Que las universidades utilicen la inteligencia artificial con responsabilidad

El Prefecto del Dicasterio para la Cultura y la Educación interviene en un coloquio sobre el futuro de las universidades católicas. Renovación y conciencia son las dos palabras clave que deben guiar la aplicación de la tecnología en la investigación científica. Asumir riesgos, porque las universidades no son "burbujas impermeables de la realidad”.

Por Antonella Palermo.- «Renovación y conciencia: pensando el futuro de las universidades católicas»: éste fue el tema abordado por el cardenal José Tolentino de Mendonça, Prefecto del Dicasterio para la Cultura y la Educación, en la apertura de un coloquio científico sobre el futuro de las universidades católicas en la era de la Inteligencia Artificial, acogido por la Università Cattolica del Sacro Cuore, de Milán, los días 13 y 14 de julio, y organizado por la Strategic Alliance of Catholic Research Universities (SACRU), la red formada por ocho universidades católicas, presentes en cinco continentes diferentes. 

Las universidades católicas cunas del mañana

«Se espera de las universidades católicas no solo que custodien activamente la noble memoria de los días pasados, sino también que sean sondas, y cunas, del mañana». Este es uno de los pasajes clave del discurso del Prefecto de Mendonça que, a la luz del Magisterio del Papa Francisco, se centra en la tarea de las universidades católicas. Explica que deben «dialogar con lo nuevo, trabajar sin descanso en cuestiones y temas de actualidad, y constituirse en grandes laboratorios del futuro”. El cardenal hace hincapié en ello, refiriéndose también a la Constitución Apostólica Ex Corde Ecclesiae -que a su vez no hace sino confirmar lo afirmado por el Concilio Vaticano II en la Gravissimum Educationis-, que insta a las universidades a una renovación constante basada, principalmente, en el concepto fundamental de «conciencia».

Arriesgar sin miedo, pero con discernimiento

El pasado mes de marzo, en su discurso a los participantes en los «Diálogos Minerva», el Pontífice recordó que «sólo formas de diálogo verdaderamente inclusivas pueden permitir discernir sabiamente cómo poner la inteligencia artificial y las tecnologías digitales al servicio de la familia humana”. En el encuentro de hoy, el prefecto vuelve a hacer suyas y compartir estas palabras, convencido de que «el futuro requiere una visión interactiva, una madurez poliédrica de la realidad y la audacia de asumir riesgos”. Al fin y al cabo, el propio Papa Francisco ha dicho a menudo que está en el ADN del educador asumir riesgos. Ciertamente, el riesgo al que siempre alude el Papa es un riesgo razonable, fruto, precisamente, de todas las valoraciones oportunas en el aquí y ahora. De hecho, observa el Cardenal, se trata de «mantener las prioridades debidamente salvaguardadas». Citando el discurso del Papa en el Congreso Mundial promovido por la Congregación para la Educación Católica (2015), de Mendonça recuerda que siempre hay que tener en cuenta la prioridad de lo ético sobre lo técnico, la primacía de la persona sobre las cosas, la superioridad del espíritu sobre la materia, ya que «solo se servirá a la causa del hombre si el conocimiento se une a la conciencia».

La cuestión de la IA es una cuestión antropológica

El prefecto insiste, por tanto, en la necesidad de «reforzar una antropología integral que inscriba a la persona humana en el centro de los principales procesos de civilización». La invitación es a una mayor inversión en la formación de cada individuo para «desarrollar el potencial cognitivo, creativo, espiritual y ético, y contribuir así, de manera cualificada, al bien común”. Lo que también subraya el cardenal es que las universidades, y las universidades católicas en particular, «no viven para sí mismas, como si fueran burbujas impermeables de la realidad”. No estamos, por tanto, ante mundos separados de la sociedad, afirma, y por eso debemos actuar para poner en marcha prácticas de colaboración para un encuentro generativo de personas y culturas. Esto requiere inteligencia creativa, señala, pero también un discernimiento que no puede ser parcial, ni improvisado, sino sólidamente basado en los propios valores. Y aquí vuelve a llamar a apoyar lo que el Papa Francisco, ya durante su visita a Cagliari en 2013, instó a leer la realidad evitando aprisionarse en ideologías y a vivirla sin miedos, sin huidas y sin catastrofismos.

Formación en algor-ética

En este punto, el prefecto cita a Platón que, en el Fedro, se explayó sobre las razones opuestas de los partidarios del paso de la oralidad a la escritura y los detractores. Por un lado, el temor al olvido de las almas y, por otro, la confianza en una mejora de la memoria colectiva. Volviendo a la actualidad, el cardenal portugués reitera que la entrada de las universidades católicas, en una época marcada por el impacto, en gran medida aún por descubrir y regular, de la inteligencia artificial, nos obliga a un delicado ejercicio de responsabilidad. Concluye -repitiendo lo dicho por el Papa en la Asamblea Plenaria de la Pontificia Academia para la Vida en 2020- que existe una dimensión política en la producción y uso de la llamada Inteligencia Artificial, que no se refiere sólo a la distribución de sus beneficios individuales y abstractamente funcionales. En otras palabras: no basta con confiar en la sensibilidad moral de quienes investigan y diseñan dispositivos y algoritmos, sino que es preciso crear cuerpos sociales intermedios que garanticen la representación de la sensibilidad ética de usuarios y educadores… En este sentido, habla de una nueva frontera que podría llamarse «algor-ética».

Atesorando siempre el magisterio del Papa, la invitación final es a globalizar no el miedo sino la esperanza, que, se recuerda, tiene una raíz ontológica, no siendo ni un accesorio ni una eventualidad.

Desafíos en la aplicación de la inteligencia artificial

El Rector de la Universidad del Sagrado Corazón, Franco Anelli, también habló de esperanza. Recordando la rapidez con la que, sobre todo durante la pandemia, las tecnologías han irrumpido en los distintos campos de la enseñanza y de la investigación sanitaria, y más allá, reiteró la necesidad de no tener miedo, confiando en la capacidad de construir un nuevo sistema. Mirar al año que viene -cuando se cumpla un siglo del nacimiento de la Federación Internacional de Universidades Católicas- significa también prepararse para saber cómo implementar las mejores prácticas de las universidades con el mundo de la IA. 

Los frutos del coloquio en un documento público sobre IA

Zlatko Skrbis, presidente de SACRU, repasó cómo la tecnología de la IA es crucial en los campos de la genética, los estudios medioambientales, la biología y la lucha contra el cambio climático. «Se abren puertas a colaboraciones en todos estos campos», señaló, haciendo hincapié también en cómo puede crear más inclusión en la formación de personas con discapacidad, por ejemplo. En cualquier caso, la convicción que ha surgido es que la IA contribuye a construir sociedades más sostenibles en las que no es tan cierto que el trabajo desaparezca, sino que puede potenciarse con la introducción de nuevos perfiles y profesionalidad. Detener estos procesos es ya imposible. 

En la sesión plenaria del coloquio de hoy, moderada por Antonella Sciarrone Alibrandi, Subsecretaria del Dicasterio para la Cultura y la Educación y ex Vicerrectora de la Universidad del Sagrado Corazón, ha surgido un debate entre expertos en la materia a nivel internacional que, interactuando con los asistentes, se han comprometido a elaborar un documento público, como se ha anunciado, que podrá darse a conocer después del verano, sobre los resultados de este debate de dos días.

Fuente: https://www.vaticannews.va/es

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