Por Emilio Grande (h.).- Lamentablemente, es uno de los principales problemas que aflige a casi todos los argentinos de todos los niveles y condiciones sociales, que carcome los ingresos, los precios, los proyectos y las inversiones.
En este contexto, la inflación de junio fue de 5,3%, el peor dato para ese mes desde 1990, según informó el INDEC, pero algunos comerciantes locales consultados dicen que ese porcentaje no es real, sino que sería mayor. Deja un alza acumulada en el primer semestre de 36,2%. Analistas pronostican una suba de precios a fin de año de hasta 90%.
El incremento en los últimos doce meses alcanza un 64%, la peor variación desde 1992. La inflación núcleo -deja afuera los precios estacionales y regulados- fue en el mes de 5,1%. Alimentos y bebidas, el capítulo más sensible e importante del índice de inflación avanzó 4,6% en el mes. Algunos especialistas remarcaron que la desaceleración de los precios de los alimentos frente al avance de otros rubros del índice indica que el impacto de la guerra -el principal argumento del Gobierno ante el aumento de la inflación- ya no está tan presente. En mayo, el índice de inflación del organismo que conduce Marco Lavagna había marcado un 5,1%.
El mayor incremento se registró en el rubro salud, que reflejó un alza de 7,4%. Según el INDEC, detrás vinieron vivienda, agua, electricidad, gas y otros (6,8%), bebidas alcohólicas y tabaco (6,7%) y restaurantes y hoteles (6,2%).
El Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) de junio había pronosticado para ese mes un alza de 5,4%. Para el año, el top ten de analistas consultados por el Banco Central espera una inflación promedio de 79,2%. Varias consultoras alertaron ya de un fogonazo en la inflación de julio por el fuerte incremento de la brecha cambiaria que se verificó tras el salto de los dólares “libres” y las trabas a las importaciones que derivaron en elevadas remarcaciones. Se espera que ese dato de inflación esté entre un 6% y un 8%.
Como un nuevo intento de desligar al Gobierno de las responsabilidades de los aumentos de precios, la portavoz presidencial Gabriela Cerruti apuntó contra los empresarios “especuladores y codiciosos”, y aseguró que no hay desabastecimiento de productos de primera necesidad. “Deberíamos ser todos suficientemente sensatos y solidarios”, arengó.
A decir verdad, la inflación no se soluciona con la emisión monetaria descontrolada, el cepo cambiario, el cierre de las importaciones y las exportaciones, los congelamientos y los controles de precios, recetas que lamentablemente no funcionaron nunca.
Frente a la complejidad de este problema, urge que el Gobierno convoque a los principales actores sociales (legisladores, gobernadores, economistas, empresarios, sindicalistas, productores, investigadores, entre otros) para buscar entre todos el bien común, en orden a atenuar este denominado “impuesto”, que carcome los bolsillos de todos los argentinos, especialmente los más pobres que rondan más del 37% de la sociedad, priorizando realizar las inversiones necesarias y, al mismo tiempo, parar con la “maquinita” de remarcar los precios…
A decir verdad, la inflación no es un problema de ahora sino que viene desde el año 1945. Sería mejor que los funcionarios se callaran un poco la boca porque vamos de mal en peor, en este caso en materia económica, basta ver los índices de la inflación y entonces se debe actuar en consecuencia, es decir más hechos palpables que palabras porque se las lleva el viento…
Parafraseando al filósofo y ensayista español José Ortega y Gasset, verbalizadas en una conferencia en Buenos Aires en 1939, “Argentinos, a las cosas”…