Karlic: «quiera Dios que haya podido ser útil con mi pequeñez»

Con una misa en acción de gracias, el cardenal celebró su 45° aniversario episcopal. Transmitió su profundo agradecimiento a Dios por permitirle este servicio.

El cardenal Estanislao Esteban Karlic, arzobispo emérito de Paraná, celebró el 15 de agosto su 45° aniversario de ordenación episcopal.

A sus 96 años, el cardenal Karlic reside en el Monasterio Benedictino Nuestra Señora del Paraná, de Aldea María Luisa, donde en la mañana del lunes celebró una misa en acción de gracias. 

Concelebraron la Eucaristía monseñor Juan Alberto Puiggari, arzobispo de Paraná; monseñor Eduardo Tanger, vicario general; el padre Eduardo Armándola, primer sacerdote de la diócesis que el cardenal Karlic envió como misionero a Costa de Marfil, donde lleva 27 años; y varios sacerdotes de la diócesis. Asistieron además fieles laicos y seminaristas de la arquidiócesis.

Consultado sobre el significado de este nuevo aniversario episcopal, el cardenal Karlic destacó: «La alegría de pensar que el Señor me dio la gracia de continuar la tradición de los doce apóstoles como obispo, me conmueve».

«Agradezco al Señor que me haya llenado de esta gracia para continuar como obispo la gran tradición de santificar el mundo en la Iglesia. Es un agradecimiento profundo, porque me ha permitido este servicio que exige mi santidad, para que haya podido, como sucesor de los apóstoles, seguir el misterio de salvación para la Iglesia, que es para el mundo entero».

«Le pido al Señor haber sido útil para su proyecto y ser una parte de la santificación del mundo», expresó el purpurado, que lleva una vida episcopal activa, celebrando la misa diaria y recibiendo a menudo a fieles de distintas partes de la arquidiócesis que llegan para recibir el sacramento de la reconciliación, para bendecir sus vehículos, e incluso clubes de fútbol que se acercan para que el cardenal bendiga sus camisetas.

Ahondando en su reflexión, Karlic afirmó: «Esta es la verdadera tradición, la verdadera historia que debe enriquecer y dignificar la vida de todos los hombres, porque para todos los hombres la Iglesia es sacramento de salvación. Quiera Dios que haya podido ser útil con mi pequeñez, con mi servicio, y así haber servido en este paso de la Iglesia por la historia».

Para finalizar, deseó que la historia «sea cada día más una historia de santidad como quiere el Señor», extendiendo su anhelo para todos los obispos: «Quiera el Señor que podamos ser verdaderamente santificación del mundo como Iglesia, y los obispos como servidores en el mundo, aquí, ahora, y cada día más».

Fuente: https://aica.org/

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