Mar del Plata (Enviado especial), 28 Jun. 10 (AICA) “Estamos convencidos de que los líderes del Bicentenario serán aquellos que asuman prioritariamente una intensa mística del servicio, una creativa pasión por el bien común y un profundo compromiso por el diálogo”, pidió la Comisión Episcopal de Pastoral Social, en la declaración conclusiva de la llamada Semana Social, que con la participación de más de 700 dirigentes sociales, políticos, sindicales y empresariales se realizó en el Hotel Intersur 13 de Julio, de Mar del Plata.
Tras insistir en que “la búsqueda de consensos para el desarrollo integral es la clave para erradicar la pobreza como prioridad nacional del Bicentenario 2010-2016”, exhortó a “reemplazar el estilo de la fragmentación por el espíritu de la fraternidad”.
“Erradicar la pobreza es un sueño grande, pero no hay logros sin grandes sueños”, subrayaron.
El texto de la carta fue leído por los obispos del organismo episcopal que preside el obispo de San Isidro, monseñor Jorge Casaretto.
Texto de la carta
En la Semana Social de Mar del Plata 2010, que organizamos en conjunto la Comisión Episcopal de Pastoral Social y el Obispado de Mar del Plata hemos seguido tomando conciencia que a nivel global, regional y local, el mero crecimiento económico no basta para asegurar la equidad, el progreso y la movilidad social ascendente.
Hemos sido testigos de que el trabajo por la comunión y el encuentro es posible y reconocemos como un don la pluralidad de miradas. Agradecemos a todas las autoridades y a todos los dirigentes políticos, sociales, sindicales y empresariales que han participado brindando su testimonio de la importancia del diálogo constructivo en democracia. Creemos que la búsqueda de consensos para el desarrollo integral es la clave para erradicar la pobreza como prioridad nacional del Bicentenario 2010-2016.
En estos días hemos escuchado que nos propusimos un desafío difícil, que nos anima a reafirmar nuestros ideales. Erradicar la pobreza es un sueño grande, pero no hay grandes logros sin grandes sueños. Para nosotros esta causa de la justicia y la inclusión social, es una misión que brota de nuestra fe en Jesucristo y es el eje central de la Pastoral Social. Desde la dimensión social de la fe, creemos que los consensos se deben lograr contemplando los rostros concretos de nuestros hermanos y hermanas más pobres y excluidos que esperan gestos y acciones concertadas entre todos aquellos que tenemos, en distintos niveles, responsabilidades en la construcción del bien común.
Contemplar la dignidad integral de toda persona y de todas las personas, nos ayuda a reemplazar el estilo de la fragmentación por el espíritu de la fraternidad. La unidad como comunidad nacional es el mejor camino para el desarrollo integral y una justa distribución de los bienes. Generar espacios de diálogo y promover una cultura del encuentro, es también profundizar nuestra opción por los pobres y por el desarrollo federal de la argentina.
Queremos reafirmar que “sólo el diálogo hará posible concretar los nuevos acuerdos para proyectar el futuro del país y un país con futuro. La promoción de políticas públicas es una nueva forma de opción por nuestros hermanos más pobres y excluidos. Ratificar y potenciar la opción del amor preferencial por los pobres que brota de nuestra fe en Jesucristo, requiere que socorramos las necesidades urgentes y al mismo tiempo que colaboremos con otros organismos e instituciones para organizar estructuras más justas. Igualmente se requieren nuevas estructuras que faciliten el diálogo constructivo para los necesarios consensos sociales. Para erradicar la pobreza y la exclusión necesitamos promover entre todos un auténtico acuerdo sobre políticas públicas de desarrollo integral”.
Caminando rumbo al Primer Congreso Nacional de la Doctrina Social de la Iglesia, que se realizará en la arquidiócesis de Rosario del 6 al 8 de mayo de 2011, el trabajo conjunto con los constructores de la sociedad busca profundizar nuestro compromiso por una Argentina más justa, fraterna y solidaria. Deseamos contribuir a discernir y abordar las causas estructurales de la exclusión y de la injusticia social, y con este objetivo buscamos seguir promoviendo un nuevo estilo de liderazgo para erradicar la pobreza y generar el desarrollo integral. Estamos convencidos que los líderes del Bicentenario serán aquellos que asuman prioritariamente una intensa mística del servicio, una creativa pasión por el bien común y un profundo compromiso por el diálogo.
Le pedimos a María, nuestra Madre de Luján, que nos ayude a ser testigos del amor de Dios en nuestra patria.