Por María Herminia Grande.- El politólogo Hugo Quiroga define: “Argentina es una sociedad de personas asistidas”. Claramente advierte las distintas asistencias: planes en lo social, educativo, alimenticios. Subsidios para el transporte, para la energía. Es tan extrema la pobreza que personas que viven en CABA, a 20 cuadras del Obelisco, pasan su vida sin conocerlo. Así como personas que viven a 20 cuadras del Monumento a la Bandera tampoco lo conocen, ni a su río. Todos los gobiernos post dictadura controlan la pobreza vía planes. Algunos para que no se vuelva un problema ingobernable, otros para intentar hacer algo con ella. Lo cierto es que no encaran su solución ni lo resuelven.
Argentina camina a paso firme a su decadencia.Nadie está empeñado en construir un camino alternativo para cambiar lo que hoy es ineludible: seguir cayendo. Hace 38 años que la pobreza crece. Suficientes años como para naturalizarla. Ya no conmueve que tantos coman de la basura. La pobreza con su legión de empobrecidos deambula sin rumbo, pero aún no ha pensado en visibilizarse. Generaciones que ven en un plan o en el pedir, su subsistencia. La cultura del trabajo para muchos ha mutado al olvido, tal vez por ignorancia. Y otros, no la conocen.
Muchas veces esta cronista se ha preguntado qué pasaría si los millones de pobres deciden organizar una manifestación. Que la pobreza argentina sea mansa, no da derecho a que no se la mire con preocupación y respeto.
La clase media achicada es la que se manifiesta. Hoy, por su derecho a la presencialidad escolar.
Argentina viene sumando problemas, de vieja y nueva data. Falta de viviendas. De cloacas. De agua potable. De trabajo. Hoy de conectividad. Hoy, más allá del signo político del gobierno de turno, la conectividad es sinónimo de justicia social. O de achicar la brecha, como guste llamarle. Un relevamiento a nivel nacional en barrios populares, “Conectividad y Dispositivos”, da como resultado que el 80% de los estudiantes comparte un dispositivo. Y solo 4 de cada 10 alumnos tienen internet. Hoy la conectividad es sinónimo de ascenso social. Sin acceso a la educación, hijos de generaciones disociadas con el trabajo no pueden advertir la existencia de otro mundo.
A este panorama se le debe sumar el empobrecimiento sistemático de trabajadores asalariados. La semana pasada se arribó a un acuerdo de aumento del salario mínimo, vital y móvil. De los tres adjetivos, el salario solo conserva el de ser mínimo. La línea de indigencia marca a marzo que una familia para no serlo necesita $25.685. Con el aumento del porcentaje acordado a abril, el SMVyM llegará a $23.500. Jorge Sola, secretario de Prensa y Comunicación de la CGT, manifestó a Infobae: “La cifra final ($29.160 a febrero 2022) representa hoy un poco menos que la canasta básica”.
El economista Aldo Abram sostiene: “La inflación nos destruye. Y el resultado de analizar el salario formal sobre canasta básica nos muestra que mes a mes hay más trabajadores pobres y otros a punto de serlo”.
La interna en la coalición gobernanteFederico Basualdo, uno de los subsecretarios de la Secretaría de Energía.
Ante este panorama, el ministro de Economía, Martín Guzmán, recién arribado de una gira internacional en busca de apoyo para llegar a un acuerdo con el FMI y el Club de París, no logra concretar la renuncia de un subalterno, dado el loteo de poder interno dentro de la coalición gobernante. ¿Es prioritario para un país tristemente pobre, con necesidades extremas en todo sentido, que el Gobierno se aboque y se paralice por internas propias? ¿Cómo queda el ministro Guzmán y, por ende, la Argentina en el orden internacional ante semejante devaluación política? La falta de resultados, más la envergadura del crecimiento de las deudas, más los intereses que vienen conformándose -el estimado de la deuda bruta creció en un año de U$S 113 mil millones a U$S 133 mil millones-, exige un grito unánime: basta de peleas internas. El ministro Guzmán busca que los aumentos de tarifas guarden relación con el incremento salario. En los primeros cuatro meses del 2021, el financiamiento de subsidios a la energía ascendió a $65.000 millones.
El 11 de diciembre de 2020, la vicepresidenta Cristina de Kirchner en un acto en La Plata le marcó la agenda al Presidente sobre dos temas económicos: tarifas (que no superaran los aumentos los dos dígitos) y control de precios de los alimentos.
Argentina, en esta última década, ha optado como forma política las coaliciones. ¿No debiera plantearse un protocolo de convivencia para quienes las integran? Mauricio Macri en Cambiemos dejó malherida a la UCR. Hoy el cristinismo, en su pulseada con lo que alguna vez fue la moderación de Alberto Fernández, parece por momentos hacer implosionar la coalición.
Coronavirus, clases y fútbol en Santa FeEl gobernador de la provincia de Santa Fe Omar Perotti.
En Santa Fe el gobernador Omar Perotti inauguró el período 139 de sesiones ordinarias de la Legislatura, con la ausencia, lamentada por todos, del presidente de la Cámara de Diputados, Miguel Lifschitz, quien pelea en su recuperación contra el COVID-19. Perotti centró todo su discurso moderado y contemporizador en el diseño e implementación de políticas para hacer de Santa Fe el corazón productivo de la Argentina. El domingo el clásico de fútbol rosarino le ocasionó un dolor de cabeza, dado el desmadre de las hinchadas que contrastó con las nuevas restricciones. Decidió en los departamentos Rosario y San Lorenzo anular las clases presenciales por siete días, como anticipar el cierre de los comercios a las 19 y limitar la circulación nocturna desde las 20 a las 6. El senador Traferri, del oficialismo pero opositor desde hace largos meses, le reclamó al gobierno provincial que garantice la presencialidad de niños y jóvenes en las escuelas, mientras que el intendente de Rosario, Pablo Javkin, le reclamó ayer al gobernador presencialidad en las aulas, bajo el concepto que las escuelas deben ser la última medida a adoptar.
Fuente: https://www.infobae.com/