El ocaso de la República
Subsiste un gran núcleo de jueces que realizan silenciosa y solitariamente la difícil tarea de tratar de dar a cada uno lo suyo, de fijar límites al poder de cualquier tipo, de servir “a través de sus sentencias a la educación de gobernantes y gobernados en el cumplimiento de las obligaciones y el conocimiento de sus derechos” –carta del papa Francisco a Ricardo Lorenzetti–, y de preservar como pueden la dignidad de la República.
Por Jorge Newbery