Por Emilio Grande (h.).- Este martes 9 de Julio fue oficiado el tradicional Tedeum (A ti, Dios) en la Catedral San Rafael, en el marco de la Declaración de la Independencia, presidido por el obispo de la diócesis de Rafaela Pedro Torres y concelebrado por los sacerdotes Alejandro Muga (San Rafael), Oscar Sara (Santa Rosa de Lima), Ariel Botto (San Antonio), Alexis Cardo y los pastores Carlos Terranova (titular del Consejo de Pastores) y Henry Altare.
En la oportunidad, asistieron el gobernador provincial Maximiliano Pullaro, el intendente Leonardo Viotti, el diputado nacional Roberto Mirabella, Clara García (presidente de la Cámara de Diputados de la Provincia), el diputado provincial Juan Argañaraz, el intendente de San Vicente Gonzalo Aira, funcionarios provinciales y locales, concejales, autoridades de las fuerzas de seguridad, dirigentes de entidades, abanderados de instituciones, entre otros. A diferencia de años anteriores que esta ceremonia se realizaba por la mañana con poca concurrencia, esta vez fue a la siesta y con el templo lleno de gente.
“Siéntase invitados a reconocer que Dios nos ama desde el corazón, den gracias al Señor porque es bueno y eterno su amor. Demos gracias porque Jesús nos dijo ´como el Padre me amó también los amé a ustedes, permanezcan en mi amor, no pierdan la alegría; que mi gozo sea el de ustedes y pleno´. Cuánto tenemos que reconocer los argentinos de los signos del amor de Dios”, inició el sermón Torres.
Y agregó: “Nos reunimos en esta Iglesia mayor de Rafaela para dar gracias con una oración hecha canto, que da el nombre a este momento, Tedeum, que se remonta a los primeros siglos de la vida de la Iglesia y se hizo famosa en torno a san Ambrosio y san Agustín en su bautismo, hace 1.600 años atrás. Es la primera oración que invitaron a rezar nuestros padres de la patria el 25 de Mayo de 1810, la siguieron rezando en cada momento que iban decidiendo el futuro de la patria; San Martín la propuso en Chile y Perú. Es un reconocimiento y alabanza de que Dios es santo, que es eterno su amor, de la necesidad absoluta que tenemos de la ayuda y los dones del Espíritu Santo, siendo el amor del Padre y del Hijo”.
En otra parte de su homilía, el titular diocesano dijo que “recemos en este día por la patria y por nuestros gobernantes, como indicaba san Pablo, para que pidamos como Salomón, en la primera lectura, sabiduría y discernimiento necesario para juzgar las cosas con rectitud. Todos tenemos que construir la patria. Lo más común para pensar en el gobierno es la figura del pastor o administrador; Pablo escribió en sus cartas 21 dones del Espíritu Santo, utilizando dos verbos pocos conocidos: proistemi, que es la misión de presidir, de estar de pie al frente, delante del pueblo, y kibernesis, porque necesitamos pedir el Espíritu, el don de timonear, el que lleva el timón, que le toca conducir en la tormenta para que no lo lleve a la deriva ni encallar en aguas poco profundas”.
Más adelante, Torres aclaró que “los dones del Espíritu no son para competir sino para servir al bien de todos, nos conducen a promover la cultura del cuidado, la gratitud, de procesos que nos permitan llevar a los demás a la plenitud y a la meta. Hace dos años que el Santo Padre nos decía que la cultura del cuidado es el camino de la paz; hay que cuidar la vida, la creación, los vínculos y a todos, pero sosteniendo especialmente a los de abajo, sabiendo que gobernar hoy es pesado y hay que sostener con cuidado al pueblo argentino”.
“Le pido a Dios para ustedes (por los gobernantes), para mí también, para todo dirigente ese don del timonel, que tal vez no se lo ve. Que el peso de las tareas no nos rompa, no nos quite los sueños, la esperanza y la certeza que el amor de Dios es la fuerza de nuestra dignidad infinita. No podemos solos, para vivir en la honestidad, la humildad y la honorabilidad, para trabajar en silencio hace falta el Espíritu Santo, para que no nos cansemos de hacer el bien. Muchos necesitamos dialogar para encontrar caminos y juntos construir una patria de hermanos, el sueño de una libertad fundada en el amor de Dios, en la libertad que viene de sabernos criaturas necesitadas de su Espíritu. No estamos solos, Jesús nos defiende, acompaña y enseña”.
En la parte final, el “coro de la ciudad” (integrado por 22 personas de distintas parroquias y dirigido por Melina Giusta) interpretó la oración cantada del Tedeum. La bendición de despedida estuvo a cargo del Obispo, sacerdotes y pastores, que a decir verdad resultó una innovación respecto a la tradición en nuestra ciudad.