San Cayetano: “Es inalcanzable llevar el pan de cada día a causa de la inflación asfixiante”

Destacó el obispo Fernández durante la homilía de esta tarde ante una multitud en el templo del barrio Amancay. Y agregó: “pensar en quienes más están sufriendo esta crisis, con soluciones honestas y realistas, que prescindan del uso clientelar”. Hubo venta de comida y santería, cuya recaudación se destina para financiar la pintura exterior e interior de parroquia.

Por Emilio Grande (h.).- Este domingo se realizó la tradicional fiesta de san Cayetano, el santo del pan y trabajo en Argentina e Italia, en la que los peregrinos concurren para agradecer y pedir por intenciones personales y comunitarias.

En Rafaela hubo siete misas: a las 7:00 horas (Hugo Barbero), a las 9:00 (Héctor Borgeat), a las 11:00 (Claudio Badino), a las 13:30 (Luis Cecchi), a las 15:30 (Ariel Botto) y a las 17:30 con procesión (obispo Luis Fernández) y a las 19:30 (párroco Jorge Buschittari), en la parroquia homónima, ubicada en el barrio Amancay, bajo el lema “Con Cayetano salgamos a la escucha de nuestros hermanos”.

La ceremonia principal fue durante la tarde con la procesión alrededor de la plaza de la Bandera y luego la misa delante del templo, presidida por el obispo diocesano, ante una multitud de personas (hubo cola permanente a lo largo del día para tocar la imagen del santo en el interior de la parroquia), en la que también desfilaron dirigentes políticos, funcionarios municipales, concejales, entre otros, a lo largo de toda la jornada. Es casi imposible determinar la cantidad de personas, pero fueron miles de rafaelinos y de otros lugares que concurrieron esta peregrinación.

Además hubo confesiones y bendiciones a los asistentes, como así también venta de 450 pollos, 100 kg de tortas fritas (450 bolsitas con 3 unidades cada una), pastelitos (más del 77% de las 1.100 docenas), pochoclos, santería, cuya recaudación servirá para terminar de pagar las obras de pintura en la fachada y en el interior del templo, cuyo presupuesto original fue de 600.000 pesos, según informaron fuentes confiables a este cronista.

Cabe mencionar que con motivo de esta festividad, el Municipio dispuso durante toda la jornada de tareas de control de tránsito para que las personas puedan movilizarse sin problemas hasta el barrio Amancay.

En este contexto, el arzobispo de Buenos Aires, cardenal Mario Poli, pidió en el santuario de Liniers tener “actitudes solidarias y fraternas que nos permitan reconstruir esta Argentina que nos duele a todos”, advirtiendo sobre “la inflación asfixiante que padecemos y que genera miseria”.

Dios no abandona nunca a su pueblo

A continuación se comparte la jugosa homilía del obispo Fernández:

Una vez más acudimos a San Cayetano en búsqueda de paz, pan y trabajo; es lo que más anhela el corazón humano para vivir con dignidad.

En estos tiempos difíciles del mundo, donde la humanidad padece el regreso paulatino a la normalidad luego de la pandemia sufrida por todos, expuestos los niños y no solo ellos al peligro, como decía la primera lectura en el libro de la Sabiduría, de que le estén “arrebatando la vida”. Por eso el pueblo con paciencia y fe sabe esperar la ayuda de San Cayetano, confiando en el amor de Dios que no abandona nunca a su pueblo.

Cada año los peregrinos en toda la Argentina acuden a la casa de Dios, muchos también agradeciendo algo tan central en la vida para toda mujer y varón que es tener un trabajo digno para poder vivir del fruto de ese trabajo.

Qué bueno el corazón humano que no se resigna ante las dificultades de la vida, y va superando el abatimiento del alma y los problemas de cada día cuando se hace inalcanzable llevar el pan de cada día a nuestras familias a causa de la inflación asfixiante que se padece, donde muchos tienen que acudir a comedores o a la ración que da el Estado, así como tantos ancianos que padecen más las enfermedades por la ausencia de sus medicamentos.

Este es el dolor del pueblo que espera y confía en que San Cayetano nos ayude, no sólo a tener fe inquebrantable en Dios sino también viene a pedirle al santo que nos ayude a todos a recordar que cuánto más difíciles y duros son los tiempos lo más importante es pedir el pan de la fraternidad, porque el pan no se come en soledad, se comparte en la mesa de la familia, y en la mesa de la comunidad. ¡Cuánto necesitamos hoy este pan en una sociedad tan agrietada y enfrentada!

Nos recuerda la canción: “No es posible morirse de hambre en esta tierra bendita del pan”.

La visita cada año de los peregrinos a San Cayetano nos dice que no nos salvamos solos, que la solidaridad es uno de los sentimientos más grandes del pueblo argentino.

Pidamos a San Cayetano que nos ayude a generar proyectos comunes, donde todos tengan igualdad de posibilidades, donde desaparezcan los privilegios y en cambio aparezcan las ideas creativas, con prácticas capaces de construir una fraternidad política, para pensar prioritariamente en quienes más están sufriendo esta crisis, con soluciones honestas y realistas, que prescindan del uso clientelar.

“La paz, el pan y el trabajo” que siempre pedimos a San Cayetano, es hoy más necesaria que nunca por los tiempos complejos que estamos viviendo, en que ningún sector parece estar dispuesto a ceder en sus intereses, pero es lo que nos hará bien a todos: políticos, sindicalistas, empresarios, religiosos y profesionales de todo tipo, de la salud, de la educación, de la justicia, entre otros. Por eso también le pedimos a San Cayetano algo “que no poseemos”: Una fe capaz de saber esperar, pero que, como la fe en Dios, será anticipo de “bienes futuros que los niños y jóvenes de nuestra patria se merecen”, como nosotros que recibimos de nuestros abuelos y mayores, esta “tierra bendita del pan”.

No temamos, queridos hermanos… felices los peregrinos de San Cayetano que no bajan los brazos ni pierden la esperanza, porque el mismo Dios “los hará sentar a su mesa y se pondrá a servirlos”.

Felices los que al llegar el Señor nos encuentre ocupados en esta misión de vivir en paz, con honestidad en el trabajo, valorando la familia y haciendo el bien a los demás.

Recordemos que “al que se le dio mucho, se le pedirá mucho y al que se le confió mucho, se le reclamará mucho más”.

¿Quién fue San Cayetano?

Este santo italiano nació en Vicenza en 1480 en una familia noble y adinerada, estudió abogacía, derechos civil y eclesiástico, pero sintió seguir más de cerca de Jesús, fue ordenado sacerdote en 1516. Murió el 7 de agosto de 1547 en la ciudad de Nápoles.

San Cayetano fue un instrumento que Dios utilizó para evangelizar en el siglo XVI en Europa. Sirvió a los pobres y enfermos de la ciudad, y atendió a los pacientes más repugnantes del hospital de incurables, pero sobre todo se preocupaba por el bien espiritual de los miembros de la congregación: “En el oratorio rendimos a Dios el homenaje de la adoración; en el hospital lo encontramos personalmente”, repitió más de una vez. También fundó un banco para prestar dinero a los trabajadores sin especulaciones.

Se trata de un santo muy arraigado en las costumbres religiosas del pueblo argentino desde hace muchísimos años que convoca a multitudes de todos los niveles sociales para agradecer y pedir al santo italiano por una vida digna para tener siempre en nuestras mesas pan, trabajo y salud.

Su generosidad, su mansedumbre, su humildad, su desinterés, su entrega a los desamparados, su pasión por la renovación de la Iglesia, su amor a la eucaristía, su piedad mariana son notas distintivas de su personalidad.

En una visión, la Virgen María entregó a sus brazos su hijo Jesús niño, una señal que respondía a su empeñosa dedicación al bien integral de la vida de los niños más pobres y abandonados.

Debemos vivir la fe en un plano solidario con los que más sufren y padecen privaciones a nuestro alrededor, para no ser indiferentes como los políticos y el sistema económico que privilegia sus intereses sectoriales por encima del bien común de la sociedad.

San Cayetano fue un servidor de Dios y es un buen ejemplo del amor desinteresado por los más sufrientes. ¿Somos capaces de imitarlo o pensamos en nuestra quintita?

A pesar los problemas mundanos y temporales, anida en el corazón de la gente una mirada de fe y esperanza sobre la vida en plenitud, esa que solamente Dios es capaz de brindar, obrando en medio de las dificultades y los problemas…

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