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“Con el mega DNU, peligran las pequeñas y medianas librerías”

Es la mirada del rafaelino José “Bachi” Inwinkelried, responsable de la librería rafaelina Paideia desde 1982, sobre el decreto del Gobierno que propone modificar la ley del libro. “El precio de la venta al público resguarda a las pequeñas librerías”, remarcó. Para el entrevistado, “las librerías son lugares de encuentro, pero ahora se va perdiendo bastante por las nuevas generaciones”.

Por Soledad Salusso.- En el marco del mega DNU del gobierno nacional incluye un aspecto de modificación para la ley libro, fue entrevistado José “Bachi” Inwinkelried, quien desde 1982 es el responsable de la librería rafaelina Paideia, actualmente ubicada en calle Dante Alighieri 68. Empezó con la actividad en calle Güemes 80 y en 1985 se mudó a San Martín 166 hasta el 2020.

A través de su librería, durante muchos años se organizaron diferentes actividades culturales con diferentes charlas a cargo de visitantes y ciclos de cine-debate en diversos ámbitos de nuestra ciudad, como así también se propició la creación del Centro de Integración Cultural Américo Tosello con la fusión de dos entidades: Centro de Arte y Cine Club Rafaela.

“Es importante y, a la vez, peligroso si se aprueba tal cual está el proyecto de ley porque de no haber cambios perjudicará a las pequeñas y medianas librerías. El precio de la venta al público resguarda a las pequeñas porque los libros se venden al mismo precio en una superficie grande como un hipermercado o en una pequeña librería de barrio. La capacidad de compra de un hiper es muy superior porque puede adquirir 3.000 ejemplares frente a 3 o 4 de una pequeña librería”, graficó.

Y agregó: “trabajaría sobre 10 millones de títulos lo que está valuado en lengua castellana con 300 títulos intensivamente, con lo cual las pequeñas librerías no podrían competir porque van a conseguir descuentos más importantes. Hoy lo estamos viendo con la venta electrónica que muchas distribuidoras les venden a las librerías y ofrecen más al público a través de esta modalidad de venta, por ejemplo, mercado de pago o alguna de esas plataformas electrónicas, donde venden muchísimos libros las librerías y las distribuidoras”.

Entonces, aclaró que “si eliminas el precio de la venta al público, el precio no sería uniforme, sino que estaría al libre albedrío y la capacidad de compra de esas grandes cadenas de supermercados con las grandes cadenas monopolizadas, que son editoras y distribuidoras de libros, las pequeñas y medianas librerías barriales, que hay muchas en Buenos Aires, desaparecían”.

Poder adquisitivo

Además, “Bachi” Inwinkelried aprovechó para analizar el contexto socioeconómico a nivel nacional: “si a eso le agregas la pérdida del poder adquisitivo por la devaluación que hubo en diciembre, el panorama es de incertidumbre hacia el futuro”.

-¿Continúa el rol del librero en el asesoramiento para sugerir títulos a sus clientes o se va perdiendo?

-Es un nicho, lo divido por edades, hay gente de 40 a 50 años que está acostumbrada a leer el libro de papel y viene a un lugar de encuentro. El que vende libros no es solamente la venta de un objeto para obtener una rentabilidad, que es importante obviamente porque de lo contrario no podría mantener el negocio, pero también hay mucho de vocacional. Entonces te encuentras con gente donde se producen diálogos y charlas, eventualmente, sobre distintos temas de actualidad o de autores. Las librerías son lugares de encuentro, desde siempre fue así, pero ahora se va perdiendo bastante porque las nuevas generaciones están mucho más vinculadas a una lectura no de una larga narratividad sino más bien de pequeñas casi panfletarias, lecturas muy cortas, más bien informativas que formativas. Hoy no se escriben las obras clásicas como fue el boom de la literatura latinoamericana porque es imposible que se escriban de esa dimensión, por ejemplo, “Cien años de soledad” (de Gabriel García Márquez) y “Rayuela” (de Julio Cortázar), o “En busca del tiempo perdido” (del francés Marcel Proust) que son 7 tomos, sino que se escriben pequeñas novelas y algo de poesías, sobre todo, de autoayuda y de espiritualidad. En realidad, se van reiterando los temas con distintos abordajes y miradas. Creo que el cambio fundamental fue la comercialización y la venta electrónica porque ahí empezó a desaparecer la figura del viajante, que eso era muy importante porque si tenías un inconveniente lo solucionabas, en forma intersubjetiva con la presencia del viajante que electrónicamente. Esto nos ocasionó un perjuicio y la misma distribuidora muchas veces compite con el librero y ahora la eliminación de la ley del libro con el precio de la venta al público permitirá que las grandes superficies puedan hacer descuentos muchos mayores.

Fuente: https://diariocastellanos.com.ar/

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