Por Emilio Grande (h.).- La celebración de la pasión del Señor en la Catedral San Rafael fue presidida por el obispo diocesano Pedro Torres y concelebrada por Alejandro Mugna (párroco) y Alexis Cardo (vicario parroquial), ante una multitud de fieles.
“Hoy la respuesta al anuncio de Isaías (52, 13-53, 12), a la carta a los Hebreos (4, 14-16; 5, 7-9) y al evangelio (Juan 18, 1-19, 42) es descubrir que Jesús rezó este salmo (30, 2. 6. 12-13. 15-17. 25) en la cruz (“en tus manos encomiendo mi espíritu”), que María rezaba con los salmos, la Iglesia siempre rezó con los salmos, descubiertos a la luz de Cristo. Tiene una clave, que descubrió santa Teresita del Niño Jesús, la confianza en la que puede conducirnos al amor, que Jesús expresa entregando la vida al Padre hasta la muerte de cruz, en la oscuridad total, cargando sobre sí el pecado del mundo, el mío, el nuestro, el de todos los tiempos”, destacó el Obispo.
Y agregó: “Confiar en el amor de Cristo, sabiendo que las palabras no alcanzan; en este año de oración tenemos que decir ´Señor, enséñanos a orar y a adorar´. Adorar es quedarse sin palabras; es el asombro que se convierte en amor y en ofrenda. ´Enséñanos a escuchar es también orar´; hoy escuchamos el evangelio orando, dejando que resuene”.
Más adelante, Torres dijo que “el corazón de Jesús ama a todos, escucha a todos, incluye a todos. El Viernes Santo es una invitación a la adoración, ensanchar el corazón, rezando por la salvación de todo el mundo. Hoy podemos rezar con un compromiso especial por la paz en cada corazón, en cada familia, en Santa Fe, en todo el mundo. La paz nace de un corazón pacificado y esperanzado cuando fue capaz de pedir perdón; esa paz se edifica artesanalmente en la escucha, en el diálogo, en el perdón, en la superación de todo resentimiento”.
En los tramos finales, el obispo diocesano señaló que “Jesús carga en la cruz todo pecado y dolor. Hay dolores que sentimos, pero hay otros tóxicos que pareciera que nos hemos anestesiados y acostumbrados a la mentira, a los roces. A veces hay pequeñas cosas que nos erosionan y destruyen como las descalificaciones, los insultos, los desprecios, el denigrar a otro que le llaman ahora bullying (acoso); hay relaciones tóxicas, posesivas, celosas, envidiosas. La mentalidad mágica que las cosas se solucionan en un instante y no aceptando esa creaturidad de los procesos. También erosiona la sobreabundancia de información que nos distrae de lo esencial y no podemos digerir en capacidad de jerarquizar que es lo urgente, importante y esencial en mi vida y Dios va quedando relegado”.
Durante toda la jornada, cientos de rafaelinos realizaron la tradicional peregrinación de las siete iglesias, que incluyó la caminata de los jóvenes desde el Colegio San José, San Antonio, San Pedro, La Dolorosa, Capilla del Hospital, Sagrado Corazón, Pompeya hasta el templo mayor de la diócesis de Rafaela, como así también dos grupos de ciclistas “Los Picantes” (30 integrantes), quienes recorrieron 75 km entre capilla de Fronterita, Lehmann, Nueva Lehmann, Egusquiza, Capilla Fassi, Capilla Roca y Capilla del Hospital; y “Los Rebeldes” con el rejunte de Rafaela, Susana, Humberto y Ataliva (21 personas).
Una multitud en el vía crucis
En la noche del Viernes Santo se realizó el vía crucis de la ciudad alrededor de la plaza 25 de Mayo ante una muchedumbre que participó de las ocho parroquias del decanato 4, rezando las 14 estaciones con oraciones, meditaciones y canciones.
Al término de la caminata, el obispo Torres remarcó: “Jesús tiene sed de nuestro amor, de donarse para nosotros y lo sigue haciendo en cada eucaristía; tiene sed de regalarnos su espíritu, está a la puerta y llama, como dice el Apocalipsis, pero la puerta del corazón se abre por dentro. Tiene una sed infinita, de una vida de oración más honda, de una vida de caridad que sea reflejo de su amor; ese es el mandamiento nuevo: ´Ámense como yo los he amado´. Tiene sed de que caminemos juntos, escuchándonos, comprendiéndonos, que desde el corazón incluyamos a todos”.
Aclaró que “en estos días recé por cada uno de los que peregrinan en la diócesis de Rafaela (departamentos Castellanos, San Cristóbal y 9 de Julio), por los que no quieren rezar, por los que no han podido participar desde trabajos esenciales que son signos de caridad y también de negocios que no han cerrado y no han dado la posibilidad a sus empleados de vivir un Viernes Santo como se debe”.
Finalmente, el titular diocesano sostuvo que “nosotros como Jesús estamos llamados a interceder para que el amor del Espíritu se derrame y vivamos un nuevo Pentecostés. Argentina necesita un nuevo Pentecostés que nos enseñe a caminar juntos sin pelearnos, esperando y comprendiendo que hay que hacer procesos, trabajando por los que necesitan, pero sin agresiones, sin descalificaciones, sin despreciar al otro. Todos somos importantes para el amor de Jesús, desde Nicolás ese niño que estaba aquí con la remera de Superman y no tiene calzado, un signo de nuestro mundo: queremos ser súper hombres, pero todavía no hemos abierto el corazón para que tenga los sentimientos del corazón de Cristo, que trabaje por la paz y la justicia”.
Esta jornada del Viernes Santo estuvo dedicada a la solemne acción litúrgica de la pasión y muerte del Señor. Es el único día del año que no se celebra la eucaristía. Fue un día de silencio para recordar la crucifixión y muerte de Cristo en la cruz por la salvación del mundo.
Celebraciones en Catedral
* Vigilia Pascual: sábado a las 20:00 en la capilla de Lourdes (al aire libre) y a las 20:00 en el templo parroquial San Rafael.
* Domingo de Resurrección: misas a las 8:30, a las 11:00 y a las 20:00 en el templo parroquial a las 10:00; en el Centro Espíritu Santo (Uruguay 147) y a las 11:00 en la capilla San Roque (barrio Pizzurno).