La Responsabilidad Social empresaria se ha instalando en la agenda pública para quedarse. Desde principios de esta década los actores sociales discuten este tema y no lo hacen, como en otros casos, en los márgenes. Sino que por el contrario observan con la lupa de ampliación del capital social, cómo pueden hacer para extender los beneficios que obtienen hacia la comunidad a la que pertenecen.
Una red de actores que se potencia
Y en esta tarea han sido y siguen siendo cada vez más, acompañados por un sinnúmero de actores sociales que reclaman su participación en el debate y en la definición de cómo lograr negocios cada vez más rentables de una manera ética y transparente para lograr una sociedad inclusiva.
Al sector privado en general y a las empresas de todo tamaño que lideran este tema como sujetos de cambio social se suman, el tercer sector entendido como asociaciones civiles, organizaciones de la sociedad civil, organizaciones no gubernamentales; el sector público desde sus esferas más relacionadas con las políticas sociales; la academia e instituciones de investigación y desarrollo y los organismos internacionales e intergubernamentales que articulan iniciativas globales.
La línea de base: logros actuales
La RSE ha alcanzado entre esos actores dos consensos basales: uno a nivel conceptual y otro sobre sus ámbitos de aplicación. Esos consensos, propuestos por la ONU en 2002 incluyen el enfoque en Derechos Humanos: 1. la defensa y protección de los derechos humanos deja de ser un asunto del estado para pasar a la esfera privada y comprometer a las empresas en esta tarea que aún no termina; 2. el compromiso manifiesto en no ser cómplice de abusos; el enfoque sobre Derechos Laborales: el respeto por la libertad de asociación sindical y el reconocimiento a los derechos de la negociación colectiva; 3. la activa eliminación de toda forma de trabajo forzoso o coactivo; 4. la promoción de la eliminación del trabajo infantil; 5. el apoyo a la abolición de prácticas discriminatorias en el empleo y la ocupación; el enfoque en Ambiental: 6. adoptar un enfoque preventivo en los aspectos ambientales relacionados con su negocio; 7. fomentar una mayor responsabilidad ambiental en toda la cadena de valor; 9. favorecer y adoptar tecnologías respetuosas del ambiente y finalmente el enfoque Anticorrupción: 10. combatir activamente toda forma de corrupción adoptando criterios de transparencia en sus procesos.
La discusión que tuvo lugar ayer en FECOL incluyó un rico debate acerca de estos temas y mostró estos consensos en el nivel regional. Entre ellos destacamos:
La RSE posee una racionalidad sustantiva que alcanza la definición del concepto y sus ámbitos de aplicación en la empresa.
La RSE posee un carácter profundamente democrático como activo intangible en empresas de todos los sectores y todos los tamaños.
El empresario debe tener una relación activa con su comunidad respetando a los grupos de interés con los que trabaja.
Hay evidencias concretas de los beneficios y resultados que los programas de RSE aportan a las compañías que la practican (General Motors, Sancor Seguros, Sesa Select, Kretz entre otros).
Existe un debate regional sustancioso sobre RSE llevado adelante por distintos actores locales entre los que se cuentan el Ministerio de Trabajo de la Provincia, los Municipios, las Fundaciones y las Cámaras Empresariales.
El Pacto Global de Naciones Unidas constituye la iniciativa mundial líder en RSE.
El próximo salto cualitativo
Construidos los conceptos iniciales, se hace indispensable no sólo seguir fortaleciendo la difusión y práctica del concepto de RSE sino comenzar a pensar la segunda etapa evolutiva del concepto. Y en este parecen emerger los siguientes temas de menos a más.
En primer lugar, fortalecer los vínculos entre RSE y el modelo de Gestión de Calidad al interior de las empresas llevaría a un necesario aggiornamiento de instrumentos e instituciones garantes de los sistemas de calidad.
En segundo lugar, la necesidad de hacer explícita la relación implícita entre RSE y desarrollo humano llevaría a vincular más activamente actores que hasta hoy parecen afuera del debate (asociaciones de consumidores, sindicatos, escuelas, etc.)
En tercer lugar, y ya en un plano más macro, se hace indispensable reclamar mayor vinculación entre la agenda de RSE y la agenda global del desarrollo articulando las respuestas que el sector privado ha demostrado estar en condiciones de dar con las necesidades mundiales más urgentes como los Objetivos de Desarrollo del Milenio, las conferencias mundiales sobre ambiente y el sistema internacional de justicia entre otros.
Con todo, es imposible obviar el plano personal y es bueno pensarnos como somos objetos y sujetos de RSE para reflexionar sobre nuestra contribución individual a una sociedad más justa e inclusiva.
Natalia Aquilino
La autora es gerente del Centro Comercial e Industrial de Rafaela y tiene una licencia en la ONU Buenos Aires.