GUSTO
En mi gusto de mujer
sólo cabe aquélla que con la mera pronunciación de su palabra
y sus colores,
pueda abrir senderos persistentes
en mi espíritu.
La mujer que deseo
la veo, primero,
con mi imaginación
y luego sus aromas, con mis oídos.
En mi gusto de mujer
la heterogeneidad debe ser una regla que
no admite más que una excepción:
sé muchas siendo sólo una!
En mi gusto de mujer,
la fémina necesariamente debe
vestir sus pies de tacones,
para dejar al desnudo
la lascivia de mi mirada.
No me desalientan,
más bien me animan,
lo complejo y lo paradojal,
pues no son más que
vestigios de la intensa belleza de lo humano.
Una mujer no debe renunciar jamás a lo contradictorio.
En mi gusto de mujer,
ella debe provocar a su paso público
con sólo mirar,
con sólo pensar,
con sólo no ser todas.
La coloración de los lienzos,
o el movimiento del cuerpo en danza,
serán arte sólo si proceden
de una vívida estética femenina,
con independencia de lo lindo o de lo feo.
La mujer que yo deseo
debe abundar en un arte que se atreva a dibujar su propia espalda,
su torso curvilíneo, sus piernas gráciles y sus nalgas tiesas
en formas que no se excusen de lo obsceno o del pecado,
expresando la generosa amplitud de su espíritu,
e indicando la desnudez de prejuicios.
En una mujer,
mal que pese su redundancia,
lo pecaminosamente inmoral,
el entrecruzar de pieles femíneas,
la hace humana y por ello
inevitablemente querida,
lo cual me obsequia tiempo
y me regala vidas.
24/07/09
