Maestría en Comunicación Estratégica
Facultad de Ciencia Política y RR.II.
Universidad Nacional de Rosario
Seminario: «Problemática ambiental en
el contexto de la globalización».
Docente: Carlos Galano
Alumno: Emilio Grande
Año: 2012
A modo de introito
El tercer seminario cursado en esta maestría fue dinámico, complejo y, al mismo tiempo, cuestionador sobre la “crisis ambiental” que viene padeciendo la madre Tierra desde hace décadas, contándose con el aporte de categorías de análisis novedosas y también contribuyó el intercambio de experiencias al escuchar los testimonios de distintos actores sociales y de los compañeros.
Al intentar reflexionar sobre esta problemática planteada sobre los aspectos tratados durante la cursada y sumado a la lectura de algunos autores propuestos por la cátedra me sirvieron para enfocar la caracterización del conflicto ambiental escogido.
Se trata de la contaminación ambiental producida por varias empresas rafaelinas durante más de tres décadas en los canales y arroyos ubicados al Este de la cuenca de la provincia de Santa Fe, produciendo la mortandad de la vida acuática.
Frente a esta situación, primeramente, las comunidades afectadas tomaron conciencia de este “pasivo ambiental”, luego fueron presentadas denuncias en la Secretaría de Estado de Medio Ambiente y Desarrollo Sustentable (SMADES) de la provincia de Santa Fe y en los tribunales de Rafaela, intimando a la realización de las obras, como así también se formó una comisión de seguimiento integrada por las comunas y vecinales afectadas, el Municipio y el Concejo Municipal rafaelinos, la SMADES, “El Club de Caza y Pesca El Zar” (Humboldt) y la Asociación Amigos de la Vida (Rafaela), entre otros.
En este trabajo investigativo se analiza este proceso en el que la citada comisión de seguimiento tuvo un rol protagónico, conminando a las empresas Molfino, Sodecar y Rafaela Alimentos para que realizaran las obras de tratamiento de efluentes primarios y secundarios con el objetivo de terminar con la mortandad de peces y todo tipo de vida acuática denunciada en la Justicia, con enfoques desde los paradigmas mecanicista de la racionalidad instrumental y desde el pensamiento ambiental latinoamericano.
Diagnóstico situacional
La ciudad de Rafaela viene teniendo desde hace algunas décadas la imagen de “isla” porque supuestamente los problemas eran inexistentes o mínimos y no necesitaba ayuda externa y luego se sumó el mote de “modelo” en términos de referencia nacional e internacional por el entramado pymes con un perfil exportador, la producción agropecuaria, el bajo nivel de desocupación, entre otros parámetros.
Pero en los últimos años esta ciudad del centro-oeste santafesino explotó socialmente, llegando a tener actualmente una población estimada de unos 100.000 habitantes (el último censo fue en 2010 pero todavía no se conocen los datos), con lo cual ha generado un sinnúmero de problemas sociales, económicos, sanitarios, habitacionales, ambientales, por citar algunos.
Respecto al entramado pymes genera una interesante ocupación de mano de obra, abasteciendo a los mercados interno y externo desde hace varias décadas. Los rubros más destacados son los lácteos, frigoríficos y metalmecánica.
Si realizamos un análisis desde un enfoque de la racionalidad instrumental, utilitarista y economicista se puede afirmar que el modelo de producción fue exitoso porque hubo un crecimiento de los mercados a escala nacional, exportando a países de todos los continentes.
El problema se presenta cuando algunas empresas como los frigoríficos Sodecar y Rafaela Alimentos, la láctea Molfino (vendida primero a Pérez Companc y luego a la canadiense Saputo) y la Curtidora del Oeste (cerró hace unos años, dejando en la calle a más de un centenar de obreros) parece que se olvidaron de cuidar y preservar el medio ambiente, que es de todos los habitantes, cuyos efluentes industriales eran arrojados sin los debidos tratamientos primarios y secundarios en los canales Norte y Sur de Rafaela, los que luego vuelcan en la Cañada de Flesia, arroyos La Paloma, Las Prusianas y Cululú, desembocando en el río Salado.
“El espacio urbano tiene tragedia, que es la misma tragedia del planeta Tierra. Se llama crisis ambiental, la producida por una racionalidad lineal, simplificadora, reduccionista, que ve las partes y jamás puede ver el todo”, expresa Carlos Galano en el trabajo de Ana María López “La crisis ambiental, crisis de la humanidad, la cultura y las ciencias: Carlos Galano” (2005).
Las consecuencias de este maltrato ambiental sobre este caso que se está analizando fueron los malos olores, la mortandad de peces, el entierro de desechos industriales, denuncias por enfermedades cancerígenas y malformaciones congénitas.
Al respecto, Luis Sabini pregunta en voz alta: “¿Son los banderilleros argentinos nuestros niños palestinos arruinados por las balas de la agroindustria en este caso y de algún modo encarnan a toda una sociedad agredida por el éxito monetario y fácil de la agroindustria? ¿Dónde está el asiento social desde el cual se podrá medir el grado de contaminación, el alcance de los cánceres, de las alergias, de las malformaciones congénitas, de las mutaciones?” (“La bajante del Paraná: el río que se olvidó de ser, porque las perdices ponen huevos y no tienen crías”, Escuela “Chico Mendes”, 2009).
En lo personal integro la redacción del diario La Opinión de Rafaela desde el 1 de marzo de 1996 hasta la fecha. A partir del año 2000 fueron publicadas varias crónicas sobre denuncias realizadas por vecinos y autoridades de las comunas afectadas al Este de esta ciudad ante la SMADES.
“Se arrojan a los arroyos sustancias químicas y/o bioquímicas, que no son debidamente tratadas y producen desde hace más de dos décadas un impacto terriblemente negativo en los ecosistemas de estos arroyos (…) se han hecho análisis arrojando resultados elevados de arsénico, sulfuro, sulfato y cromo. (…) Más allá de la buena voluntad, necesitamos hechos que empiecen a generar soluciones”, denunció Germán Kahlow, entonces presidente comunal de Humboldt, en una entrevista realizada por este alumno (diario La Opinión, 13 de diciembre de 2000). La localidad de Humboldt está ubicada a unos 45 km al este de Rafaela.
En aquel momento los ingenieros Alfredo Trento y Horario Beldoménico tomaron muestras en el canal Sur de Rafaela (tiraban sus efluentes Curtidora del oeste), encontrando altos valores de cromo, en el marco de una investigación del Proyecto de Extensión de Interés Social (PIES) del que participaron las Facultades de Ingeniería y Ciencias Hídricas y de Ingeniería Química de la UNL, la Municipalidad de Esperanza, las comunas de Humboldt y Cavour.
Al respecto, el ingeniero Trento comentó a este periodista que “la presencia de oxígeno disuelto en agua sus valores son muy bajos tanto en el canal Sur como en el Norte, provocando la ausencia de oxígeno en un buen tramo del curso de agua. Esto significa que se hace muy difícil la vida de la fauna ictícola. En estos cursos de agua no existen peces, salvo algunas tortugas y otros animales. Esto se da justamente porque no tienen condiciones mínimas de oxígeno que le permitan sobrevivir, algo que también ocurre en otros cursos de agua de la zona” (entrevista publicada el 18 de abril de 2001 en La Opinión).
¿Qué opinaban los productores agropecuarios sobre esta situación?
“Antes los colonos pescaban moncholos y dientudos, había tortugas y nutrias hasta hace unos 30 años. Ahora no hay más vida animal porque los ácidos matan la vida acuática”, señaló Telmo Baronetti (fallecido en 2005, era abuelo de mi mujer) a este cronista en una entrevista publicada el 25 de febrero de 2001 en La Opinión. El campo de los Baronetti está ubicado a 8 km al Oeste de Felicia y 22 km de Rafaela. El canal Norte de nuestra ciudad atraviesa esa propiedad por una extensión de 600 m.
Y agregó: “La contaminación es provocada especialmente por las industrias de Rafaela porque el canal Norte se limpió desde Rafaela hasta Felicia, pagando los colonos ese trabajo, para que después los industriales rafaelinos larguen toda la mugre adentro y empezaron nuevamente a contaminar”.
Por su parte, René Garelli -yerno de Telmo- sostuvo que “el agua es rojiza tirando a marrón, a veces con espuma blanca. También tiran cubiertas, cámaras, bidones de plástico, bolsas de naylon. Además los alambrados están rotos y quemados por el vapor del agua contaminada que largan los ácidos”.
Por lo expresado, no solamente está el problema de contaminación provocado por las industrias rafaelinas que vuelcan sus efluentes sin tratamiento, sino también la gente arroja al canal Norte todo tipo de basura, demostrando la ausencia de conciencia ambiental en la población que se manifiesta en todos los niveles sociales.
“Cuando hay viento Sur viene un olor a podrido que no se aguanta. Vecinos del campo me contaron que del molino sale agua medio colorada. La contaminación llega a las aguas subterráneas de la zona”, graficó Garelli.
Por su parte, el productor Rubén Burcher recordó que “la hacienda no toma el agua del lugar porque está contaminada. En el canal se encuentra de todo: plásticos, botellas, desperdicios, cubiertas, sillas, animales muertos que arrojan los vecinos de Rafaela y otros que van hasta los alrededores de la ciudad”.
Otra de las voces consultadas por quien escribe este trabajo fue Verónica Odriozola, coordinadora de la campaña de tóxicos de Greenpeace en Argentina: “Preocupa que las autoridades sean cómplices del chantaje ecológico contaminando para no producir despidos. Es un argumento que lo ha empleado la «industria sucia» y con la crisis económica que vivimos y el desempleo en la Argentina lo están haciendo de una manera extraordinaria (…) y también ha sido de las empresas grandes, si necesitan recursos deben disminuir sus márgenes de ganancia, si no vamos a permitir que el próximo planteo de la industria sea que para seguir funcionando debemos tener a los empleados de esclavos” (La Opinión, 2 de julio 2001).
Denuncias policiales y judiciales
Debido a esta situación de contaminación, se inició una demanda judicial el 12 de setiembre de 2002 con la presentación de una denuncia escrita promovida por el presidente comunal de Humboldt Germán Kahlow -acompañado por otros presidentes comunales de la zona afectada por la contaminación- con el patrocinio del doctor Adrián Cornaglia en el Juzgado de Faltas de Rafaela por el volcamiento de efluentes industriales, denunciando “la probable comisión de una contravención, falta o infracción -atentado contra los ecosistemas y contaminación de recursos hídricos- que afectan las aguas y el territorio de nuestras localidades”.
Ante una nueva mortandad de peces en el arroyo Cululú, Kahlow radicó otra denuncia en la comisaría N° 5 de esa localidad el 21 de diciembre de 2002. “Se tomaron muestras líquidas, filmaciones y fotografías digitalizadas, y declaraciones de testigos moradores del lugar que estarán a disposición de la Justicia”, confió Adrián Fernández, jefe de Relaciones Policiales de la Unidad Regional XI de Esperanza, ante la consulta de este cronista, crónica publicada el 24 de diciembre de 2002 en el mencionado diario. Toda la documental fue remitida al Juzgado de Instrucción de la 3° Nominación de Santa Fe a cargo del doctor Julio César Costa.
Esta nueva mortandad se produjo en el paraje “Paso de las piedras”, jurisdicción de Colonia Rivadavia, a 27 km al Noreste de Humboldt, encontrándose una cantidad considerable de bagres y moncholos de grandes dimensiones. “No es la primera vez que hay una denuncia de este tipo. Este arroyo es de dimensiones reducidas y los peces muertos aparecieron por descomposición sobre el agua y en las orillas”, graficó Fernández.
Por su parte, el vicepresidente del Club de Caza y Pesca “El Zar” de Humboldt Edgardo Leguizamón opinó que “años atrás se producían muertes en menor escala, pero cada vez que se produce una lluvia importante hay una mortandad. Los empresarios rafaelinos no tienen escrúpulos porque vuelcan sus efluentes a los canales Norte y Sur”.
Como los ríos Coronda y Salado estaban crecidos, el agua de los arroyos quedaba estancada y el drenaje era lento. En el caso del Cululú su suelo es pedregoso, que permite el nacimiento y crianza de distintas variedades de peces (a los nombrados hay que agregar sábados, dorados, viejas del agua).
Luego de varios intentos en la creación de un órgano de control del medio ambiente cuando Lorenzo Domínguez estaba al frente de la SMADES (2001), las comunas afectadas peticionaron ante la Defensoría del Pueblo por la falta de respuesta gubernamental.
Pasaron varios meses hasta que la Defensoría convocó en el mes de abril de 2003 a las partes involucradas a una reunión en la localidad de Nuevo Torino, participando representantes de las seis comunas afectadas, funcionarios de la SMADES (el responsable era Aníbal Vázquez) y del Municipio rafaelino (Gabriel Gentinetta, secretario de Servicios Públicos).
En este sentido, se formó una comisión de seguimiento de las obras de efluentes integrada por técnicos de la SMADES; funcionarios del Municipio y concejales (oficialista y opositor) rafaelinos; integrantes de las comisiones vecinales Fasoli, 9 de Julio y Guillermo Lehmann de Rafaela en cuyos barrios se encuentran emplazadas las tres empresas en cuestión; representantes de las comunas de Humboldt, Pilar, Felicia, Cavour, Nuevo Torino y Colonia Rivadavia; del Club de Caza y Pesca “El Zar” de Humboldt; de la Asociación “Amigos de la vida” de Rafaela, entre otros. Fue el puntapié inicial para que a partir de ese momento la comisión formada exigiera a la SMADES y a las tres empresas en cuestión un cronograma de obras.
Desde una mirada del pensamiento ambiental latinoamericano, se trata de “un saber ambiental desandado en el curso de la participación activa y crítica, reflexiva y propositiva, con la decisión de tejer las redes del paradigma de la sustentabilidad, fortaleciendo el sentido de la equidad y solidaridad intra e intergeneracional” (Galano en “Educación ambiental y sustentabilidad construcción del futuro”, 2006).
En este contexto, la SMADES fue otorgando permisos de “volcamiento precario” de residuos sin tratamiento -renovables cada seis meses- a las empresas locales Sodecar, Rafaela Alimentos (en aquel tiempo se encontraba en concurso de acreedores) y Molfino, mientras se comprometieron a realizar las obras de tratamiento primario y secundario de los efluentes industriales en un plazo estimado de unos dos años, iniciándose los trabajos en los primeros meses de 2003.
“En el verano último tuvimos la última mortandad de peces producida por la contaminación de Williner. El problema se produce cuando baja el agua en los ríos y arroyos, entrando el agua contaminada con elementos de materia orgánica desde los canales Norte y Sur de Rafaela”, puntualizó Miguel Bisang, presidente del citado Club “El Zar” (La Opinión, 9 de Julio de 2003).
Aproximadamente, cada dos meses esta comisión de seguimiento fue realizando controles sobre el plan de ejecución de las obras con visitas en las tres plantas, siendo recibidos por responsables técnicos de cada empresa, quienes evacuaron las consultas de los visitantes con una duración de unas tres horas. Estas recorridas para inspeccionar eran abiertas al periodismo y en lo personal me sumé al grupo. Con distintos ritmos los proyectos incluyeron trabajos de obra civil, la parte eléctrica, compra e instalación de equipamientos.
Al mismo tiempo, en abril de 2005 el juez de Faltas de Rafaela Fernando Ferrer condenó a las empresas Rafaela Alimentos SA, Molfino Hnos. SA y Sodecar SA, y en forma personal a los directivos y responsables del volcamiento contaminante producido por estas empresas.
Se trata de la citada demanda judicial efectuada el 12 de setiembre de 2002, cuyo expediente de casi 200 carillas los denunciantes realizaron ocho presentaciones más en el que explicaron la situación de contaminación existente originada por el uso irracional de los recursos naturales (particularmente el pluvial) provocado por el vertimiento de desechos tóxicos producido por curtiembres, empresas lácteas, papeleras, criaderos de animales de Rafaela. Enseguida las empresas presentaron un recurso en la Cámara de Apelaciones en lo Penal con asiento en Rafaela.
Finalmente, con distintos ritmos de ejecución sumada a las condiciones climáticas y económicas las empresas terminaron sus trabajos -con variados sistemas de funcionamiento- de los efluentes secundarios con los valores que la normativa prevé para estos casos. La primera en poner en funcionamiento fue Molfino en setiembre de 2005 con una inversión estimada en un 1.500.000 de dólares y la obra fue realizada en la zona rural al Norte de la ciudad. Luego siguió Sodecar a partir de diciembre de 2005 con una inversión de 2.500.000 de pesos. La última en concluir fue Rafaela Alimentos en junio de 2006, habiendo realizado una inversión de 1.350.000 pesos. En los dos últimos casos las obras fueron realizadas en predios ubicados calle de por medio a las plantas industriales.
Importancia de la comisión
A decir verdad, esta comisión integrada por distintos actores sociales (Estado provincial, municipal y comunal; ONGs) fue clave para la ejecución de la obra de efluentes primarios y secundarios con inversiones millonarias en tres empresas rafaelinas.
¿Qué hubiera pasado si no se hubiese formado esta comisión?
“No se hubiese hecho nada. Para la realización de estas obras participaron organismos públicos y entidades intermedias que monitorearon este proceso en forma permanente”, destacó Kahlow en la crónica publicada en La Opinión por quien realiza este trabajo el 6 de setiembre de 2005, para agregar que “las comunidades se verán beneficiadas en superar una situación que venía degradando el medioambiente y perjudicaba no solamente los recursos naturales sino también los productivos” (La Opinión, 16 de diciembre de 2005).
Al respecto, Silvio Bonafede -en ese momento era subsecretario de Salud del Municipio rafaelino- opinó que “fue un mecanismo muy bueno de participación ciudadana para el control de las empresas, presionando sobre la Secretaría de Medio Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Provincia”.
Otro de los consultados fue Pablo Williner -presidente de la Asociación Amigos de la Vida de Rafaela-, expresando que “es muy positivo esta terminación de los trabajos de las tres empresas. Esta es una entidad ambientalista y lo único que queremos es el bienestar de la población; no tenemos intereses políticos partidarios”.
Como afirma Antonio Elizalde Hevia (“Paradojas y punto de fuga para una sostenibilidad posible”, 2004, Madrid), “es preferible prevenir los daños ambientales producidos por la actividad económica antes que apostar por nuestra capacidad de remediar los perjuicios ecológicos. En aquellos casos, cuando se requieran acciones de compensación no habría que restringirse exclusivamente a una internalización de los costos
ambientales, es decir calcular el precio del daño y fijar una tarifa para su mitigación, por cuanto ello supondría una reducción del valor de la naturaleza a lo meramente económico, esto es un desconocimiento de sus valores estéticos, éticos, religiosos, culturales y ambientales”.
Si no hubiera existido el protagonismo manifiesto de la mencionada comisión que se reunía periódicamente, posiblemente seguirían durmiendo los proyectos de las obras de los efluentes y de esta manera se pudo saldar en parte el “pasivo” medioambiental que databa de más de 30 años, que había provocado desastres ecológicos en las cuencas ubicadas al Este de Rafaela, produciendo la mortandad de peces en los arroyos Cañada de Flesia, Las Prusianas y Cululú, y el río Salado.
Situación actual
Para conocer cómo se encuentran hoy los cursos de la cuenca ubicados al Este de Rafaela -luego de haber transcurrido seis años de la finalización de las obras de los efluentes en tres empresas locales- consulté a tres personas que habían participado en aquel proceso y fueron citados en esta investigación.
“Se puede advertir que hubo mejoras con los efluentes industriales que vienen de Rafaela, pero el mayor problema sigue siendo el desprecio de la gente por cuidar el medio ambiente, ya que sigue tirando de todo (plásticos, gomas, maderas) al canal Norte”, testimonió René Garelli, cuya familia tiene campo en la zona de Felicia.
Otro de los consultados fue Miguel Bisang, quien continúa siendo presidente de del Club de Caza y Pesca “El Zar” de Humboldt: “mejoró muchísimo el arroyo Cululú y volvió el pichonaje de sábados. A pesar de alguna falla o salida de emergencia por cortes de energía, en líneas generales hubo una gran mejoría en el volcamiento de los efluentes en el canal Norte, notándose el agua transparente. El problema se presenta en el canal Sur porque la empresa Williner (es de Rafaela y está ubicada en la localidad de Bella Italia) arroja los excedentes sin tratar, se ampliaron las conexiones de cloacas en Rafaela y la planta depuradora está colapsada, sumado a los efluentes sin tratar de la empresa de quesos Tremblay en la localidad de Pilar”.
También fue consultado uno de los actores clave en la defensa medioambiental, quien realizó denuncias ante la Justicia y la Policía y fue uno de los propulsores de la comisión de seguimiento. Se trata de Germán Kahlow (presidente comunal de Humboldt 1999-2011 y actualmente diputado provincial): “Los efluentes del canal Norte están bien tratados, están mucho mejor a lo que estaban antes y no hubo más problemas; hay algunas anomalías en el canal Sur pero no son permanentes. Así comenzó nuevamente la vida ictícola con un impacto altamente positivo en toda la cuenca”.
Conclusiones abiertas
El cursado de este seminario y la posterior lectura de los textos aportados por la cátedra me permitieron reflexionar sobre la actual “crisis ambiental” del siglo XXI que arrastra varias décadas de desastres ecológicos con las consecuencias manifestadas en la actualidad.
Durante esta investigación he analizado la contaminación producida por empresas rafaelinas que priorizaron hace cuatro décadas atrás el “crecimiento sin límites” en detrimento de preservar la naturaleza, produciendo la mortandad de vida acuática en la cuenca al Este de Rafaela y en sus poblaciones cercanas, ancándose en un paradigma de la racionalidad instrumental, economista y utilitarista.
Pero la conciencia ecológica ha venido emergiendo en distintas latitudes del planeta sobre los límites de la economía hace unos 40 años atrás. “La publicación del estudio realizado por el MIT bajo los auspicios del Club de Roma, «Los límites del crecimiento», en 1972 conmovió al mundo al mostrar la crisis ambiental como el efecto de un proceso incontrolado de crecimiento -de los efectos del crecimiento económico, demográfico y tecnológico en la contaminación y la degradación ambiental-, de una sinergia acumulativa combinada de crecimientos destructivos, cuestionando la falsa ideología del progreso y del crecimiento sin límites”, destaca Enrique Leff en “Discursos sustentables” (2008).
En esta línea de posicionamiento, se inscribe el Pensamiento Ambiental Latinoamericano que propone abordar los problemas ambientales desde la complejidad, el diálogo de saberes y las distintas disciplinas, el respeto por la otredad y la naturaleza, apuntando a un desarrollo sustentable.
Al respecto, el “Manifiesto por la vida” abona una mirada alternativa “frente al proyecto de democracia liberal que legitima el dominio de la racionalidad del mercado, la democracia ambiental reconoce los derechos de las comunidades autogestionarias fundadas en el respeto a la soberanía y dignidad de la persona humana, la responsabilidad ambiental y el ejercicio de procesos para la toma de decisiones a partir del ideal de una organización basada en los vínculos personales, las relaciones de trabajo creativo, los grupos de afinidad, y los cabildos comunales y vecinales” (número 25).
Concluyo destacando el accionar de los integrantes de la comisión de seguimiento que fue heterogénea en su composición que se planteó como objetivo de sanear la cuenca al Este de Rafaela y el mismo fue logrado, que no es poca cosa. Me despido con una poesía iluminadora del poeta rafaelino Mario Vecchioli titulada “La libertad”:
Acaso iba en los aires suspendida…
Acaso, antes de ser un sueño humano,
rodaba en las espumas del océano
o en los vientos cantaba, estremecida…
El genio, cuya lírica atrevida
penetra mundos que no ve el profano,
la arrebató del seno del arcano,
le dio un sentido, la exaltó a la vida.
Después, la sangre generosa y fuerte
su pedestal labró, de gloria, recio,
tras largos siglos de dolor y muerte.
Por eso es grande el ideal que alienta,
y es cínico y traidor y vil y necio
el que niega y contra de ella atenta.
Bibliografía
• López, Ana María, 2005, “La crisis ambiental, crisis de la humanidad, la cultura y las ciencias: Carlos Galano”, Toluca, México, Ciencia Ergo Sum, Universidad Autónoma del Estado de México.
• Escuela “Chico Mendes”, 2009, “La bajante del Paraná: el río que se olvidó de ser, porque las perdices ponen huevos y no tienen crías”, Rosario.
• Galano, Carlos, 2006, “Educación ambiental y sustentabilidad: construcción del futuro”, Seminario internacional de educación ambiental para la sustentabilidad, Lima, Perú.
• Elizalde Hevia, Antonio, 2004, “Paradojas y punto de fuga para una sostenibilidad posible”, Jornadas de Sostenibilidad “Conocimiento, Arquitectura, Arte y Civilización” organizadas por la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Madrid.
• “Manifiesto por la vida. Por una ética para la sustentabilidad”, 2002, Simposio sobre Ética y Desarrollo Sustentable, Bogotá, Colombia.
• Leff, Enrique, 2008, “Discursos sustentables”, México, Siglo XXI editores.
• Vecchioli, Mario R., 1997, “Obra poética”, Santa Fe, Talleres de Establecimiento Gráfico Acosta Hnos.
• Archivo del diario La Opinión de Rafaela.