Por Eduardo Reina.- Mentira proviene de la raíz latina mens, mente. La mentira, es un un producto de la mente, o lo que en latín mentire significa mencionar y mentiri, mentir. Esa es la diferencia entre verdad y mentira.
Hoy vivimos un mundo de apariencias, fake y mentiras como si la verdad fuera plástica y adaptable, se hace de todo con tal de perdurar y ser tenido en cuenta; por eso estamos permanentemente atentos a detectar si estamos entrando en el aro protector de la mentira y la fábula.
Estos hechos están presentes entre los políticos, empresarios y en muchos sectores de la sociedad. Los medios de comunicación deberían ser clave para entender estos hechos que pueden tergiversar todo el tiempo nuestras percepciones.
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El discurso siempre se ubica en los límites de una verdad relativa; ¨lo primero que un hombre hace por su ideal o sus intereses es mentir, por lo que no sólo esperamos, sino que de hecho encontramos, que la información que efectivamente es transmitida, a menudo es adulterada o brindada de forma selectiva…”, Joseph Schumpeter.
La mentira es una forma de justificar la incapacidad de los gobernantes en llevar un proyecto adelante. El oficialismo está vencido, descorazonado y tal vez agonizante. Como no tiene respuesta a los problemas, miente y tergiversa las noticias e inventa un relato.
Estas estrategias tienen como finalidad no perder protagonismo y espacio en los medios, aunque después sea un meme o un hazmereír, es una falta de estrategia, descontrol y pérdida de mando que necesitará comenzar a ordenar alguien.
La Cámpora tomó la iniciativa (no le queda otra), con el «Caso Berni«, inventando una conspiración de la oposición a la frustrada participación contra su ¨Rambo cacheteado¨. Luego denunció el tratamiento recibido por Cristina Fernández de Kirchner y su hija Florencia Kirchner sobre la «anorexia nerviosa galopante» y calificaron el contenido del programa como un ejemplo de «discurso de odio», «mentira», «violencia», «humillación», «hostigamiento» y «deshumanización».
Y siguen algunas internas muy fuertes y agresivas como la de Hurlingham. Las peleas entre Aníbal Fernández y La Cámpora: ¨Y todos los que no trabajaron nunca o se la pasaron tirando piedras desde la otra vereda, como (Andrés) el `Cuervo´ (Larroque) o (Eduardo) `Wado´ (De Pedro)».
Mentir y agredir es parte del relato. Cuando un relato no tiene sustento se miente, se inventa y se fantasea.
Se bajan líneas sobre el relato, la única manera de subsistir y no caer en las encuestas es seguir aferrándose a la posibilidad más clara que tienen de mantener la provincia de Buenos Aires. Por eso, se jugó y se piensa en el «Eterno Retorno» de Cristina Kirchner, madre y salvadora del kirchnerismo, pero la historia no sería lineal y está en discusión si sería cíclica. Y sabemos que los ciclos vuelven a ocurrir con otras circunstancias.
En una sociedad dividida el peronismo sigue en pie con muchas dificultades, pero está vivo y sobrevive. Por ahí deberá pasar la prueba del colapso como ocurrió con otras fuerzas políticas y ahí esta el temor. ¿Serán capaces de reinventarse dejando de lado los nombres y reformulando su doctrina a los tiempos que corren? ¿O se dividirán definitivamente entre los moderados y los progresistas de izquierda?
El temor, el pánico a desaparecer, son permanentes. La doctrina del “Eterno Retorno” es una apuesta por el retorno del ser y en el ser, la relación con el pasado a través de la memoria solo es factible por medio del discurso. (Nietzsche WTP:543, 548, 1049).
Fuente: https://www.perfil.com/ El autor es analista político. Consultor especializado en Comunicación Institucional y Política, doctorando en Comunicación (Universidad Católica Argentina), magister en Comunicación y Marketing Político en la Universidad del Salvador (USAL). Postgraduate Business and Management por la Universidad de California Ext. Berkeley, EE.UU. Profesor Protitular en UCA. Twitter: @ossoreina