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Las revoluciones de las colonias hispanoamericanas

La Revolución de Mayo, “y de Buenos Aires”, ocupó un lugar destacado en este conjunto de movimientos revolucionarios, contemporáneamente con las de México, Venezuela, Colombia y Chile. Fue sin lugar a dudas menos sangrienta que la de México, pero, mucho más afortunada en sus resultados inmediatos que todas las revoluciones de esta época. Aporte de la Asociación Cultural Sanmartiniana “Mario Colucci” de Rafaela en la semana del Bicentenario de la Patria.

Al finalizar la primera década del siglo XIX la situación europea proporcionó el ambiente favorable para una serie de estallidos revolucionarios ya anticipados por sucesos anteriores, en todas las colonias. Comienza así el proceso de desarticulación del vasto imperio colonial español en América que, en no demasiados años más, daría paso a otra etapa de la historia. La Revolución de Mayo, “y de Buenos Aires”, ocupó un lugar destacado en este conjunto de movimientos revolucionarios, contemporáneamente con las de México, Venezuela, Colombia y Chile. Fue sin lugar a dudas menos sangrienta que la de México, pero, mucho más afortunada en sus resultados inmediatos que todas las revoluciones de esta época.
El levantamiento del virreinato rioplatense presentó características peculiares. De él surgirían en un cuarto de siglo, cuatro estados distintos. El medio material por el que los pueblos americanos alcanzaron su emancipación fue la guerra. La justicia del objetivo perseguido no garantizaba su éxito pero era uno de los factores determinantes en la lucha que llevaría a los patriotas a la victoria. Las fuerzas españolas habían vencido todos los motines anteriores (Tupac Amarú en 1780; Chuquisaca y La Paz en 1809, etc.) y estaban dispuestos a continuar de este modo para aplacar las insurrecciones rebeldes, sin entender que su tiempo de dominación estaba llegando a su fin. De esta forma, toda América se vio envuelta en un largo y multifacético conflicto bélico que duró años y presentó características muy distintas según las regiones y la situación socioeconómica de cada espacio geográfico americano. En las colonias de América del Sur, la lucha se prolongó hasta 1826 y en esa guerra las fuerzas rioplatenses desempeñaron un papel fundamental. Desde 1810, el destino de la revolución dependía del resultado de la guerra. En 1811, 1813 y 1815, sucesivos intentos de definirla con una victoria en el Alto Perú, se habían estrellado en los desastres de Huaqui, Vilcapugio, Ayohúma y Sipe Sipe. El norte argentino parecía abierto al enemigo español y la posibilidad de una victoria allí se veía remota. Pero en 1817 y 1832 el Gral. José de San Martín, en una brillante maniobra estratégica, altera ese panorama y da la libertad a tres países: Chile, Perú y nuestra Argentina.
Considerando su acción, podríamos dividir las guerras de la revolución argentina en dos etapas bien definidas. Entre 1810 y 1815, se limitan al suelo del Virreinato y se caracteriza por la improvisación en mandos, tropas y armas. El 1817 San Martín, luego de analizar fríamente la situación y abocar sus conocimientos a enfrentarla, inicia un ambicioso plan encaminado a afirmar la revolución en el continente. Logra así pleno éxito en Chile y abre la campaña al Perú que terminaría Bolívar en 1826. Esta segunda etapa no hubiera sido posible sin el aporte indiscutido de este patriota que sólo entendía la revolución como emancipación del yugo extranjero y no, como el derramamiento de sangre entre hermanos americanos. Pero esa, es otra historia.

Aporte de la Asociación Cultural Sanmartiniana “Mario Colucci” de Rafaela en la semana del Bicentenario de la Patria.

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