Sin conciencia social no hay humanidad
Si en verdad pusiésemos el oído del alma en el corazón de las gentes pobres, escucharíamos tantos sollozos que nos faltarían palabras para ir en su ayuda. Sabiendo que no hay nada que nos desespere tanto como no ser comprendidos, podríamos al menos por una vez ejercitar la escucha de aquellos que nos rodean.
Por Víctor Corcoba Herrero (España)