectado hacia toda la humanidad, como las otras tres ideologías. Como respuesta a las cuatro ideologías propone el principio de subsidiariedad, que tiene como esencia dar sentido al uso del poder.
Pio XII y “la configuración del mundo contemporáneo”. En su pontificado, de 1939 a 1958, toma forma el mundo contemporáneo. A la lógica de la confrontación propone que “la unidad prevalece sobre el conflicto” y abre horizontes totalmente nuevos para la Iglesia, ya que es el precursor indiscutido del Concilio Vaticano II, y es quien inicia, con “Ad Ecclesiam Christi” el proceso de las conferencias latinoamericanas de Río de Janeiro, Medellín, Puebla, Santa Domingo y Aparecida. Nos ayudó a redescubrirnos como cuerpo de Cristo. Su penetrante inteligencia iluminada por la fe abrió los caminos de un diálogo con el mundo contemporáneo que llevarán a la Iglesia a profundizarlos sinodalmente en el Concilio Vaticano II.
Juan XXIII y “el Aggiornamento”. Además de convocar e inaugurar el Conciclio Vaticano II, retomando cuatro siglos de historia, desde el Concilio de Trento, nos ofrece un tratado de toda la DSIC en Mater et Magistra, incorporando la valoración de la iniciativa de la sociedad civil, y la armonía entre los distintos componentes de la sociedad y la integración de sus regiones, y con Pacem in terris, desarrollas los fundamento de los derechos humanos, que habían sido declarados en 1948, dándole una consistencia antropológica y teológica, y un sentido unitario.
Pablo VI y “el Tercer Mundo”. Con el proceso de descolonización en la década del 60 al 70 pasamos de 50 países existentes en el mundo a 150. En ese contexto vertiginoso se publica la Popularum Progressio donde se afirma el desarrollo “de todo el hombre y de todos los hombres” como horizonte ideal para la acción social y política. Y con Octogessima adveniens penetra los temas de mayor actualidad como la urbanización, la emergencia de los jóvenes y las mujeres, el medio ambiente, los medios de comunicación social, la inmigración, la discriminación, enfocándolos desde la novedad que nace de la fe.
Juan Pablo II “Cristo y el hombre”. Desde la certeza existencial que Cristo es el centro del cosmos y la historia, vuele a poner el “acontecimiento cristiano” como clave interpretativa de todo lo real y con Laborem Exercens, Sollicitudo rei Socialis y Centésimus annus, recapitula toda la DSIC desde el trabajo humano, el desarrollo humano integral y la recuperación del valor subjetivo de la persona y la sociedad. Nos deja como instrumentos centrales para el encuentro con el mundo contemporáneo el Catecismo de la Iglesia Católica y el Compendio de la DSIC.
Benedicto XVI “La caridad de Dios y el hombre, en el inicio de un nuevo milenio”. La gran novedad que introduce es la relación entre corazón y razón, de ahí Caritas in Veritate. Desde el criterio de fondo remonta los últimos 400 años de historia y juzga toda la realidad actual proponiendo como respuesta la novedad que nace del hecho cristiano, la gratuidad y la Fraternidad. En tres años de catequesis retoma todo el proceso de desarrollo de la tradición de la Iglesia, desde los apóstoles hasta Santa Teresita del Niño Jesús, pasando por todos los padres orientales y occidentales y los grandes doctores de la Iglesia, concluyendo su obra maestra con los tres tomos de Jesús de Nazaret. Todo vivido como un gran diálogo misericordioso con el hombre de hoy.
Francisco “la sinfonía de la fe, belleza, bondad y verdad, expresadas en gestos y palabras”. La clave de lectura de todo su pontificado es “Dilexit Nos”, que en sintonía con “Gaudete et exultate” nos revelan que su corazón estuvo siempre centrado en las bienaventuranzas y el juicio final de Mateo 25, desde ahí e inspirado en san Francisco de Asís, leyó de manera totalmente novedosa el mundo de hoy, con Laudato sí, Fratelli Tutti y Laudato Deum, despertando en la Iglesia y el mundo una nueva sensibilidad hacia la pobreza, la naturaleza y el deseo de fraternidad, que están en lo profundo del corazón humano. Concluye su pontificado abriendo un camino, un método, la sinodalidad, para volver a la unidad, es decir a la amistad, que nace de la fe.
Conclusión. León XIV, la originalidad que nace del corazón misericordioso e inagotable de Dios.
Se presentó a la Iglesia y al mundo, explicando por qué decidió llamarse León XIV, haciendo expresa referencia de querer retomar la herencia recibida de León XIII, en especial la Rerum Novarum. Es el primer papa agustino, como Francisco fue el primer papa jesuita. Los dos vienen de América. Los dos encarnan hasta la médula el origen de su propio carisma, que, por ser católicos, están abierto a la totalidad, como Francisco que siendo jesuita tomo como paradigma a san Francisco. Es un claro signo de los tiempos. Los 134 años que recorre la parábola histórica de la Rerum Novarum de León XIII, a la humanidad de León XIV, nacido en Chicago y radicado en Chiclayo, nos demuestra que lo que propusimos en el título “Desde la belleza de la fe a una nueva inteligencia de la realidad que nace del corazón” ha sido una experiencia que se encarnó en la Historia y nos ha alcanzado a nosotros.