Por Alejandra Planker.- Vayamos a la etimología de “premio”. Parece ser que proviene del latín, del prefijo “prae” que significa antes, o anterior y del verbo “emere”, que significa adquirir, obtener o comprar. De esta conjunción de términos podemos pensar que un premio es lo que se obtiene con anterioridad, antes que los demás o con alguna ventaja por algo.
Esta reflexión me surge al leer una afirmación de un reconocido obstetra argentino, quien, al ser consultado sobre el descenso de la natalidad en nuestro país, con cifras realmente alarmantes, por lo que a la fragilidad del futuro de nuestra Argentina se refiere, concluye que la nuestra es “Es una sociedad que premia el rol de la mujer en el mundo del trabajo, la investigación, la política y no la crianza”. Inmediatamente me embargó una sensación de tristeza, de impotencia, de incomodidad profunda, de decepción, de atragantárseme un clamor de que esa afirmación es injusta, muy injusta y no es verdadera.
Como mujer, como madre, como abuela, como profesional, y trabajando con muchas mujeres muy cercanas y también profesionales, me animo a decir que no siempre (y sé que acordarán muchas mujeres en esto) somos “premiadas” por cómo, cuánto y qué hacemos en el “mundo del trabajo, la investigación o la política”. Sí sé que somos recompensadas, gratificadas, condecoradas, homenajeadas, laureadas, galardonadas, cuando compartimos los hechos más significativos y que nos llenan de orgullo, esos que tienen que ver con nuestras familias, con la capacidad de hacernos responsables de una generación siguiente, es decir criar a otros, de acoger las vidas que llegan aún en los momentos menos esperados, o las que se van, cuando aprendemos a aceptar las tensiones de organizar horarios, viandas, tareas escolares y además, amar nuestra profesión y aportar un plus distintivo femenino en la sociedad.
Por todo esto, quiero una sociedad que premie el rol de la mujer en el mundo del trabajo, por supuesto. Pero también que premie, que “primeree”, que anteceda, que privilegie, la misión de la mujer en la sociedad. Que podamos armonizar, en serio, con políticas familiares de Estado eficientes y eficaces y reales el trabajo y la familia, la vida personal y profesional, si queremos una Argentina grande, próspera, rica, en todo sentido, con hijos que la hagan crecer, como nosotros y nuestros hijos y nietos lo merecen.
Fuente: https://www.mdzol.com/ La autora es profesora en Filosofía, magíster en Ciencias de la Familia, directora del Instituto para el Matrimonio y la Familia de la Universidad Católica Argentina (UCA) y doctoranda en comunicación.