Querer abordar un análisis profundo de temáticas heterogéneas entre dos países es tan utópico como pensar que en el mundo se acabará pronto la pobreza, pero que sí hay que trabajar para atenuar y mitigar el impacto negativo.
Sin embargo, se hará un intento mental para comparar, criticar y discernir las luces y sombras entre Argentina y Brasil a partir de una reciente experiencia vacacional sumado a otros viajes, lecturas y estudios anteriores.
A simple vista sobresale la diferencia de lenguaje comunicativo entre el español y el portugués, que tienen palabras o raíces alfabéticas comunes como playa (praia), arena (areia), departamento (apartamento), que se repite con el italiano y el francés, pero que a veces es inentendible si los interlocutores hablan rápido.
También se puede decir que hay historias comunes de costumbres culturales entre esta parte de Argentina con el sur brasileiro referente a trabajos de agricultura y ganadería, comidas, bebidas (el mate), música, a tal punto que hay gordos y gordas de distintas edades como acá. No se busca criticar a los gordos por tal cosa sino decir que Brasil es tan variado en cuanto al territorio que en su nordeste la mayoría son negros y flacos por otras cuestiones culturales como la inmigración, las hambrunas, la música muy movida y la práctica de deportes.
En cuanto al tránsito que no es el mejor del mundo pero la gente del vecino país tiene más conciencia sobre la vida, puede haber menos accidentes (habría que ver sus números) y conocen las conducciones humanas desastrosas con muertes y accidentes en la Argentina, que genera estupor cuando hay partícipes argentinos en algún accidente de sus rutas.
En los caminos de Estado de Rio Grande do Sul -se podrían hacer autopistas debido al tránsito permanente por ser una vía del Mercosur- tienen banquinas pavimentadas y en determinados lugares la cinta asfáltica se ensancha en un 50% para descomprimir el movimiento de autos y camiones. Se cobra peaje como acá, un mal de estos tiempos.
FESTIVOS Y ALEGRES
Una característica muy marcada es el espíritu alegre frente a la vida cotidiana. Mientras los argentinos somos propensos a los problemas, a la música tanguera del recuerdo y melancolía, los brasileños son más festivos y alegres -especialmente del centro-norte del extenso territorio- que lo manifiestan haciendo deportes, cantar por la calle y en los colectivos, aplaudir en las canciones de las misas católicas, entre otros.
Al mismo tiempo, son menos prejuiciosos en materia de estética sexual – las «mininas» usan cola-less en la playa y los garotos sunga-, toman la famosa caispirinha (de 20 a 40 grados de alcohol) a media mañana, las panzas al aire de las embarazadas, por citar algunos ejemplos.
Un elemento que se repite en Brasil como en otras ciudades de la Argentina, Chile y otros tantos lugares es la presencia de baños públicos en las plazas principales, ya que es un servicio que permite aplacar las necesidades. ¿Por qué será que todavía en la hermosa plaza 25 de Mayo de la Perla del Oeste no cuenta con este servicio?
El fútbol -el más popular de los deportes- también es muy practicado en Brasil a tal punto que en las canchas sobre la arena le agregaron una red alrededor para evitar que la pelota se vaya lejos y evitar que se moje. Se ven camisetas del Gremio e Internacional (salió campeón de la última copa Sudamericana al vencer a Estudiantes de La Plata).
El paisaje es inconmensurable porque a pocos kilómetros está el mar con sus arenas finas y las sierras («serra» para los gauchos y también «morros») con ciudades de ensueños como Gramado y Canela, ya que en invierno nieva y cuentan con turismo internacional. Se parecen dos «cidades» suizas, italianas o francesas. Y viajando por los caminos parece que llovió un poco más comparado con Argentina, ya que había buenos lotes de soja (ese yuyito menospreciado en el discurso presidencial de hace unos meses en nuestro país).
Hablando de política no tiene la mejor imagen nuestra vapuleada Cristina de Kirchner con sus peleas innecesarias con distintos sectores sociales. Un buen ejemplo es que la soja no tiene retenciones a las exportaciones, aspecto ácido que dividió a la Argentina con la recordada resolución 125 y que se encuentra con otro conflicto en ciernes.
Se podría seguir hablando de ambas culturas similares y disímiles por diferentes factores descriptos y otros que pueden tener cada uno de los que muchos que viajaron en este verano o leyeron historias del vecino país.
Queriendo sintetizar la compleja cultura brasileña, me quedo con una frase del escritor bahiano Jorge Amado (de cuyos libros algunos se hicieron famosas películas como «Doña Flor y sus dos maridos») que se transcribe en su lengua de origen del libro Capitaes da areia: «A cidade de Bahía (Salvador), negra e religiosa, é quase tao misteriorosa como o verde mar»…
Emilio Grande (h.)