Por Cristian Grosso.- Ni la gloria aparece en el espejo retrovisor de su vida. No hay lugar para la vanidad. En su casa en Madrid no se concede que a la vista haya algún recuerdo que hable del jugador. Bueno, apenas uno que lo retrata. Una foto sobre su escritorio: Jorge Valdano junto al Gringo Giusti. “Una foto que tiene un mensaje implícito. Cuando hice las valijas y me iba del Mundial del ‘90, sin entender muy bien lo que había pasado, me encontré casualmente con el Gringo Giusti, que arrastraba alguna dolencia e iba a hacer un entrenamiento con Pachamé. El equipo se había ido a Israel y muchos jugadores se enterarían en el viaje de mi desconvocatoria, y al Gringo, Bilardo le había dicho que al volver le haría una prueba: ‘Si no saltás los alambrados, te vas vos también’. Yo ya estaba vestido, de saco, para viajar a Madrid y él de futbolista para entrenar. Había un silencio tremendo, solo se oían los pajaritos en un día muy luminoso. Pero el momento era triste. Y de pronto el Gringo sale corriendo y vuelve con una cámara de fotos y le pide a ‘Pacha’ que nos tome una. Y me dice el Gringo: ‘Dentro de algunos años la miraremos y nos vamos a reír’. Muchos años después, pasando por Buenos Aires, me encuentro en la recepción del hotel con un paquete que imaginé sería un libro, pero se trataba de la foto en un marco. La foto es malísima, pero la tengo ahí y efectivamente cada vez que la miro, me sonríe. Y es un recuerdo casi antifutbolístico, porque me acababan de poner de patitas en la calle”. Ni la copa del ‘86 ni el gol contra Alemania. Esa foto con el Gringo Giusti.
De emociones, todo se trata de emociones. El hombre de 66 años que cree haber alcanzado un elevado umbral de autocontrol pasó varios días en Las Parejas, su ciudad, y fragancias, sonidos, amigos y recuerdos pusieron en jaque una íntima conquista. “Aparecieron las dudas alrededor de una frase que vengo repitiendo hace tiempo: que soy alérgico a la nostalgia. La nostalgia es un motor más de la existencia, desde luego, pero para mí la vida está ahí adelante, y hago esfuerzos para tener esa visión de las cosas. Me da como miedo quedarme empantanado ahí atrás, en recuerdos que, desde luego son muy estimulantes, pero que no sirven para mañana”. Vale como preámbulo: habla Valdano y apunta en proporciones idénticas a la cabeza y al corazón.
Para ponerlo en un aprieto, especialistas si los hay en eso los chicos, uno le preguntó a Jorge en Las Parejas: ‘En un pan y queso, ¿a quién elegís, a Diego o a Leo?’ Silencio. ‘En el 86, Diego’, respondió Valdano, y vuelve a sonreír cuando lo cuenta. Invadir su infancia ilumina rincones desconocidos. Viaje a la década del ‘60. “Seguía minuciosamente las aventuras, especialmente las internacionales, de todos los equipos. Lo hacía con orgullo, y través de la palabra: la radio y El Gráfico. El primer partido que intenté ver fue la final de la Intercontinental de Racing, la del gol de Cárdenas… Me fui a la casa de un vecino que tenía televisión, pero las interferencias eran tan grandes que al final me quedé con la radio. Yo era de Racing por parte de padre, además, y aquello me dio una enorme alegría. La televisión entró en mi casa en el Mundial del ‘70, es decir que entró con Pelé adentro. A Brasil lo veía con emoción, lo esperaba desde la mañana y lo veía solo en la cocina de mi casa. Y me daba derecho a emocionarme porque no estaba Argentina en el ‘70. Toda mi pasión se volcó en aquel Brasil. Es curioso porque he visto, no hace mucho, el documental de Pelé, muy concentrado en el Mundial del ‘70, y aquel equipo cuando salió campeón a mí me hizo llorar de alegría, y él, cuenta al final de la serie, lloró de alivio, se sacó un gran peso de encima. Fijate vos, una misma conquista, lo que provoca en el protagonista y en el receptor. Me sorprendió mucho”, subraya. Y regala episodios de su vida que suele proteger.
-En estos días en la Argentina te asomaste al fútbol local, ¿qué viste?
-Bueno, digamos que vi una secuencia preocupante. Primero, jugadores relevantes que se van al fútbol europeo, al Benfica, al City; luego, la posibilidad de que vengan figuras rutilantes al final de sus carreras, como Suárez o como Vidal, y finalmente la frustración de esos fichajes por razones puramente económicas. Esa secuencia habla de las dificultades por las que pasa este fútbol, y cuando hablo de las dificultades económicas no es que dejo de ser romántico, hay que ser realista. Y es verdad que el fútbol tiene que ver con la emoción y con el placer, pero también es verdad que la economía tiene que ver con que exista o no el fútbol. Y aquí se ve que los directivos están haciendo un esfuerzo muy grande para sobrevivir.
–Tomaste contacto con profesionales, chacareros, empresarios y quizás con el canchero del club Sportivo. ¿Te alcanzó para olfatear al país?
-Muchas veces mi campo de exploración termina siendo el lugar donde yo nací, pero no creo que sea un ejemplo que explique al país. Las Parejas es un pueblo próspero, muy industrial, que atrae mucha mano de obra, donde no hay ni una sola casa de chapa. Gente muy muy emprendedora, que tiende a darle una cierta prosperidad a la sociedad. Por lo demás, no me gusta hablar de política porque hago una inmersión muy rápida y eso no me da derecho a hacer un retrato, pero hacía tres años que no venía al país y veo a la misma gente de siempre, diciendo las mismas cosas de siempre, en un país cada vez peor. Esa sería un poco la visión rápida, sin entrar en más detalles para los que no me siento autorizado.
-Escribiste en el diario El País que “en Argentina, más que en cualquier otro lugar, siento que los racionales somos inadaptados”. ¿Percibís que estamos invadidos por el letargo de la naturalización? No hay visitantes ni descensos, el torneo tiene 28 equipos, muere un hincha a balazos en el ascenso…
-El fenómeno que veo es que hemos descendido de las altas pasiones a las bajas pasiones. Me lo decía hace unos días un hincha de Boca, ya mayor: ‘Yo me reconocía como una buena persona, hincha de Boca que quería que ganara Boca, y ahora disfruto más de la derrota de River que de la victoria de Boca. ¿Cuándo cambié?’, se preguntaba. Y me da la sensación de que es algo bastante general. Y se ve en los cantos de la hinchada cuando recibe a su equipo y en el canto de los jugadores cuando festejan el triunfo. Es siempre contra alguien. Cuando ganamos el título del ‘86, y se lo dedicamos a todos y ‘la reputa madre que los parió’, no me gustaba el cantito. Siempre me ha parecido que el triunfo debe ser festejado desde la dignidad y con aquellos que te apoyaron, y no dedicado a aquellos que no te respetaron. Me parece que hay casi un homenaje a la negatividad, cuando el homenaje debiera ser a la positividad, pero bueno, son datos de ese tiempo, muy característico de Argentina. No es algo que vea representado de una manera tan explícita en España, que es el ámbito en el que me muevo habitualmente. Aunque las rivalidades son también por ahí cada día más feroces.
-¿Un Mundial en medio de la temporada puede ser beneficioso porque los jugadores no llegarán agotados?
-Se llegará en plenitud física y esa es una buena noticia. Hay otras reflexiones para hacer que son más sociológicas y más inquietantes: por primera vez se va a jugar en una ciudad, en una ciudad que además solo tiene hoteles de cinco estrellas entonces uno no sabe muy bien adónde se va a quedar la gente. Donde cabe un hincha en medio de esta situación. Suena un poco extraño, pero el hecho de que se viva el Mundial en una sola ciudad va a concentrar el fútbol en un territorio muy pequeño y eso va a ambientarlo mucho al campeonato. Espero que sea una ambientación en paz.
-Qatar como sede del Mundial ha recibido muchos cuestionamientos, pero no precisamente del fútbol.
-Esto siempre ha caracterizado al fútbol masculino, porque el femenino sí se personó, y lo primero que hizo fue desprejuiciarse sexualmente y, luego, comprometerse políticamente. Especialmente las chicas de los Estados Unidos, atacando a Trump cuando salieron campeonas. Pero entre los varones parece que el futbolista no quiere pisar el barro político y de inclinaciones sexuales, ni hablemos, mucho menos, parece mentira que sigan estancados en su charco. Voy a decir algo que espero sea bien interpretado: hay una pretensión de Occidente de convertirse en policía cultural del mundo. Estamos hablando de un país poblado hasta hace poco por nómadas, Qatar, que de pronto encuentran gas, que se juntan en Doha que es la única ciudad realmente importante del país, que tienen que venir de una cultura milenaria y nosotros pretendemos que digan ellos, ellas y elles de un día para el otro porque nosotros ya estamos en ese nivel de evolución. Me parece que las conquistas sociales de Occidente han costado trabajo y tiempo, por eso no podemos pretender que el mundo se parezca a nosotros con un chasquido de dedos. Dejemos a los pueblos que tengan su propia evolución, tratemos de influir de la mejor manera posible, pero no desde la condena permanente. Ahora bien, si es verdad que han muerto muchos obreros en la construcción de los estadios, eso supongo que la FIFA lo investigará y desde ahí tendrán que sacar las conclusiones pertinentes. Insisto, no me gusta… esta policía cultural.
-¿Qué parte del mundo se puede sentir más autorizado? El que hace caminar a las mujeres cinco metros detrás del hombre no, pero el otro también debe rendir cuentas…
-Efectivamente. El capitalismo marca otro tipo de diferencias y, además, muchas veces son más trágicas porque condenan a buena parte de la humanidad a la pobreza y hasta a la miseria.
-Una fuerte inyección de capitales llega de naciones de cuestionada relación con la democracia y los derechos humanos (China, Rusia, el mundo árabe), pero al fútbol no parece importarle.
-Bueno, bueno… aquí entramos en el terreno de la hipocresía. Mbappé no va a Real Madrid seguramente porque recibió presiones y porque lo taparon en dinero…, se ha dicho, entonces fue acusado de no ser lo suficientemente romántico como para elegir un destino como Real Madrid, que seguramente potenciaría sus condiciones futbolísticas. Cuando estábamos en ese discurso, el emir de Qatar llega a Madrid con una inversión de 5 mil millones de euros y fue recibido por el rey, la reina, el Presidente y fue condecorado con el collar de la Orden de Isabel la Católica … O sea, les estamos pidiendo a los futbolistas que sean ejemplos éticos cuando me da la sensación de que esa debiera ser una obligación de los gobiernos y no de los jugadores. Según el destino del dinero tenemos una actitud ética u otra actitud ética.
-Tan orgullosos de ‘la nuestra’ durante años, hoy la Argentina tiene un departamento de scouting que busca talentos por el mundo. ¿Lo hubieses imaginado?
-Eso está bien, hay mucha más movilidad ahora y es legítimo buscar el talento donde esté. Pero no es que se nos haya extraviado ‘la nuestra’, es que la hemos perdido de vista directamente. Ya no forma parte de nuestro cuerpo ideológico, apenas si forma parte de nuestro cuerpo sentimental, y en aquellos que tenemos una cierta edad. Pero me da la sensación de que se nos perdió algo en el camino en el tránsito de la calle a la academia, y es otro de los elementos por los que Europa nos saca ventaja: ellos han progresado muchísimo en los procesos de la formación, y no solo España, Francia o Alemania, sino también Dinamarca, Suiza o Bélgica han pegado un salto de calidad tremendo. Ya no hay jugador allí que no controle y pase a máxima velocidad. En ese proceso ellos no han perdido tanto porque siempre han tenido un juego dinámico pero previsible. Los que vivíamos de la pausa, el amague y la gambeta éramos nosotros, y desde la diferencia competíamos. Y en ese cambio de escenario algo se nos ha olvidado, creo que la academia no acaba de dar todo lo que recogíamos en la calle.
-Por aquí molestó que Mbappé dijera que Sudamérica no está tan avanzada, pero estadísticas y desarrollo le dan la razón.
-Lo de la formación es lo más peligroso, hemos entrado en perversiones que son internacionales. Por ejemplo, seleccionar chicos por el tamaño del físico y no por el tamaño del talento. Y algunas de esas perversiones las reflejamos de una manera más cruda que otros países, por ejemplo, que a los chicos de 12 años los obliguemos a ganar antes que a jugar. Todo eso ha afectado muy seriamente a la manera argentina de ser. No olvidemos que si en la historia del fútbol hay cinco coronas, que se las han puesto Di Stéfano, Pelé, Cruyff, Maradona y Messi, tres de los cinco sin argentinos. ¿Por algo habrá sido, no? Cuando nos respondamos esa pregunta, pues intentemos retornar al buen camino.
-Se aproxima el tiempo de los herederos para Messi y Cristiano y…
-Pero ya no hay que imaginárselos, se llaman Haaland, Vlahovic o Mbappé. Estamos hablando de biotipos de una potencia descomunal.
-Un biotipo más robótico. ¿Habrá sido Messi la última rara avis?
-Pero incluso Leo… Maradona fue un producto de la calle, y Leo ya fue un producto anfibio: mitad calle en Rosario y mitad academia en Barcelona. Pero aquí hablamos de genios indiscutibles, tanto Maradona como Leo. Haaland, Vlahovic o Mbappé son jugadores más fáciles de definir, son más lineales, pero resultan desequilibrantes desde el poderío… Y no solamente tienen un gran cuerpo, sino que también lo utilizan muy bien. En ellos el cuerpo no es una geografía para el amague, sino una geografía para zanjar una ventaja después del choque. Primero chocan y luego buscan la pelota, pero ahí también hay sabiduría y ellos emplean la suya.
-¿Quedará una sensación de desamparo cuando se retire Messi? ¿Quién hará lo extraordinario?
-Sí…, lo cierto es que hemos perdido hasta la esperanza. Quiero decir, hasta era justo que de aquí saliera un genio, pero no sé si ahora están las condiciones dadas para que salgan estos talentos animales, casi salvajes, de esa envergadura. Recuerdo aquella frase del Flaco Menotti: ‘Todos sabemos que es imposible un Maradona japonés’. Tiene que haber unas condiciones culturales para que salga un genio de estas características, contextos, rebeldías…
-Un día dijiste: “Mitos son los que convierten lo excepcional en costumbre, como Diego”. ¿Messi ya es un mito entonces?
-Siiii, sí. Bueno, para declararlo mito hay que esperar el día después de su retiro, pero por una razón formal, nada más. El tiene una de las cinco coronas y come en la mesa de los grandes del fútbol.
-¿Quizás la épica lo motoriza a sus 35 años?
-En su caso, a la épica hay que cambiarle el nombre y llamarla confianza. Con la camiseta argentina ha tenido, incluso, episodios físicos de angustia, cuando escupía o vomitaba en la cancha. Pagaba la agresividad de un pueblo muy exigente con sus grandes estrellas, pero me da la sensación de que la última Copa América fue curativa y, además, ha encontrado un grupo humano que sabe jugar y sabe relacionarse con un genio. Y eso le ha sacado una sonrisa donde había angustia.
-Ese tejido de hermandad que muestra este plantel, más Messi, ¿invita a las mejores proyecciones para Qatar?
-La diferencia con Maradona en el 86, incluso con Kempes en el 78, es que de ellos hablamos de un momento de plenitud de sus carreras, y ahora estamos hablando de un Messi de 35 años que sigue teniendo una influencia descomunal en los partidos, pero en un Mundial gozar de la plenitud no es cualquier cosa. Los vimos en el 82, con Diego siendo demasiado joven y Mario [Kempes] siendo ya veterano. Es decir, la plenitud es algo muy importante, pero creo que lo que sí hizo muy bien Scaloni es encontrarle un lugar dentro de la cancha donde Messi sigue teniendo una influencia grande en el juego, un alto número de intervenciones y, por lo tanto, un protagonismo muy fuerte.
-Scaloni pasó de incógnita a irreprochable, ¿cómo creés que hizo ese viaje?
-… Es… Se me hace difícil saberlo. Primero, está claro que los jugadores creen en él, seguramente porque le reconocen el sentido de la justicia a la hora de tomar decisiones. Eso es muy importante. Pero el suyo ha sido un trabajo mucho más complicado que el que tuvieron en su momento Menotti y Bilardo. Menotti y Bilardo tuvieron tiempo para crear un universo que se parecía a ellos; Menotti un universo lujoso, Bilardo un universo sacrificado, pero cada uno fue capaz de crear equipos a su imagen y semejanza. Pero ahora, con todos los jugadores en distintos países, con encuentros tan esporádicos, eso es mucho más difícil de lograr. También, creo, que el triunfo en Brasil ha hecho su trabajo. Y algo más: tiene una cosa muy importante, que casi le cambia el paso a la pasión por el fútbol en este país. ¿Qué? Ha sabido poner al fútbol en el lugar justo dentro de la escala social, ¿no? Esto no le cambia la vida a la gente, le cambia el humor a la gente, pero no la vida. Y él te lo dice con mucha naturalidad y desde un perfil bajo que ha elegido. Estamos sin dudas ante una persona inteligente, que ha encontrado la llave.
-¿Quién te sorprende de la selección? ¿Quizás Di María por su renacimiento?
-No, no, Di María no me ha sorprendido porque me ha gustado siempre. Y, además, es el jugador con el que me siento más identificado porque creo que tiene algo de lo que yo le daba a la selección: la posibilidad del gol y el sacrificio del mediocampista. Mitad delantero y mitad centrocampista. Pero…, estando Messi…, no hay manera de mirar para otra parte. Sí, hay jugadores que en la selección dan más cosas que en su equipo, por ejemplo, De Paul. Se creería que en la selección es más difícil alargar el paso, y sin embargo lo hacen. Como si sintieran que la selección es su equipo. Y eso le da al grupo una sensación de credibilidad, y por eso es legítimo tener ilusión con la selección.
-¿Qué hará Messi cuando ya no pueda hacer lo que hace mejor que nadie?
-No subestimo nunca la inteligencia de estos personajes. Podemos dudar de su ilustración, pero no dudemos de su inteligencia, porque la inteligencia superior que han tenido en su ámbito la pueden aplicar en otros puntos.
-Comentaste que quizás Europa le haga pagar a Gallardo una aduana en un club intermedio antes de abrirle la elite. Con los jugadores sí se han animado: Saviola, Riquelme o Higuaín, ayer; Lautaro, ahora Julián. ¿Corren menos riesgos?
-Sí, no había hecho nunca esa reflexión, pero es exactamente así: se paga menos caro el error. De todas maneras, estamos hablando de un grande si nos referimos a Gallardo. Un grande conduciendo, declarando, tiene condiciones para cualquier tipo de desafío. Pero los que toman las decisiones en los clubes europeos no son argentinos como yo, tienen que tener un nivel de información diferente Y otra cosa que da miedo es el cambio de cultura, por eso siempre se toman precauciones. Gallardo ha hecho un buen trabajo y River ha hecho un buen trabajo, es un club muy bien organizado, donde los roles están muy respetados. Donde Francescoli desde su perfil mantiene la credibilidad, con una muy buena comunicación con el entrenador. Es un club que vive a máxima tensión, como todos los grandes, pero que no pierde la orientación.
-Ser DT de PSG se ha vuelto una odisea. Solo un resultado traerá el alivio del deber cumplido…
-Bueno, pero solo tiene que tener paciencia… porque si tiene paciencia luego esos técnicos son campeones de Europa con el Chelsea [Touchel] o campeones de la UEFA con el Villarreal [Emery]… Presagiamos el título de Mauricio [Pochettino], jaja, sí. De todas maneras, esa es una perversión que se ha extendido: al Madrid y al Barcelona no les alcanza con el título de Liga, al Bayern tampoco, a ninguno de los grandes, a Boca no le alcanza si no gana la Libertadores. Estamos ingresando en una fase un poco paranoica; ganar una liga es lo más complicado, porque ganar una Champions, como ganar un Mundial, donde las eliminatorias a veces son tan caprichosas, no puede ser obligatorio. Hay que medir desde el mérito, no desde el resultado. ¿Hizo méritos el París para eliminar al Madrid? Sí, gobernó tres cuartas partes de la serie, y después se vino el cataclismo que también sufrieron el Chelsea, el City y el Liverpool desde otros medios. Que un partido marque una temporada cuando ganás la liga con 20 puntos de diferencia nos hace entrar en la paranoia.
-Era previsible, pero Maradona sigue presente. Se habla de él más que antes.
-O tanto como antes, que no es poco. Quizás ahora ya no se habla con preocupación, porque ya está en el lugar de las grandes leyendas, pero desde una posición más cómoda. Recuerdo una vez, en Bariloche, vi una bandera donde estaba, el Che Guevara, Evita, Gardel y Diego… y yo decía… ‘claro, muerto cualquiera…’ Estamos hablando de una leyenda mundial, porque esa presencia en ausencia no solo se da en Argentina, sino en muchos sitios es permanente tema de conversación. Y de discusión.
-Dos fenómenos actuales. Siempre te mostraste contrario al VAR…
-Han convertido en milimétrico un juego métrico, han aplazado el grito sagrado del gol y han metido la tecnología dentro del partido, y eso tiene un peligro que solo acaba de empezar porque la tecnología es invasiva. Lo próximo será un árbitro robot y así sucesivamente, pero bueno, no me gustó la idea desde el inicio y ahora estoy resignado porque sé que no hay vuelta atrás. Me incomoda el VAR como parte del juego. El fútbol es hijo de su tiempo y es casi todo lo contrario a la tecnología, y me parece que es algo que lo fuerza al juego, que lo lleva a un sitio donde este juego no se siente cómodo. Este es un juego al que siempre lo acusaron de inmovilista y ahora le agarró un ataque de velocidad, como los cinco cambios, sin un debate lo suficientemente calmo antes de sacar conclusiones. No me gusta la intervención de la tecnología en el juego salvaje.
-Y las redes sociales, herramienta casi adictiva de muchos futbolistas.
-Me parece bien como vehículo, siempre y cuando se la aguanten porque después hay algunos que van al psicólogo por cuatro memes. Entonces no te metas en ese lío. Si alguna propiedad ha demostrado el fútbol es su capacidad de adaptarse a cualquier medio de comunicación, el fútbol se sube y mantiene su poder. Pero también creo que estamos confundiendo al fútbol con un entretenimiento, y el fútbol es una emoción antes que un entretenimiento. Porque si es un entretenimiento, aquí [señala el celular] encuentra un competidor imbatible. Ahí el fútbol no puede pelear, el fútbol pelea desde su condición del sentimiento con el que jugamos. Y eso nos está llevando también hacia un periodismo donde es importantísimo ser gracioso, como si ser gracioso fuera fácil. Es decir, convertir al fútbol en un pasatiempo más o menos ligero, que podría no estar mal, pero sin olvidar que estamos hablando de un territorio eminentemente emocional. Creo que lo hacen porque temen que los jóvenes se alejen, y en este punto tengo una sola evidencia: un día, los jóvenes dejan de ser jóvenes. Y cuando dejen de ser jóvenes se van a acordar de que fueron a la cancha de la mano de su papá, y se van a acordar que el equipo de su barrio, y no saben por qué, les despierta más cosas que el equipo del barrio de al lado. Porque se trata de emociones.
Fuente: https://www.lanacion.com.ar/