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Reflexionar sobre los 40 años de la guerra en Malvinas

Se trata del editorial del programa “Sábado 100” por radio El Espectador (FM 100,1) de Rafaela.

Por Emilio Grande (h.).- Este sábado 2 de abril se cumple un nuevo aniversario en recordación del Día del Veterano y de los caídos en la guerra de Malvinas de 1982, que llevó adelante de manera unilateral el trasnochado gobierno militar comandado por Leopoldo Galtieri.

Era el final de la dictadura militar que había hecho desastres en materia de derechos humanos, en la economía nacional, con inversiones faraónicas como la construcción de los estadios para el Mundial 78 y como manotazo de ahogado no tuvieron mejor idea que conquistar las islas Malvinas a través de la invasión y no por la vía diplomática.

Pero el enfrentamiento fue con Inglaterra, una de las potencias mundiales en flota mercante, contando como aliado al imperialismo de los Estados Unidos, para saber quién era cada uno en el concierto internacional.

Lo tragicómico fue que durante varios días la guerra la ganaba Argentina, según los comunicados que brindaba el gobierno militar, y de la noche a la mañana se rindieron las tropas argentinas el 14 de junio de ese año.

Quien puede negar que las Malvinas y demás archipiélagos deberían ser territorio argentino por presencia histórica desde el siglo XIX. En 1820 habían pasado a la soberanía argentina y en 1833 fueron ocupadas por las tropas británicas. A pesar de los constantes reclamos argentinos, continuó en calidad de colonia imperial. En 1981 la asamblea legislativa de las Malvinas votó a favor de la continuidad de la soberanía británica.

Varios gobiernos del Reino Unido se encargaron de dominar a las islas, designando un gobernador y generando una cultura inglesa en el lugar. Hay intereses geopolíticos con la instalación de una base militar para un eventual conflicto mundial y  riquezas económicas, especialmente por ser una zona pesquera de importancia regional.

La soberanía sobre las islas australes exige también rescatar la historia de las relaciones anglo-argentinas y considerar los intereses y los derechos de las personas. Al respecto, el docente Ignacio Pérez del Viso se preguntó si con las Malvinas no deberíamos iniciar un proceso para no quedar atrapados en el dogma de “intereses sí, derechos no”. Pero si ese dogma nos aleja de las soluciones se convierte en una trampa inconsciente.

Vivimos de la nostalgia cuando las Malvinas eran argentinas hace dos siglos y cuando lo fueron nuevamente durante dos meses hace 40 años. Los que lucharon lo hicieron como héroes. El imaginario popular nos pintaba a los enemigos como mercenarios apátridas, los feroces gurkas. Fue duro reconocer que ignorábamos la realidad. Si buscamos alguna solución, debemos superar la nostalgia y abrirnos al futuro. Dejar de lamentarnos por lo que pudo haber sido y pensar lo que es deseable y posible.

La reforma de la Constitución de 1994 en Santa Fe, en la primera disposición transitoria proclama que la recuperación de las Malvinas y las islas del Atlántico Sur constituye un objetivo permanente “conforme a los principios del Derecho Internacional”. Entonces los reclamos se deben hacer por la vía diplomática y no llevándose al mundo por delante.

Esta expresión parece cerrar el camino a las acciones bélicas, pero no olvidemos que las Naciones Unidas han admitido como legítimo el uso de la fuerza para luchar contra el colonialismo.
La recuperación de las Malvinas es un objetivo permanente. Se logrará si recuperamos a los malvinenses y también los respetamos. Un primer paso es respetar las opiniones divergentes. El diálogo no es un entretenimiento, es una difícil tarea para aproximar posiciones, procurando comprender la mentalidad del interlocutor. Los que hablan de ciertos derechos de los malvinenses no son traidores a la patria. Esos derechos de los isleños no implican una negación de los nuestros. El camino no pasaría por contraponer ambos derechos sino la manera de integrarlos.

Además, está el fallo de una comisión de la ONU que reconoció la ampliación de la plataforma continental marítima; la decisión suma 1,7 millones de kilómetros cuadrados de superficie a la Argentina. Es un paso más en la ratificación de soberanía de las islas Malvinas con aval de las Naciones Unidas y futuros negocios petroleros en alta mar.

Hay que tener una política de reinserción social de los sobrevivientes porque les quedaron problemas psicológicos y no pocos se suicidaron. Finalmente una memoria agradecida a todos los jóvenes soldados que combatieron, los 632 que murieron y los que quedaron en el continente. La paz y el diálogo servirán como camino para retomar el tiempo perdido…

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