Feliz iniciativa la de la Sociedad Rural de Rafaela que se ubique en nuestra ciudad un monumento a la vaca, la que debería merecer pronto tratamiento y aprobación por unanimidad en el Concejo Municipal e inmediata sanción de la correspondiente ordenanza por el Departamento Ejecutivo Municipal.
Es que los fundamentos que avalan la iniciativa son tan claros como contundentes.
Desde el punto de vista geográfico, Rafaela se ubica en el corazón de la cuenca lechera más importante de sudamérica, situación reconocida oficialmente en 1999 cuando -según constancia asentada por la entidad ruralista en la nota elevada a la Municipalidad- «el Gobierno de la provincia de Santa Fe designó a partir de ese año a la muestra que anualmente organiza la entidad de avenida Brasil sede de la Expo Holando y Lechería de Santa Fe para mundo».
De monumentos a animales sobran antecedentes en el país y en el mundo, mencionándose algunos ejemplos. Uno a la vaca luce en Suiza. En Venecia, en el frente de la Catedral San Marcos, en tamaño natural constituyen admiración milenaria cuatro caballos laminados en oro que fueron y volvieron varias veces como preciados trofeos de guerra de varios países invasores.
En el territorio argentino de Mar del Plata un punto estratégico de referencia es el monumento al lobo marino. En Chacabuco el monumento al ternero recuerda la festividad anual de esa ciudad bonaerense.
En la norteña y santafesina Gato Colorado (casi en el límite con Chaco), sobre un pedestal lucen dos gatos del mismo color y un perro de mármol ocupa un lugar en la plaza principal de la chaqueña ciudad de Resistencia, capital llamativa por la diversidad de estatuas.
Y si la correntina Virasoro impacta con el toro Cebú de cemento que representa al principal centro ganadero de esa raza, caería como anillo al dedo que Rafaela contara con una lechera overa negra sobre un pedestal en un lugar estratégico, que se nos ocurre debería ser el cruce de bulevar Presidente Roca y la ruta 34, esta vía que dentro de pocos meses lucirá remodelada a nueva en su traza urbana.
El autor fue director del diario La Opinión de Rafaela durante 20 años.