Nada es igual y todo es lo mismo.
Las mismas caras de circunstancia.
Los mismos andares de siempre.
¡Cuánto cuesta aprender a vivir!
Todo es lo mismo y nada es igual.
Circunstancias diversas nos circundan.
Unos nacen con las botas puestas.
Otros se mueren desnudos de por vida.
Menos mal que para ver a Dios
hay que tener las manos limpias,
y los ojos del alma en verso
hasta volverse poesía y verse luz.
Y esto es un don que se tiene,
cuando se cultiva a destajo
el tajo de la belleza que cautiva,
en la que sólo Dios habita y nos cohabita.
corcoba@telefonica.net