Por Gabriela Origlia y Marcelo Veneranda.- A los 50 años, Martín Llaryora fue concejal y dos veces intendente de San Francisco, ministro de Industria de Córdoba, vicegobernador, diputado nacional y en la actualidad es intendente de la capital provincial. En octubre pasado, el gobernador Juan Schiaretti lo designó candidato y dijo estar convencido de que es el perfil que puede garantizar la continuidad del “modelo cordobés”. Ambos son cultores de la “antigrieta”.
Abogado, padre de tres hijos, hizo el secundario en la Escuela Técnica 50 de San Francisco, donde presidió el centro de estudiantes. Esa fue su primera “militancia”, aunque en su casa la política era comida diaria. Su padre, Luis, fue dirigente de La Bancaria y estuvo detenido durante la dictadura. Fue titular de la Juventud Peronista mientras estuvo en la universidad; su primera candidatura fue a concejal de San Francisco.
Se convirtió en Intendente de la ciudad de Córdoba en 2019 con el respaldo -como ahora- de Schiaretti; con ese triunfo el peronismo “ampliado” de la provincia recuperó después de 20 años la capital. Desde entonces, comenzó a construir su candidatura a gobernador. Desde el día uno, el marketing fue un aliado importante de su gestión: el rostro de Llaryora se mostró omnipresente en carteles, pantallas de tv y en los celulares.
En el acto en que fue nominado candidato, dijo: “No soy un producto del marketing, de las encuestas, de las consultoras. Soy un producto de gestionar para la gente. Vamos a trabajar en conjunto y vamos a ganar la próxima gobernación”. En algunas horas se sabrá si la realidad le da la razón.
Llaryora empezó a tener contactos políticos nacionales en 1997, cuando acompañó a Ramón “Palito” Ortega, precandidato a presidente. Fue parte de la mesa nacional del tucumano por la juventud; ahí también estaban Sergio Massa, Diego Santilli y Juan Curuchet. Por aquellos años también se hizo amigo de Bruno Screnci, exministro de Gobierno de CABA con Horacio Rodríguez Larreta. De hecho, el cordobés participó en algunas reuniones del Grupo Sophia, creado por el actual jefe del Gobierno porteño en los ‘90.
Con Mauricio Macri -con quien tuvo una reunión hace siete meses que generó muchas suspicacias– también tiene vínculo. El expresidente recuerda que en 2010, un día después de que la Justicia lo procesara en la causa por escuchas telefónicas irregulares, Llaryora lo recibió en San Francisco donde ambos firmaron un acuerdo por las ciudades que gestionaban.
Durante la campaña, el candidato a vicegobernador de JxC, Marcos Carasso, dijo que si gana Llaryora, “el kirchnerismo se instala en Córdoba”. El candidato lo negó pero sin focalizarse en el tema. “No vale la pena; la gente sabe que no es así. Tuve relación con Néstor Kirchner, pero se terminó con la Resolución 125, cuando le dije que no podía apoyarla”, afirma.
Prefirió hacer eje en la “continuidad” del modelo cordobés del que siempre habla Schiaretti y que comenzó con De la Sota. Reivindica y destaca las administraciones de los dos, aunque su mayor vínculo es con “El Gringo”. Insiste en que debería ser Presidente.
Con De la Sota se enfrentó en varias oportunidades. Una, en 2007, cuando decidió competir con el “radical kirchnerista” Hugo Madonna, que buscaba su reelección en San Francisco. Madonna tenía el apoyo de De la Sota y, como parte de la “transversalidad”, también de Néstor Kirchner. Le ganó la interna a la lista peronista de De la Sota y luego la general, al radical.
Después de esa elección, antes que asumiera en la intendencia, fue que Kirchner lo recibió en la Casa Rosada y, como un gesto por haberle jugado en contra, lo invitó a sentarse en el sillón presidencial. La relación con el patagónico creció cuando, como intendente, Llaryora “sufría” al De la Sota gobernador. Pero se acotaría pronto, con la 125, cuando Llaryora se puso del lado de los productores rurales.
En 2013 volvió a dar batalla. Ya siendo intendente, con su corriente, “El peronismo que viene”, resolvió encabezar una lista de precandidatos a diputados nacionales que compitió en las PASO con la que lideraba Schiaretti y que respondía a “El Gallego”. Perdió, pero alcanzó la minoría y le sirvió para ganarse la consideración de De la Sota, que lo convirtió en ministro y luego en vicegobernador de Schiaretti, en 2015.
Nadie duda de que si gana avanzará fuertemente para establecer su impronta en la provincia. En su equipo ya hablan de “nueva generación” y también de llevar a la provincia reformas en sectores claves como la educación. Pere ese “empecinamiento” de Llaryora por ascender, a costa de internas con sus jefes, bien puede servir para imaginar el protagonismo que buscará a nivel nacional. En eso, Llaryora se parece más a De la Sota. En todo lo demás, a Schiaretti.
En su gestión como intendente de la ciudad de Córdoba recibió el apoyo y los recursos de la Provincia. En algunos temas -como el transporte- que comprometen fondos nacionales trabajó en tándem con sus pares de Rosario y Mendoza. Con Schiaretti tuvo cruces por el cronograma electoral: él quería que la elección provincial y capitalina fueran el mismo día y en mayo. Se terminó siguiendo el criterio del gobernador, pero Llaryora asegura que no le quedaron rencores. De la misma manera, admite que -aunque pudo servir para que Juez creciera algunos puntos- acompañó la decisión de “El Gringo” de aceptar la invitación a una PASO ampliada, la que al final no se dio.
Fuente: https://www.lanacion.com.ar/