Miramar sigue convocando a miles de turistas de distintos lugares

A pesar de las inundaciones en 1978 (30 manzanas bajo agua y la mayoría de los 110 hoteles) y 2003, es un gran atractivo para el verano con temperaturas de más de 25 grados en el agua, practicar deportes acuáticos y viajar en embarcaciones para disfrutar de los flamencos rosados. Siguen sacando el barro curativo para distintas enfermedades.

Por Emilio Grande (h.).- El fin de semana largo pasado convocó a miles de argentinos en distintos lugares turísticos. Uno de ellos fue Miramar de Ansenuza, en la provincia Córdoba, con ocupación plena, estimándose unas 10.000 personas, entre ellos hubo decenas de rafaelinos (hay 162 km de Rafaela a Miramar).

A pesar de las crecidas producidas que inundaron en 1978 (en 2003 hubo otra) a más de 30 manzanas pegadas a la costa en las que había unos 110 hoteles (Mira-mar, Copacabana, Viena, entre otros), uno de los secretos de esta propuesta es la naturaleza con la laguna Mar Chiquita.

Es un gran atractivo para el verano con temperaturas de más de 25 grados en el agua (superior a los ríos cordobeses o las playas bonaerenses), permitiendo bañarse hasta la tardecita, practicar deportes acuáticos y viajar en embarcaciones chicas y grandes, para así disfrutar de los flamencos rosados, quienes en invierno migran hacia Perú o Tierra del Fuego.

La laguna Mar Chiquita es uno de los humedales salinos (tiene más sal que los mares y de hecho no hay casi vida ictícola, a excepción del pejerrey que vuelve cuando baja la densidad de sal) más extensos e interesantes de sudamérica y del mundo, ubicada en el noreste de la provincia y con una extensión de 6 mil km2, siendo un verdadero mar interior en medio de la llanura cordobesa. Esta área desarrolló un complejo ecosistema, compuesto por abundante flora y fauna autóctona, convirtiendo a Mar Chiquita en el destino para la práctica de avistaje de aves (además de los flamencos, hay gaviotas, patos, cisnes, palomas, gallaretas, bandurrias, garzas, golondrinas, entre otros). En la laguna desembocan los ríos Primero o Suquía (la ciudad de Córdoba envía los líquidos cloacales sin tratamiento produciendo contaminación, pero están haciendo la obra de efluentes), Segundo o Xanaes (ambos de Córdoba) y Dulce (de Santiago del Estero). 

Entre los árboles hay un arco de la pileta del entonces Hotel Mira-mar, que quedó bajo el agua.

Miramar comenzó con asentamientos espontáneos desde 1903, se declaró como la fecha de su fundación el 18 de noviembre de 1924 y hacia 1970 llegó a tener una población estable de unos 4500 habitantes. Actualmente, esta localidad (no hay casi inseguridad y los precios no son elevados) tiene una población estable de más de 1.000 habitantes con decenas de personajes, quienes vivieron las épocas más felices, doradas y de esplendor entre los años 60 y 70 cuando llegó a convocar unos 50.000 visitantes (entonces era el principal centro turístico cordobés, la gente dormía en cualquier lugar y viajaba en cualquier movilidad).

Uno de los testimonios es Zulma Maine nacida en Balnearia (está a 10 km de Miramar) hace 84 años y hace 41 años está radicada en Miramar, quien vivió las dos inundaciones de la laguna Mar Chiquita.

Zulma Maine tiene 84 años y es un personaje de Miramar.

“En 1941, cuando yo tenía 7 años la laguna estaba normal, donde se puede flotar por la gran cantidad de sal, después cuando tenía 14 años en el año 50 estaba seca con barro y sal. En 1960 se volvió a llenar y en la década siguiente se volvió a secar, no como la vez anterior; volvió a llenarse hasta que en 1978 creció de tal manera por el agua que venía de los 2 ríos de Córdoba y el Santiago del Estero, arrasando la mitad del pueblo con agua entre 1 y 2 m, entre ellos la mayoría de los 120 hoteles”, recordó, quien sigue nadando todos los días, durante una entrevista en el programa “Sábado 100” por radio El Espectador (FM 100,1) de Rafaela, conducido por quien firma esta crónica.

Curación de enfermedades

En la época de auge de los años 70 mucha gente iba a Miramar para curarse de distintas enfermedades por las propiedades que tiene el barro (actualmente van personas conocedoras del lugar a sacar mar adentro y se vende en las farmacias locales) que está en el fondo de la laguna. “Yo he visto a muchísima personas, que eran paralíticas, con reuma, de la gota, artrosis, entre otras enfermedades, para embarrarse en los lugares donde tenían los dolores”, agregó.

Luego de la primera inundación (el casino lo llevaron a Carlos Paz y también a 60 familias), las construcciones con agua generaban una postal muy triste y de impotencia para los pobladores del lugar que habían perdido todo y en muchos casos emigraron de la localidad. “Esa parte que quedó bajo el agua fue dinamitada, es una cosa que hicieron de buena los militares, en los primeros años del 90, porque daba ganas de llorar. Al templo de la Iglesia del Valle la dinamitaron dos veces en la época que estaba el sacerdote Julio (falleció el año pasado), porque él decía que «lo que era malo para la gente había eliminarlo», ya que se metía adentro”, expresó Maine, quien tiene parientes en Rafaela.

Las ruinas del Gran Hotel Viena a la vera de la laguna Mar Chiquita.

En el tiempo de mayor esplendor, el turismo era de tal magnitud que generó la construcción de hoteles famosos y lujosos, manteniéndose en pie solamente el Gran Hotel Viena, ubicado frente a la costa al norte de Miramar, donde actualmente todos los días hay visitas guiadas diurnas y nocturnas. Lo terminaron de construir al final de la década de 1930 a cargo de ingenieros alemanes y capitales de inmigrantes alemanes, estimándose una inversión de 25 millones de dólares; la construcción fue hecha con un pilotaje de 25 m bajo tierra, que permitió soportar las inundaciones. Estaba dividido en tres clases sociales: alta, media y la servidumbre, aceptándose solamente turistas alemanes, quienes contaban con servicios de alta gama para la época como calefacción, aire acondicionado, ascensores, usina propia con motores traídos de Alemania, telefonía, comedor para 100 personas, una playa privada, entre otros. “Como no tiene dueño, fue de los alemanes, pero no vinieron Hitler ni Perón porque es una leyenda que hicieron. La gente que viene quiere conocerlo y constituye un peligro”, sostuvo Maine. Hoy lo administra el Municipio de Miramar, pero hay un litigio judicial con los herederos privados.

La laguna Mar Chiquita desde uno de los balcones del Gran Hotel Viena.

En los últimos 15 años hubo una importante inversión pública y privada, con la construcción de la nueva costanera (la anterior quedó bajo agua a más de 100 m), nuevos hoteles (uno tiene casino) y cientos de cabañas, zonas de camping. “Tenemos que agradecer mucho al doctor José Manuel de la Sota porque en el primer año de su gobernación (1999) volteó las casas que tenían problemas de agua y la gente se fue a vivir a pensiones y hoteles, construyendo en 8 meses 151 viviendas en el barrio Parque, que está muy lindo, con plaza y la capilla de san Cayetano”, mencionó.

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