Por María Herminia Grande.-Los hechos de la coyuntura argentina carcomen la dimensión de las fechas y pasos claves de nuestro último período democrático. Ayer, Argentina contabilizó el número veintisiete en su haber democrático ininterrumpido. Probablemente para las generaciones de la misma edad, el adjetivo ininterrumpido no cobre la fuerza categórica que sí tiene para las generaciones anteriores. Un sinónimo de ininterrumpido es inacabable. Tal vez este último adjetivo represente el sueño de todos los habitantes de nuestro país.
Recordaba el Dr. Juan Carlos Vega a quien firma este análisis, la teoría de quien fuese su compañero de trabajo en la Universidad de Córdoba en el año 1970, el politólogo alemán-chileno Norbert Lechner, quien en su estudio sobre las democracias recuperadas en América Latina, aseguraba que el comportamiento del voto popular tiende siempre al orden escapándose del caos. Faltan trescientos sesenta y cinco días para que nuestro próximo presidente tenga en sus manos el bastón de mando que por estos días, Juan Carlos Pallarols pone al alcance del pueblo rosarino para que en él cincele sus principales deseos. La pregunta es cuál es el panorama electoral para este inminente 2011. Si una vez más la teoría de Lechner se cumple, el bastón de mando estará en manos de quien más confianza concite a la hora de expresar orden. Un rápido recorrido por nuestra historia política reciente, a la hora de la comprobación empírica de esta teoría, refleja que en 1983, entre Luder y Alfonsín, este último inspiraba claramente mayor confianza para el ordenamiento post dictadura. En 1989, el caos económico de la hiperinflación, favoreció a Carlos Menem, que ordenó la economía con la convertibilidad, lo que le permitió asumir una segunda presidencia. Las secuelas sociales del neoliberalismo llevaron a que la Alianza encabezada por Fernando de la Rúa, fuese ponderada por el votante como la propuesta que ordenaría el caos social. El trabajo de pacificación y recuperación del orden realizado por el Dr. Eduardo Duhalde, fue heredado por su candidato Néstor Kirchner en el 2003. A Kirchner le tocó ordenar la desdibujada autoridad presidencial. Su trabajo en este sentido, le sirvió para que su esposa fuese votada mayoritariamente en el 2007.
Diciembre fue el mes elegido por los candidatos para comenzar a expresarse y mostrarse. Un hecho notorio atraviesa a los distintos sectores políticos, cual es la multiplicidad de candidatos que intentan representarlos. El radicalismo divide sus preferencias en tres opciones: Cobos, Alfonsín y Sanz. Su reconstitución política entusiasma, pero el gran interrogante es si esto alcanza para superar la memoria del caos que lo tuvo como protagonista en dos oportunidades: 1989 y 2001. El peronismo se encuentra dividido en dos expresiones: el kirchnerismo y el peronismo federal. El kirchnerismo, en caso de decidir la Presidenta presentarse para su reelección, la incógnita es si la sociedad advertirá que el autoritarismo es el principal germen del caos. El peronismo federal quedó reducido a la expresión: Eduardo Duhalde. La duda está en saber si la sociedad advertirá que es un candidato que puede representar un proyecto de ordenamiento o si en él ve sólo al hombre que enfrentó a Néstor Kirchner. Lilita Carrió, Pino Solanas y Hermes Binner son tres expresiones a tener en cuenta en caso de darse el balotaje.
¿Qué ocurre en Santa Fe?. El Socialismo gobernante muestra como una posibilidad cada vez más lejana el llevar un candidato único. Esta actitud que desemboca en la interna, desarticuló el equilibrio político que venía sosteniéndose en el Frente Progresista Cívico y Social. Si el socialismo hubiese aparecido con un solo candidato, seguramente ni Barletta por su lado ni Comi por el otro, hubiesen salido a escena. Miguel Lifschitz bajó sus expectativas para la gobernación y junta votos, sueños y ganas para otra oportunidad. Hoy no son pocos los que analizan la posibilidad que en la interna gane el radicalismo. Agustín Rossi le “marcó la cancha” al resto del peronismo al fijar el límite para la unidad: “ es con Cristina”. Desde un reutemismo sin conducción, no son pocos los que al calor del aumento en la ponderación de las encuestas de Cristina de Kirchner, sueñan con guarecerse bajo el mismo techo. Los que tomen este camino ¿cómo podrán explicar que Reutemann, hace solamente un año, hizo todo lo contrario?
Así como al comienzo de este análisis, subrayábamos la importancia del adjetivo ininterrumpido, sinónimo de inacabable, en referencia al período democrático, hoy ambos adjetivos, deben vincularse a la deuda de nuestra democracia: la pobreza. Ininterrumpidos deben ser los esfuerzos para rescatar al 30% de nuestra sociedad de la marginación. Inclaudicable debe ser el propósito de acabar con la corrupción. De lo contrario todo intento de exterminar la pobreza es hipócrita.
Fuente: diario La Capital, Rosario, 11 de diciembre de 2010. www.mariaherminiagrande.com.ar