Por María Herminia Grande.- Hoy, principalmente, de vacunas viven los argentinos, pero también de dinero en el bolsillo, aunque escasea o dura muy poco. Cristina Fernández de Kirchner y Sergio Massa, al otorgar 40% de aumento salarial a sus representados y a ellos mismos, dinamitaron las expectativas del 29% presupuestado por el ministro de Economía, Martín Guzmán,y aprobado por los legisladores. Es verdad que fueron realistas. 29% es imposible. El descaro de este aumento (más allá que los senadores opten por donarlo), comparado con el incremento de los haberes jubilatorios, es total. La diferencia está en que el aumento a los vulnerables de la tercera edad lo corporiza el Presidente, quien les prometió una dignidad salarial, que aún no existe. La actitud de la dirigencia política de salvar sus bolsillos es inmoral. El grito de las panzas de los pobres parece no llegar a sus oídos. Solo un gesto de acompañamiento ante el dolor de una sociedad sufrida hubiese alcanzado. ¿Quién puede hablar después de esto arropándose representatividad?
El gobierno apuesta a paritarias por sobre la inflación. Esto lo prometió Santiago Cafiero a la mesa chica de la CGT en la reunión de la semana pasada. También juró y perjuró el Jefe de Gabinete que el proyecto de reacondicionamiento del sistema de salud no prosperará. En realidad, básicamente, la reunión sirvió para aquietar las aguas ante el intento del gobernador Kicillof de colocar cuatro gerentes al frente de la superintendencia de Salud. Las obras sociales pueden y deben aggiornarse, pero con los mecanismos que las mismas poseen. Entre paréntesis, la CGT intentará normalizarse antes del 14 de noviembre. Si bien individualmente los dirigentes rechazan el formato del triunvirato, es probable que priorizando una unidad más grande, el esquema vuelva a reiterarse.
El gobierno del presidente Fernández avanza o retrocede semana tras semana de la mano de las vacunas. Si la cantidad de dosis aumenta y la campaña de vacunación se intensifica, apuesta a un cambio de humor. También sabe que corre el reloj de los 60 días para acordar con el Club de París y que en setiembre tiene un vencimiento con el FMI. Ante esta preocupación, no olvidemos las fechas electorales, deberá el ministro Guzmán multiplicar los esfuerzos para acordar. Un default no sería una buena noticia. En cuanto a la inflación, el gobierno apuesta a una baja en mayo, se habla de 3,5%; y de junio en adelante cree poder tener inflaciones mensuales del 1,8 al 2%.
Sobre el cierre de la exportación de carnes, hubo tensiones internas en el gabinete sobre la conveniencia o no de esta política. A muchos integrantes del mismo les cuesta entender que el ciclo de cría del ganado es de dos años y medio aproximadamente, muy diferente al de un pez o al de la soja. El Presidente sabe que cerrar las exportaciones es el peor de los caminos pero dice: “Lo venía advirtiendo, y si no tomaba esta medida no hubieran aparecido los bolseros, prácticas fraudulentas, subfacturación, etc”. Lo cierto es que no se debió llegar a este extremo cerrando todo el sector y perdiendo a mayo U$S 200 millones de ingreso, cuando el Estado, como ya hemos dicho vía AFIP, puede accionar mecanismos de control. El Gobierno puso sobre la mesa el sistema de cuotas incrementales de acuerdo al precio, y esto fue rechazado de plano dado que ya se experimentó y no resultó. Por estas horas se convocaría a los ganaderos y a los feedloteros. Mientras tanto, la mesa de Enlace le pidió el pasado viernes una reunión al Presidente, cuya respuesta aún no había llegado al cierre de este artículo. La idea de este sector es que concluya el período de los treinta días de cierre y luego, si no hay acuerdo, habrá medidas de paralización de toda la cadena del campo.
El pasado domingo fue el día de la Ingeniería. El lunes, el vicedecano de esta carrera en la UBA, Ing. Raúl Bertero, disertó sobre la enseñanza de la ingeniería en la cuarta revolución industrial. Se le escuchó decir que el desafío académico tiene que ver con pasar de un mundo dominado por los hidrocarburos al de la electricidad. Esto significa hidrógeno producido con energías renovables y energía nuclear en pequeños módulos (totalmente nacional, como el proyecto CAREM), almacenamiento de energía y litio, todo manejado con inteligencia artificial, redes inteligentes y ciencia de datos. Parece futurista, pero el mundo desarrollado, incluidas las petroleras, está invirtiendo en esto.
Aunque los argentinos tal vez no nos demos cuenta porque por momentos estamos en aquella primera revolución industrial de la máquina a vapor del siglo XVIII, hoy estamos ante la llamada industria 4.0. El ing. Bertero subraya: “La cuarta revolución industrial se caracteriza por una fusión de nuevas tecnologías en la física, la informática y la biología, que incluyen: la robótica, la inteligencia artificial, la biotecnología, internet de las cosas, impresión 3D, vehículos eléctricos autónomos y computación en la nube. Básicamente, la industria 4.0 crea las fábricas inteligentes”.
Mientras la Universidad sigue preparando a los actores de una Argentina moderna, la política no acompaña. No prevé, entre otras cosas, cómo preparar a los trabajadores para este desafío. Si no lo hace, serán los analfabetos del 4.0. En definitiva, es hora de dejar de hablar semanas de una cláusula de Pfizer y debatir abiertamente un modelo de país para nuestra alicaída Nación.
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