Por Jorge Lanata.- En esta columna no se hablará -como en el resto de los diarios- de la gira del presidente por Europa (digna de una agencia de viajes: cuatro países en una semana), ni del “total look nude” de Fabiola en Portugal, ni del olivo que regó en Lisboa.
El Gobierno hace lo que puede para ganar las elecciones y lo que puede es tratar de ganar alguna cosa en el frente externo, ya que en el interno se acaban las vacunas, siguen los contagios y la inflación insiste en mantenerse en el cuatro por ciento. Como quedó claro en las últimas semanas, la peor oposición está dentro del propio Gobierno y los sectores en pugna no son dos –oh, sorpresa– sino tres: Alberto (o lo que queda de él), Cristina y La Cámpora.
“Hacen ‘vandorismo’”, dicen en el PJ.
Augusto Timoteo Vandor fue secretario de la Unión Obrera Metalúrgica a fines de los sesenta, cuando aún había industria metalúrgica. Su final fue trágico: murió asesinado de cinco balazos por el Ejército Nacional Revolucionario encabezado por Rodolfo Walsh, o por el grupo Descamisados, dirigido por Dardo Cabo y luego asimilado por Montoneros, o por la llamada CGT de los Argentinos; se sabe que fue aquella una época muy confusa. En cualquier caso, Vandor promovió en esos años una facción participacionista dispuesta a pactar con el gobierno de facto mientras Perón estaba en el exilio: un “peronismo sin Peron”.
La versión remozada de este tiempo sería un “cristinismo sin Cristina”. El “vandorismo” de La Cámpora no significa dejar de mirarse en el espejo de los setenta sino en diseñar una estrategia que trasciende a su Jefa. Tienen un estratégico sentido de la planificación, son bastante disciplinados y saben una cosa: “El lunes siempre llega”.
Así les dijo Máximo Kirchner a Rodríguez Larreta, María Eugenia Vidal, Martín Lousteau y a quien quisiera anotarse en la carrera presidencial para firmar un acta entre todos los partidos.
A cualquiera pueda tocarle gobernar en algún momento.
“Tenemos una agenda para los próximos diez, veinte años”, dicen en la mesa de conducción nacional.
Ajustados en el hoy, La Cámpora le teme más a la protesta social que a un default; el espejo de Colombia les sirve para aleccionar sobre qué hacer en la Argentina. Critican a Iván Duque, al que consideran amigo de Mauricio Macri, y lo acusan de llevar adelante un “plan neoliberal para aumentar la recaudación, reducir el déficit fiscal y afrontar los pagos de deuda”.
“La Argentina de los tarifazos quedó atrás”, escribió el «Cuervo» Andrés Larroque en su cuenta de Twitter el miércoles. Lo mismo replicó el peronismo bonaerense en un documento, tratando de cerrar el capitulo sobre los servicios de luz y gas.
En el resto del kirchnerismo también ven como demasiada blanda la negociación con las empresas. Ya el ahora célebre Federico Basualdo se trenzó con las distribuidoras por el pago de compensaciones; se resistía a hacerse cargo de vencimientos de Obligaciones Negociables que enfrenta Edenor, y también con una deuda de Edesur. Edenor, en proceso de compra por Vila-Manzano-Filiberti, espera aún el aval de los organismos competentes en medio de una nube de intrigas de todo tipo. Hace menos de un año Edesur resistió un intento de estatización promovido por los intendentes del Conurbano con apoyo de La Cámpora.
La agrupación que espera la llegada del lunes controla también YPF a través de Pablo González, a quien Máximo propone como candidato a gobernador de Santa Cruz. Interesado por el área, el hijo de Cristina también metió mano en el proyecto de Ley de Biocombustibles a favor del lobby de las petroleras y en detrimento de las cerealeras.
La Cámpora también sueña con una mayor intervención estatal en el área de la salud; un borrador con “modificaciones estructurales” circuló hace un tiempo, realizado por la Fundación Soberanía Sanitaria de Nicolás Kreplak, viceministro de salud de Axel Kicillof. Allí se planteaba la creación del Sistema Nacional Integrado de Salud, un modelo mixto con centralidad del sector público: una mega autoridad con poder de manejar el ministerio de Salud, el PAMI, la ANSES y la Superintendencia de Servicios de Salud, promoviendo cambios en las prestaciones y en la recaudación. El gobierno lo descartó con la excusa de la pandemia: no es momento de pelearse con la CGT y las prepagas.
El objetivo central de La Cámpora es hoy ganar en la provincia de Buenos Aires. Saben que quién gana allí, gana en el país. Por eso presionan para redireccionar recursos hacia el Conurbano. Descartan el triunfo de Horacio Rodríguez Larreta en Capital y trabajan para apuntalar a Axel como candidato para 2023. ¿Máximo se bajó de esa lista? Hay quienes aún creen que podría tratarse de una estrategia para evitar el desgaste de una candidatura prematura.
Frente a la avanzada, el PJ está paralizado. Si fuera por La Cámpora, jubilaría a la mayoría de los intendentes y gobernadores.
Mientras los sueños de los nuevos vandoristas se tejen por arriba, sus deseos no impactan abajo: según el último relevamiento de Management & Fit, Máximo es el dirigente con peor imagen de todos los que sondearon, con solo el 26% de imagen positiva a nivel nacional. Su madre lo supera con el 33,9% y también el pequeño Axel con 32% de imagen positiva y menos negativa que madre e hijo.
Fuente: https://www.clarin.com/