Por Eduardo Reina.- La expresión «el que avisa no traiciona» basa toda la efectividad de su verdad en el hecho de que la traición por definición es algo que se hace en contra de una promesa explícita o, cuando mucho, de una tácita dada a partir de un vínculo. Quien advierte acerca de algo no se aprovecha de una confianza previa ni puede romper una promesa que justamente avisó que no estaba dispuesto a realizar. La lealtad es ser fiel a los pactos y la traición el romperlos. Entonces, si el pacto incluye condiciones, cuando estas no se cumplen no se puede esperar el cumplimiento del pacto.
El advertir es un acto que se hace de buena fe y por eso en sí mismo tiene algo de leal y bienintencionado. Si no se hace de buena fe, es decir, para ayudar al otro dando información útil o alertando de posibles problemas, entonces en realidad no es una advertencia sino una amenaza. Pero aun en este caso tampoco diríamos que quien no cumple con una amenaza que nos hizo es un traidor, sino, a lo sumo, alguien sin ningún poder.
Javier Milei, tras la caída del tratamiento de la Ley de Bases (también conocida como Ómnibus), empezó a repartir sin ton ni son el mote de traidores a todos haciendo pie en y siendo asistido por un ejército de trolls del propio grupo libertario. Pero quien se llevó el mayor señalamiento fue el gobernador de Córdoba, Martin Llaryora, que fue señalado como el gran traidor, el hombre a ser combatido por la nación argentina y el pueblo cordobés.
Este acto del presidente, al igual que otros tantos, todavía discuten los analistas si se trata de una jugada estratégica o de mero revanchismo de alguien que parece apenas tolerar la frustración. Lo cierto es que este movimiento lo deja plantado al gobernador de Córdoba ante la opinión pública como un fuerte candidato para ser el líder de la oposición, y con esto, por qué no, posicionado para ser un candidato de unidad de una coalición y concertación política entre peronistas, radicales e integrantes disidentes del Pro con vistas a las próximas presidenciales que están lejos pero nunca tanto como se cree.
Hoy, desde presidencia, amenazan con un carpetazo a la provincia pero, por el momento, poco se ha visto. Quien mucho anuncia una amenaza o es un mal estratega o sabe que no tiene mucho con qué cumplirla. Así como decíamos que una advertencia cumplida no es una traición, también podemos decir que una amenaza que se preanuncia mucho suele ser pura espuma.
Si bien es cierto que en política un enemigo común puede unir a la base de seguidores y ofrecer una narrativa que fortalezca la identidad del grupo y consolide la base de apoyo además de que funciona para desviar la atención de otros problemas, también es cierto que es un tema delicado los enemigos a los que se elige para esta estrategia.
El gobierno de Milei, como el cancerbero que cuidaba las puertas del inframundo griego (para usar una metáfora acorde a la pasión presidencial por los perros), tiene tres cabezas que lo manejan: el mismo Javier Milei, su hermana Karina y Santiago Caputo. Frente a esto, al apoyo del interior al presidente en las elecciones y al hecho de que empiezan a aparecer bastantes signos que parecen indicar que el gobierno le dará la espalda a ese apoyo, parece lógico que la oposición se reagrupe en torno de un líder de pura cepa del interior que se preocupe más por la gestión y las preocupaciones de la gente que por las disputas personales y de poder.
Llaryora recoge el guante con la astucia justa y, sin entrar en politiquería o en la discusión de los dimes y diretes, responde simplemente que no tiene nada que ver con la caída de la ley y además, agrega una diferencia moral o, de mínima, de reglas de juego, con el presidente al decir que no está de acuerdo con el insulto constante hacia él y todos los sectores de la oposición. Sin embargo, también recuerda que lo cortés no quita lo valiente y pide que cuando se vean personalmente el presidente le explique sus dichos porque no tiene ningún acuerdo con el ejecutivo. Además de pedirle disculpas a él y a los cordobeses sobre todo.
Otro miembro de la familia Menem llega al Gobierno, esta vez de la mano de Karina Milei
Las decisiones en caliente y pasionales en general no conducen a buen puerto. Con su jugada el presidente se arriesga a ponerse en contra a una provincia económicamente y electoralmente muy poderosa y a darle entidad a un buen candidato de unidad para oposición que había quedado fragmentada. A Llaryora pueden sumarse otros que también fueron tocados por las esquirlas de la furia presidencial como Pullaro, gobernador de Santa Fe, el radical Cornejo de Mendoza, Manes e incluso algunos referentes que llegaron con juntos a la gobernación pero son de origen peronista.
El gobierno hoy aparenta estar monotemático insistiendo en el equilibro fiscal y el arreglo de la macro, pero la realidad indica que mucha de la inacción en el Estado parece más por impericia que por desprecio. Es claro a todas luces que aún no pudo formar un «equipo» de gobierno claro y hay muchas vacancias en los espacios de poder que ni se llenan ni se eliminan. La respuesta en muchos casos es que el Estado necesita una reestructuración y que ya están nombrados los secretarios y subsecretarios que se encargarán de esta. Lo cierto es que muchos de estos y sus equipos todavía están “en el aire” y sin posibilidad de acción porque no están formalmente nombrados y, por lo tanto, no tienen firma para ejecutar ningún plan. Por ahora son convidados de piedra que además de no poder hacer por un tema legal de nombramientos, también los detiene el temor de ser señalados por alguna de las tres cabezas del perro Cerbero del gobierno nacional y que ante la menor incomodidad de Karina, Javier o Santiago, vuelen por los aires en un pedido de renuncia o una despedida que, muchas veces, tiene la misma espectacularidad y poca concreción que el gobierno en lo político. Para muestra basta el botón del show que se montó en torno del secretario Ferraro que por ahora parece haberse quedado silbando bajito atrincherado en la oficina.
Hoy estamos en presencia de un ajuste muy grande que gran parte del pueblo acompaña porque comprende que salir del desastre que nos dejaron kirchnerismo y macrismo con el juego de la grieta no es fácil, pero también es cierto que esto no implica que esté dispuesto a acompañar cualquier cosa de cualquier forma. Mientras el gobierno nacional sigue en su plan de no negociar , ni hablar con los traidores amparándose en los votos obtenidos en el ballotage, la oposición señalada de traidora intenta advertirle que ni estos ni la voluntad del pueblo de acompañar un ajuste necesario son carta blanca para cualquier cosa. Por otra parte, también le vendría bien al presidente recordar que tanto los legisladores como los gobernadores traidores fueron votados y que estos últimos además también salieron victoriosos de las elecciones y, en muchos casos, hasta “le prestaron” votos.
Por otra parte, debería recordar que los que fracasaron como Horacio Rodriguez Larreta , Lousteau, Gerardo Morales y Yacobiti la miran desde afuera cómodamente pero no porque se den por vencidos o hayan perdido todas las esperanzas, sino porque están esperando para ver cómo mueve sus fichas cada uno para poder acomodarse con tranquilidad de cara a las próximas legislativas y por qué no armándose para las presidenciales.
Fuente: https://www.perfil.com/