Con ocasión de nuestra Asamblea Plenaria los Obispos nos dirigimos a los fieles cristianos y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, con el deseo de compartir algunas reflexiones que nos ayuden a fortalecer nuestra esperanza y a recorrer todos juntos, gobernantes y ciudadanos, el camino de la construcción del Bien Común, ámbito necesario para el desarrollo de la dignidad de la persona humana y fundamento de la equidad en el crecimiento de la sociedad.
El Bien Común es el conjunto de condiciones de la vida social que hacen posible a cada uno de sus miembros el logro más pleno y más fácil de la propia perfección. El Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia nos recuerda que el Bien Común no consiste en la simple suma de los bienes particulares de cada sujeto del cuerpo social, y que la persona sola no puede encontrar realización en sí misma, prescindiendo de su ser «con» y «para» los demás. Por ello se hace necesario un amplio y sincero diálogo de toda la sociedad.
El diálogo es el gran instrumento de construcción y consolidación de la democracia. Los cristianos encontramos su fundamento en la Encarnación del Hijo de Dios que tomó, Él mismo, la iniciativa de hacerse como nosotros para venir a salvarnos. El compromiso de la Iglesia con el diálogo nace de la fe en Jesucristo y en la verdad del Evangelio. Esto nos obliga a priorizarlo en todos los órdenes de nuestra convivencia. Disposición que nos compromete en primer lugar a nosotros mismos como testigos de la fe que predicamos.
Fortaleciendo el diálogo podremos superar la excesiva fragmentación que debilita a nuestra sociedad y nos dispondremos a encontrar los consensos necesarios que nos ayuden a reafirmar nuestra identidad y crecer en la amistad social.
Este camino, unido a un verdadero espíritu de reconciliación que nace de la verdad, se afirma en la justicia y se plenifica en el amor, es el que nos permitirá consolidar las instituciones de la Nación.
A pesar de los logros que, con el esfuerzo de muchos argentinos, hemos obtenido en estos últimos años, los niveles de pobreza, exclusión social e inequidad son todavía altos. Por lo tanto, es necesario que, viviendo con más austeridad nos preocupemos mucho más de los pobres y nos comprometamos con espíritu solidario a acrecentar la riqueza del país y a distribuirla con mayor equidad.
En el marco pastoral de nuestra Asamblea los invitamos a ejercer un mayor protagonismo en la construcción de la sociedad civil, que nos permita convertirnos en activos ciudadanos y asumir nuestra personal responsabilidad en la concreción de ese conjunto de condiciones que llamamos “Bien Común”.
Renovamos nuestra vocación de servicio a nuestros hermanos y al bien del país que encomendamos a la Virgen de Luján que siempre nos acompañó a lo largo de nuestra historia.
92ª Asamblea Plenaria
Pilar, 10 de noviembre de 2006