Historia de una epopeya

El reconocido especialista de automovilismo de nuestra ciudad, Víctor Hugo Fux, que se inició en el periodismo escrito en Castellanos y luego en La Opinión, presentó su libro sobre la historia de las 300 Indy, una carrera que es parte de la historia del deporte del país.

Por Oscar Martínez.- “Nunca podría escribir un libro a partir de una idea; parto siempre de una imagen, de un sentimiento y todo el libro desarrolla esa tesis. A partir de una idea se podrán escribir ensayos, tratados; no otras cosas”, columna “Tener al lector agarrado por el cuello; no dejarlo pestañear”, de Gabriel García Márquez en El Periodista de Buenos Aires, diciembre de 1985.
“Mi libro parte de un enorme cúmulo de imágenes, recuerdos, emociones que se pueden resumir en ese instante en que después de escuchar el mítico “pongan en marcha sus motores”, el autódromo pareció estallar con esos 28 motores de 700-800 caballos que se encendieron todos juntos. Esa sensación en el pecho la siento tan presente como la sorpresa por la velocidad que desarrollaban. Mi medida eran las 500 Millas, esa carrera tan nuestra como histórica, donde también se manejaba muy rápido. Pero esos autos venidos de Indianápolis parecían volar. Miro hacia atrás y veo rostros con ojos cubiertos de lágrimas en el momento en que el pecho estaba encendido. Ese recuerdo fue un motor para contar lo que vivimos en esos días. El resto lo pusieron quienes me empujaron a decidirme”, me dice Víctor sentado frente a mí, mientras mira una y otra vez el libro de tapa azul que destaca la imagen de Al Unser, el ganador de la carrera que es leyenda, junto a nuestro Carlos Alberto Pairetti.
El Método del copo de nieve, ideado por Randy Ingermanson, propone una forma sistematizada, casi matemática, para organizar la escritura de un libro. Se parte de una forma muy simple para, poco a poco, ir añadiendo elementos que la transformen en una estructura tan compleja, pero al mismo tiempo tan estable, organizada y bella como la de un copo. Porque escribir un libro, cosa que aún no he podido hacer, debe ser un tremendo desafío, duro, esperanzador, frustrante…en definitiva, apasionante.
“Siempre viví del periodismo, hace cincuenta años que es mi pasión y también mi medio de vida. Pero no es el dinero lo que movió a escribir este libro sino la necesidad de pasar por todas esas etapas que terminan con la enorme satisfacción de tener el producto en mis manos, como ahora”.

-Antes mencionaste que hubo quienes te empujaron a decidirte…

-Varios amigos y conocidos lo hicieron. Incluso algunos colegas. Ellos sabían lo que esa carrera significa para mí, como la viví y como la recuerdo. Mi casa de chico estaba a la vuelta del taller de Grossi, donde trabajaba un primo de apellido Rostagnotto que me hacía entrar para ver los autos que se guardaban ahí. Era como estar en una película, no me animaba a tocarlos por temor a despertarme. Me iba todos los días hasta el autódromo en bicicleta y me acercaba a cada evento que podía. Fue un tiempo extraordinario que disfruté para siempre. Mi papá hizo un gran esfuerzo para su economía y compró ubicaciones en la tribuna de cemento, que era ideal. Recuerdo cada cosa que pasó en la carrera.
La historia de “Vitrola” Fux, como le decían cuando era pibe y relataba los partidos de fútbol que jugaba, con el periodismo se inició un día muy particular en un tiempo donde también nacía la radio. “Necesitaban dos personas para trabajar en LT28 poco tiempo después de su apertura, entonces hicieron un llamado al aire. Me presenté con 17 años, los datos me los tomó José Luis Foglia y el examen me lo hicieron Leonelo Belleze y Fortunato Nari. El lunes 21 de diciembre de 1970, el día del cumpleaños de mi madre, me llamaron para decirme que empezaba esa misma noche. Carlos Beceyo me dio, un rato antes de salir al aire, unos papelitos amarillos escritos a máquina con lo que tenía que decir. Me fue bien, me gustó y nunca más paré”.

-¿Cubrías todos los deportes?

-Sí, fundamentalmente al fútbol. El periodismo me dio la posibilidad de estar en eventos extraordinarios. Seguí a Atlético en sus campañas de ascenso, estuve en algunas Copa Davis de tenis, varias peleas de boxeo, partidos de básquetbol, estuve en lugares increíbles, hice notas que serán para mi inolvidables…

-¿Y el automovilismo?

-Me apasiona desde siempre más allá de que me gustan todos los deportes. Mi hermano Erwin iba asiduamente a la Peña R.U.E.D.A. y me llevaba. Creo que su incidencia fue fundamental en esta pasión que tengo por los autos de carrera. Mi primera 500 Millas fue en el año ´59, aún recuerdo ver el auto de Requejo transitar toda la recta opuesta en llamas. Después vi infinidad de carreras, prácticamente todas las temporadas internacionales de Fórmula 1 en Buenos Aires, estuve en la inauguración del Oscar Cabalén en Córdoba, todas las carreras en Rafaela, fui cinco veces a Indianápolis, a muchas ediciones del Gran Premio de Argentina de motociclismo, primero en Buenos Aires y después en Termas, a más de quince Rallyes del mundial….y he tenido la suerte de poder entrevistar en tres ocasiones a Juan Manuel Fangio, en mi criterio el mejor deportista argentino de todos los tiempos.

-¿Es cierto que te iniciaste en Castellanos?

-Sí, como corrector, en marzo de 1971, por una invitación de Ricardo Visconti. El director del Diario era Vicente Ceballos y el director de deportes, Elvio Dopazzo, casi enseguida me dio la posibilidad de empezar a cubrir la Liga Rafaelina de fútbol. El 2 de mayo de 1974 pasé a La Opinión, donde sigo escribiendo.

-¿Cómo hiciste para terminar el libro de las 300 Indy en tan poco tiempo?

-Tenía la experiencia de haber escrito la historia de las 500 Millas, en 2006, “80 años de una pasión”. Eso me ayudó, pero lo más importante es que yo tengo todo dentro mío muy presente, la carrera y todo lo que la envolvió. Cierro los ojos y recuerdo cada detalle, los sonidos, los olores. Fui solo un par de veces a consultar los archivos del diario. Entonces fue más rápido de lo que pensaba en un principio, porque empecé en octubre del 2020 y ya lo pude presentar. Fue muy importante el material fotográfico que me facilitaron las familias de Eduardo Ricotti y de Ero Borgogno.

-¿Qué tipo de libro querías hacer?

-La idea era hacer uno que sea ágil y que llegue a todos, a los que vivieron aquello, a los que conocían la carrera por lo que le contaron y a los que ni siquiera sabían que había ocurrido. Empecé con una imagen, un ring donde en una esquina estaba Atlético y en la otra la USAC, el humilde casi desconocido que tenía una enorme voluntad y una determinación extraordinaria, y el poderoso que era dueño de todo. A medida que fueron pasando los días todo se fue emparejando hasta terminar en una unión que derivó en una carrera extraordinaria e histórica. El nombre del libro es lo que realmente significa, “Historia de una epopeya”, porque la cantidad de obstáculos que debieron superarse para llegar a ese final así lo determinan.

-¿Qué sentiste al leerlo?

-Lo leí finalmente antes de llevarlo a armado, y volví a hacerlo completo después, y me sentí contento, tranquilo, me gustó.

-¿La respuesta de los lectores te dejó satisfecho?

-Recibí una muy buena respuesta de quienes lo leyeron. Y lo piden otros que se enteraron de su publicación, eso es bueno. Es un orgullo para mí y una tranquilidad por la gente que me apoyó de uno u otro modo. Atlético, que me abrió todas las puertas, incluso me permitió que la presentación del libro sea parte de los actos conmemorativos de los 50 años de la carrera, las empresas que me respaldaron económicamente y, fundamentalmente, mi familia que me ayudó y me dio el espacio necesario de tiempo para dedicarme a terminar a tiempo. Estoy feliz.

Fuente: https://diariocastellanos.com.ar/

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